Ojo Público
Por Norberto Hernández Montiel
En estos meses de campañas electorales en Estados Unidos se están intensificando las declaraciones dirigidas a nuestro país –en ocasiones al grado del absurdo– en tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador calienta motores rumbo a la Cumbre de las Américas, a realizarse en junio de este año, nada menos que en Los Ángeles, donde residen casi 12 millones de compatriotas, entre mexicanos y los llamados mexicoamericanos.
Uno de los estados de la Unión Americana donde habrá elecciones para gubernatura y Senado este año será precisamente California. Esta circunstancia nos pone en el contexto de varias presiones contra México en cuanto a la trama migratoria, que implica diversas aristas, pero una de las principales es la económica, que provoca un intenso tránsito humano ilegal hacia EUA.
En medio de esta situación, el presidente López Obrador realizará una gira por varios países de Centroamérica y el Caribe, durante la cual se reunirá con los mandatarios de Guatemala, Alejandro Giammattei; El Salvador, Nayib Armando Bukele Ortez; Honduras, Xiomara Castro; Belice, Juan Antonio Briceño y de Cuba, Miguel Díaz Canel.
Centrado en esta última nación, comparó las entradas por remesas a México, superiores a los 50 mil millones de dólares al año, con este ángulo poco mencionado del bloqueo económico contra la isla caribeña, que ya lleva seis décadas. “Esto –enfatizó– no tiene que ver con ideologías, ni con partidos, ni con política; es ayuda a sus familiares. ¿Por qué negarle esa posibilidad a los cubanos que tienen sus familias en Cuba? ¿Por qué asfixiar?”
No obstante esta declaración ya es fuerte en sí, de cara a la Cumbre de las Américas AMLO expuso que durante la llamada telefónica sostenida entre él y el presidente norteamericano Joe Biden, planteó a éste la necesidad de que participen todos los países de la zona en esta reunión, incluyendo a Cuba.
Así, vemos que se han recuperado los principios básicos de la política exterior mexicana. Esto nos lleva a recordar la forma en que nuestro país manejó la votación para excluir a Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA), en un entramado sumamente complicado, dado que por esos días la tensión entre Estados Unidos y la entonces poderosa Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) había llegado al punto álgido de la crisis de los misiles en 1962. El presidente era el otro López: Adolfo López Mateos.
Por aquellas fechas, a causa los vertiginosos acontecimientos, el secretario de Relaciones Exteriores, Manuel J. Tello, trabajó jornadas extraordinarias para exponer tres posiciones diferentes de nuestro país respecto a Cuba.
Desde enero de 1962, en la VIII Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, realizada en Punta del Este, Uruguay, cuando se planteó la expulsión de Cuba, nuestra nación se abstuvo de votar, debido a que estatutariamente, el organismo regional carecía de reglas para expulsar a cualquier país.
Durante la crisis de los misiles, cuando la URSS emplazó los proyectiles en la base militar de Guantánamo, el presidente de EUA, John F. Kennedy convocó a reunión urgente, en exigencia del retiro de estas armas, y México apoyó la postura norteamericana.
La tercera resolución, en la cual se planteaba que todos los países integrantes de la OEA debían romper relaciones diplomáticas con el gobierno de Fidel Castro, México la votó en contra.
En contraste con esta posición digna, hace un mes se cumplieron 20 años de la vergüenza protagonizada por Vicente Fox y Jorge Castañeda Gutman, cuando el primero, en llamada telefónica, invitó a Fidel Castro a asistir a la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, en Monterrey, a condición de que sólo se presentara y se retirara, en el desafortunado incidente del “comes y te vas”.
Volviendo a los misiles, ahora son verbales y vienen de EUA. AMLO se refirió a uno de ellos. El que lanzó el gobernador de Texas, Greg Abbot, quien está en campaña por su reelección al cargo. Sin mencionarlo por su nombre, lo instó a moderar su discurso. En su estilo coloquial lo invitó a “que le baje una rayita”.
El comentario de López Obrador no era para menos, debido a que Abbot, de acuerdo con The New York Times, está estudiando la posibilidad de declarar a los migrantes que cruzan la frontera de nuestro país hacia el suyo a través de Texas como “invasión”, lo cual le permitiría demandar poderes de guerra con el fin de controlar la zona.
Por lo pronto, el texano dio órdenes para que se revisen exhaustivamente los tráileres mexicanos que atraviesen por su jurisdicción y esto afecta el transporte masivo de mercancías procedentes de nuestro país.
Esto, apenas a dos meses de que se inició el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, en el cual no sólo el gobierno estadounidense trató de involucrar a México; también lo hizo un grupo de diputados de la oposición, quienes inclusive demandaron el envío de pertrechos, cuando entre los principios fundamentales de la política exterior mexicana está la no intervención.
En cuanto al ángulo económico, AMLO aprovechó la llamada de Biden con el fin de solicitarle ayuda financiera para el desarrollo de Centroamérica, con base en programas sociales, tales como “Sembrando vida”. Así, consideró, se puede detener la migración, además le habló sobre la necesidad de establecer un programa de visas temporales para trabajadores.
Tales disposiciones serían “lo más conveniente, lógico, eficaz, humano,” que podría hacerse con el fin de ordenar una tendencia migratoria que no se puede detener, además de que resulta indispensable atender las causas del fenómeno, con mayor razón si en Estados Unidos hace falta fuerza de trabajo.
López Obrador también le dedicó un comentario al fanfarrón ex presidente Donald Trump, cuya administración ofreció invertir cuatro mil millones de dólares en la región, y hasta el momento sólo han llegado unos cien millones.
¿Será mejor tener a los migrantes cruzando el poroso muro que ofreció Trump en vez de apostarle al desarrollo de la región?