Las cosas, como son
Por Jorge Santa Cruz (*)
A estas alturas, a nadie le queda duda de que la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior se equivocó al calificar más de 11 mil exámenes del proceso de asignación a la preparatoria o el bachillerato.
Tampoco, de que la aceptación sumisa de esos resultados, por parte de los estudiantes afectados y de sus respectivas familias, hubiera consumado un fraude, voluntario o involuntario, lo cual quedará en el más absoluto misterio.
La movilización social dio resultados justos, lo cual es de reconocer. Y fue así, gracias a la actitud constructiva de la Universidad Nacional Autónoma de México, institución que se encargó, primero, de reconocer los más de 11 mil errores de la COMIPEMS y, luego, de abrir sus puertas a 3 mil 613 alumnos que habían sido descartados como producto de esas equivocaciones.
El tema, sin embargo, no debe quedar ahí. Es indispensable que la COMIPEMS sea sometida a una auditoría profunda para saber qué originó el problema, con el fin de evitar que se repita. Lo que está de por medio es la confiabilidad del proceso anual de asignación al nivel de educación medio superior.
También, que los distintos órdenes de gobierno (federal, estatal y municipal), aprendan de la UNAM y actúen como lo acaba de hacer en el caso de la COMIPEMS: escuchando, revisando, ofreciendo disculpas públicas y actuando con el más elemental sentido de justicia (al incorporar a más de 3 mil 600 jóvenes que habían sido hechos a un lado).
Si el ejemplo de la UNAM fue replicado todos los días, por todas las instituciones del Estado mexicano, nuestra nación recuperaría pronto la grandeza que merece.