Voces del Periodista Diario

El Halconazo

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

 

Se supo después que, desde su gestión en la regencia del Distrito Federal, el general Alfonso Corona del Rosal -quien había sido presidente nacional del PRI-  autorizó el reclutamiento de jóvenes civiles para darles adiestramiento militar.

Nunca se precisó a ciencia cierta si llegó a formarse una compañía o un escuadrón. O un simple pelotón de élite.

Fue una especie de ensayo de urbanización de los cuerpos de defensa rural, que para algunos efectos la Constitución identifica como Guardia Nacional. Todavía en Chiapas, en la década de los 90, proliferaron cuerpos paramilitares. A uno de  ellos, en la presidencia del priista Ernesto Zedillo, se le atribuyó la Matanza de Acteal de diciembre de 1997.

A aquellos reclutas se les entrenaba en artes marciales en un solitario paraje conocido como El Arenal, al oriente del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Después de su primera sanguinaria operación, se les conoció como Los halcones.

Los halcones actuaron por primera vez, visiblemente, el Jueves de Corpus, 10 de junio ¡No se olvida! de 1971. La represión tuvo como escenario el Casco de Santo Tomas, campus del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Fue un choque entre grupos antagónicos

Al entonces jefe de Departamento del Distrito Federal, el también ex presidente nacional del PRI, Alfonso Martínez Domínguez, se le motejó como El halcón mayor.

La misma noche del 10 de junio, Martínez Domínguez, desde el Palacio del Cabildo Metropolitano,  dictó su “verdad histórica”: Fue un choque entre grupos antagónicos. De todas maneras, fue defenestrado.

Para 1971, ya era presidente de la República Luis Echeverría. El ingeniero Heberto Castillo Martínez (+), con supuestos testimonios de Martínez Domínguez, culpó de aquella agresión a los estudiantes al propio Echeverría, quien era el 2 de octubre ¡No se olvida! de 1968, secretario de Gobernación de Gustavo Díaz Ordaz.

No obstante que el 1 de septiembre de 1969, en la lectura de su quinto informe de Gobierno, Díaz Ordaz asumió toda la responsabilidad histórica -moral, ética, social y política- por la Matanza de Tlatelolco, sedicentes izquierdistas le cargaron al secretario Echeverría los muertos en la Plaza de las Tres Culturas. Después, le sumaron los del Casco de Santo Tomás.

Los seres humanos asesinados no deben ser pasto de estadísticas. Pero se levantaron memoriales con los nombres de las víctimas de aquellas represiones del Estado.

Hay de crímenes de Estado a crímenes de Estado

El ex candidato presidencial del Frente Democrático Nacional (FDN), después fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD-1989), Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, en la recordación de la ejecución tipificada genéricamente de Obando y Gil (junio de 1988), ha imputado al priista ex  presidente Carlos Salinas de Gortari el asesinato de más de 600 perredistas durante su sexenio.

Al ex presidente priista suplente Ernesto Zedillo, se le recuerda por las matanzas de Aguas Blancas, Guerrero, y de Acteal, Chiapas.

Después de la experiencia argentina de los noventa, en que se instituyó y operó una Comisión de la Verdad, civil, para documentar los crímenes de las dictaduras militares y exigir su castigo, en México los sedicentes izquierdistas (ya militantes del PRD) empezaron a proponer una Comisión de la Verdad para investigar los crímenes perpetrados durante La guerra sucia de los años setenta.

En campaña, el panista Vicente Fox se comprometió a crear esa Comisión de la Verdad. Lo que les dio a los perredistas, incluyendo a los del voto útil, fue una Fiscalía Especial de la PGR para crímenes políticos y sociales del pasado.

En el centro de la actuación policial esa Fiscalía, en cuya nómina estuvieron sedicentes izquierdistas del PRD, siempre apareció Luis Echeverría. El titular de esa fiscalía terminó indiciado por turbios manejos administrativos de la partida presupuestal asignada.

Víctimas: Simples daños colaterales

Con la vida y la muerte de seres humanos no se juega. Pero si se trata de estadísticas de crímenes de Estado, los perpetrados durante una década de combate gubernamental al crimen organizado, las bajas suman ya cerca 200 mil.

A las víctimas inocentes se les remite al helado casillero de daños colaterales. Desde el sexenio pasado, se reconoce desde lo alto la ruptura del tejido social por esta nueva Guerra sucia.

¿Dónde están los sedicentes izquierdistas, luego afiliados en el PRD, que lucharon por la institución de una Comisión de la Verdad para castigar los crímenes de Estado?

Ahora son la “izquierda políticamente correcta”

Los sedicentes izquierdistas pasaron a ser mediáticamente “la izquierda políticamente correcta”: La izquierda “moderna”, que tiene espacios sobrados en los medios electrónicos para todo lo que pueda ofrecerse a la agenda editorial de esos medios. Son los mismos que echaron del PRD al que antes reconocían como “líder moral”, Cárdenas Solórzano.

La “izquierda políticamente correcta”, algunos de cuyos exponentes fueron acusadores de los responsables de la Guerra sucia de los setenta, terminaron, en este sexenio, indexados al fáctico Pacto por México.

Por el fáctico Pacto por México, cuyo gestor ofreció el 1 de diciembre de 2012 un México en paz, la comunidad nacional está bajo el imperio del México bronco, cuyo primer trofeo es la ingobernabilidad.

Los sedicentes izquierdistas cambiaron de piel y también de entrañas. Son parte de la vanguardia que postula y defiende el ejercicio del monopolio legítimo de la fuerza del Estado.

Ayer fue Jueves de Corpus -día consagrado por el santoral católico a las mulas. Mañana se cumplen 46 años de El halconazo. En 2018, se cumple medio siglo de La matanza de Tlatelolco.

Las víctimas de la Guerra sucia de los sesenta-setenta; las víctimas de la Guerra sucia de 2017 no pueden descansar en paz. Pero eso no preocupa a los de la “izquierda políticamente correcta”. Son asociados y abogados del Estado fallido. Es cuanto.

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