Voces del Director
Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George (*)
Está consagrado en la Constitución el derecho de todo ciudadano mexicano a votar y ser votado en elecciones a puestos de elección popular.
El problema para los gobernados radica en lo que coloquialmente se conoce como chapulinismo, que consiste en esa compulsión de saltar de un puesto público a otro.
En la picaresca política mexicana a ese tipo de saltarines se les conoce como el eterno inconcluso. Nunca terminan el periodo para el que fueron electos.
El jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera puso la víbora a chillar al anunciar que en unas semanas pedirá licencia para buscar la Presidencia de México.
Mancera es actualmente presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago). El cumplimiento de su periodo o su separación no afecta mayormente, en términos prácticos, a los habitantes de la CDMX.
Sí afecta, en grado sumo, que la jefatura de Gobierno de esta entidad entre al terreno de sede vacante.
Ello es así, porque al cúmulo de problemas insolutos de la CDMX la colocan en una potencial situación de inestabilidad política se aúna que el territorio es, literalmente, una olla de grillos que están en pugna por las candidaturas a los rentables cargos titulares en 16 delegaciones en mudanza a alcaldías, las diputaciones a la Asamblea Legislativa y las senadurías y diputaciones federales que se disputarán en 2018.
¿En manos de quién se dejará la custodia de la población?
En todo caso, aquella intensa conflictividad se remite a los regímenes internos de cada partido o, en su oportunidad, a los órganos de administración electoral.
No aplica igual el riesgo al hecho del relevo en la jefatura de Gobierno, toda vez que los más destacados miembros del gabinete de Mancera están en tesitura de buscar su nominación al periodo constitucional 2018-2024. ¿Quién pretendería la suplencia para unos cuantos meses? ¿Quién, de segundo nivel, es idóneo para sacarse la rifa del tigre?
El problema toral de la CDMX en este mismo momento, es el desencadenamiento de la violencia, cuyo espectro da pie a la hipótesis de que en la sede de los poderes ferales ha sentado ya sus reales el crimen organizado.
No merecen los habitantes de la CDMX se les deje bajo la poltrona situación de, el que venga atrás, que arree. Para eso no se otorga mandato electoral.