Voces del Periodista Diario

2018: El PRI no entiende que no entiende

 

Abraham García IbarraEl lecho de Procusto

Por Abraham García Ibarra

Aunque en la gestión de Miguel de la Madrid como secretario de Programación y Presupuesto (SPP) ocupó la Oficialía Mayor de esa dependencia, en estricto rigor Adolfo Lugo Verduzco no era un tecnócrata.

Basta para hacer ese deslinde valorativo con saber que el hidalguense fue un postulante auténtico de la Ética en el servicio público.

Parece obvio que Lugo Verduzco era congruente con ese imperativo. Cuando De la Madrid en campaña propuso entre siete ideas-fuerza La renovación moral de la sociedad que puso a caballo al arrancar su mandato, Lugo Verduzco se hizo cargo de la presidencia nacional del PRI el 2 de diciembre de 1982.

Otras dos de las siete tesis fueron el Nacionalismo Revolucionario y la Sociedad Igualitaria.

De Ética pública y moral republicana

Si por descuido aún existe una biblioteca impresa en el PRI, podría revisarse el acervo editorial de aquel periodo para confirmar que su producción privilegió la literatura de corte ideológico que recuperó ensayos de los grandes pensadores mexicanos que establecieron los fundamentos del Nacionalismo Revolucionario.

Los discursos de Lugo Verduzco como dirigente nacional del PRI giraron sustancialmente en torno a la Ética pública y la moral republicana.

No fue el liderazgo de Lugo Verduzco en el PRI, sin embargo, miel sobre hojuelas. Ya estaba instalado en Insurgentes Norte 59 de la Ciudad de México un caballo de Troya: El tanque pensante de la SPP, que se había infiltrado en el Partido de la Revolución desde la nominación de De Madrid como candidato presidencial.

Encabezado por Carlos Salinas de Gortari, ese grupo de tecnócratas neoliberales puros había tomado por asalto el Instituto de Estudios Económicos, Políticos y Sociales (IEPES), centro neurálgico en el que convergían los más destacados intelectuales y técnicos formados preferentemente en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Reclutados desde la presidencia de José López Portillo los sedicentes cuadros de excelencia pasados por las universidades de Harvard, Yale, Chicago, Columbia, Stanford… (USA), no es casual que, desde su toma de posesión, De la Madrid inaugurara su administración con el anuncio de que lo hacía con un plan de Economía de guerra (las afamadas medidas dolorosas pero necesarias).

La sublevación del Pacto Obrero-Campesino

Para entonces se habían dado ya las primeras dos crisis de fin de sexenio. El humor social subía de tono al grado de que hasta la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Confederación Nacional Campesina (CNC) concertaron el pacto obrerocampesino como frente de resistencia contra las “políticas de choque” impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En el centro de gravedad de la agenda de esas centrales estuvo el reclamo: Ya que López Portillo había convocado a los mexicanos a prepararse para administrar la abundancia petrolera, lo justo era que la renta nacional fuera compartida por la clase trabajadora mediante una nueva política redistributiva.

Era titular de la SPP Salinas de Gortari. Lugo Verduzco fue sensible a la rebelión de los sectores proveedores del voto duro del PRI. Su margen de acción era, no obstante, limitado.

Desde el llano las demandas empezaron a permear las cúpulas dirigentes del PRI. Sus agentes más conspicuos pretendieron orientar la protesta popular poniendo en la orden del día la exigencia de que el partido comenzara por su propia casa, invirtiendo el orden vertical de las decisiones partidistas, especialmente en materia de selección de candidatos y bajándolas hasta el militante de a pie.

En materia de democratización, ni los veo ni los oigo

Obviamente, los tecnócratas neoliberales enquistados en la SPP, Hacienda, Economía, Banco de México y en general en la banca de desarrollo, no soltaron prenda. Su línea de pensamiento ya estaba infestada por las doctrinas de los padres fundadores del neoliberalismo.

Lugo Verduzco, de vocación conciliadora, hizo sinceros esfuerzos por racionalizar su trato con la disidencia interna. Fue copado desde el gobierno y en particular desde la SPP. Estaba ya en juego la sucesión presidencial de 1988.

Tomó entonces la causa un selecto grupo de priistas. Uno de los primeros que asumió la iniciativa fue Rodolfo González Guevara, veterano combatiente en las juventudes revolucionarias y ex secretario general del PRI. El segundo hombre en acción fue el brillante intelectual Porfirio Muñoz Ledo, ex presidente nacional del partido.

Se sumó la maestra Ifigenia Martínez, de gran autoridad académica. El prestigio de esos personajes atrajo a la solidaridad de otros militantes de la Ciudad de México y de los estados: El grupo tomó forma interna como corriente democratizadora. A la postre: Corriente democrática.

La purga en la Familia Feliz

Lugo Verduzco intentó darle cauce al movimiento al través de las comisiones Política y de Ideología. En foros privados de estos órganos el más beligerante fue Muñoz Ledo. Luego apareció públicamente el entonces gobernador de Michoacán, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Familia feliz. Así se identificaba coloquialmente al primer círculo del Presidente De la Madrid. Sus miembros pugnaban por tener la condición de favoritos para el 88.

Empezó la purga: La primera cabeza que rodó fue la del secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal, Francisco Buenaventura Labastida Ochoa, que aspiraría a la candidatura presidencial. Desde Palacio Nacional (SPP) fue desterrado a Sinaloa.

Al propio Lugo Verduzco se le llegó a considerar presidenciable. Fue desplazado en octubre de 1986 a Hidalgo. Lo relevó el chiapaneco Jorge de la Vega Domínguez.

El hermano que nunca tuve

El puesto de Labastida Ochoa fue ocupado por el gobernador en funciones del estado de México, Alfredo del Mazo González. De la Madrid lo lisonjeaba como El hermano que nunca tuve. Suficiente para que, desde que se incorporó al gabinete, resintiera una larvada guerra de los tecnócratas neoliberales: Fuego “amigo”.

Conviene aquí una acotación. En la crisis del 68, De la Vega Domínguez acreditó la grave misión de interlocutor del gobierno. El expediente, sin embargo, no le funcionó en la operación de diálogo con los representantes de la Corriente Democrática.

Al contrario, la crisis de exacerbó y empezó la deserción masiva. (Dicho sea de paso, ahí apareció el joven tabasqueño Andrés Manuel López Obrador).

Alfombra roja con dados cargados

Para el verano de 1987, De la Vega Domínguez montó la pasarela a fin de exhibir a los priistas aspirantes a la presidencia. Todos del gabinete: En la punta, Salinas de Gortari y Del Mazo González. Con fuerte presencia el constitucionalista Sergio García Ramírez. El secretario de Educación Miguel González Avelar y hasta de relleno el regente del Distrito Federal, Ramón Aguirre Velázquez.

Aunque era evidente que los dados estaban cargados del lado del secretario de Programación y Presupuesto, sólo Del Mazo González rindió banderas hasta el último día: El 4 de octubre de 1987.

Ese día, en un ambiente de tensión, el Comité Ejecutivo Nacional, los dirigentes de los tres sectores y algunos gobernadores anunciaron el destape de Salinas de Gortari.

Euforia bursátil y lunes negro

La semana arrancó auspiciosa: Como si se tratara del voto bursátil, el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores se disparó hasta las nubes.

Poco duró la euforia, como presagio, la Bolsa se desplomó a nivel del suelo dos semanas después (19 de octubre), un lunes negro. (Cuéntase que, como consecuencia, se registraron algunos suicidios de codiciosos jugadores novatos, según se dice que dijo De la Madrid).

La Corriente Democrática abandonó su condición de interna y se volvió torrente en todo el país. Cárdenas Solórzano aceptó su nominación por el decrépito Partido Auténtico de la Revolución Democrática (PARM). Después pasó a ser candidato del Frente Democrático Nacional (FDN).

Abanderado por el Partido Socialista Mexicano, el ingeniero Heberto Castillo Martínez declinó en favor de Cárdenas.

Los 20 millones que le ofreció el PRI a Salinas

Al cierre del año, el Partido Acción Nacional (PAN) se veía forzado a validar la candidatura del magnate Manuel de Jesús Clouthier del Rincón. A principios de 1988, el sinaloense fue proclamado candidato de Poder Ciudadano, un membrete de cobertura de la Confederación  Patronal de la República Mexicana (Coparmex).

De la Vega Domínguez prometió a Salinas de Gortari ¡20 millones de votos! A la hora de la verdad no le arrimó ni la mitad.

El 6 de julio de 1988, pasó a los anales de la historia electoral de México. Esa noche, con la caída del sistema de cómputo en la Comisión Federal Electoral, la clase priista fue sacudida por lo que, según describió después De la Madrid: ¡Un terremoto político!

Golpe de Estado técnico: Usurpación

De lo que pasó en septiembre en el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados para calificación de la elección presidencial, el diputado priista y constitucionalista, don Antonio Martínez Báez dijo: Un golpe de Estado técnico. Un modo eufemístico de maquillar la usurpación del poder presidencial.

Al mes siguiente, en pleno del Consejo Político Nacional, Manuel Camacho Solís hizo un diagnóstico sumario: El PRI sufrió el voto de castigo como reacción popular a las políticas económicas.

Indignante nota funeral

El próximo 28 de noviembre se cumplirán 24 años de que se destapó la candidatura priista de Luis Donaldo Colosio a la presidencia de la República para 1994. Fue confirmada en acto multitudinario el 8 de diciembre.

A dos meses de campaña, Salinas de Gortari regañó a los priistas: ¡No se hagan bolas! el candidato es Luis Donaldo. El 23 de marzo de 1994 el sonorense fue asesinado. Pero ésta es otra negra historia. La contaremos. Es cuanto.

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