Sinfonía Telúrica
Por Abraham García Ibarra
A todo sirve, hemos dicho, la pandemia, y de ésta todos pretenden servirse: 1) Para poner a galope el darwinismo social, 2) Para los chantajes políticos, 3) Para la evasión de los compromisos cívicos comunitarios, 4) Para profundizar el aislamiento individualista sin necesidad de cuarentenas sanitarias, y 5) Para encontrar coartadas; muchas coartadas, lo mismo en los segmentos más egoistas de la sociedad empresarial, que en algunos órganos autónomos del Estado.
EU pretende dinamitar la Organización Mundial de la Salud
A principios de semana, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, reveló ambiguamente ser objeto de amenazas. Horas después, medios europeos informaron que Washington amagó con suspender sus aportaciones financieras a esa institución porque ésta habría puesto su atención preferentemente en la situación en China.
El etíope director de la OMS había demandado a los gobernantes, particularmente a los de los Estados Unidos, poner en cuarentena la politización de la crisis. Solicitud, decimos, como flecha al blanco ahí donde Donald Trump, con el desparpajo y el cinismo que lo caracterizan, se ha trepado al carro del oportunismo para poner al servicio de su campaña los rendimientos electorales de la pandemia sicológica, desestimando la cantidad de muertos que él mismo considera, aunque incuantificable, pavorosa.
(A propósito, en esta edición digital consignamos que, hace un mes, un analista financiero mexicano se subió a la ola terrorista calculando en 25 millones el número de víctimas mortales por coronavirus. Hasta el reporte de ayer, se da cuenta de 88 mil 338 fallecimientos en todo el mundo. Al augur nativo le faltan 24 millones 921 mil 661 decesos para ver satisfecha su predicción.)
En cuanto a la amenaza del Departamento de Estado de suspender los subsidios a la OMS, no entraña ninguna novedad la falta de ética de la Casa Blanca. Desde el doble mandato republicano de Ronald Reagan hasta el periodo de George W. Bush, a la ONU se le hizo la misma advertencia -incluso la de su expulsión de su sede en Nueva York- por no avalar las políticas guerreristas del comandante en jefe de El Pentágono.
Privatización de las ganancias; socialización de las pérdidas
Retomando las líneas del primer párrafo de esta entrega, sobre los usos y abusos con cargo a las diversas manifestaciones de la crisis humanitaria, una observación se impone de cara a sus descomunales y monstruosos costos: La privatización de las ganancias -muchas ganancias- y la socialización de las pérdidas, operación unitaria de aquellas potencias en las que medra el mercantilismo recalentado.
Colocado aún en el carril neoliberal, en México no puede ser de otra manera: Los rapaces Cresos domésticos han salido de sus catacumbas sin compadecerse de Los de Abajo que, además de poner los muertos, ponen su permanencia en el empleo, sus magros salarios y la tranquilidad en sus hogares, como lo han hecho durante los seis sexenios en que sentó sus reales en el país el crimen organizado, desde las llanuras y las hondonadas del territorio nacional hasta los bunkers metropolitanos donde despachan los delincuentes de cuello blanco.
De Zapata se escucha aún el clamor: ¡Tierra y Libertad!
No sólo los escenarios activos y potenciales donde se expande la pandemia requieren de una eficaz profilaxis; también las moradas donde la codicia desmesurada es el santo y seña de las relaciones de producción.
Mañana -memoria de Emiliano Zapata– así sean sofocadas por las sordinas en los escenarios abiertos, se repetirán las demandas seculares en voces rurales: ¡Tierra y Libertad! Nunca la segunda tan imperativa cuando los obligados aislamientos y confinamientos están en tesitura de convertir un mal orgánico en una crisis emocional de alcances imprevisibles. Es cuanto.