Voces del Periodista Diario

Estados Unidos: pacto entre demócratas y republicanos para eliminar a Trump

Matteo Castagna

 

Por Matteo Castagna

Los demócratas, con sus medios de referencia, han intentado incriminar, desde 2016, a Donald Trump, primero, con el engaño del “Russiagate”, luego con la “farsa del impeachment” que fue rechazada por el Senado; también lo intentaron con la “insurrección” que envió a prisión a mil estadounidenses, incluidos numerosos veteranos de guerra, con el “documentsgate” y acusaciones relacionadas contra Trump de haber robado informes secretos de seguridad nacional para entregárselos a los rusos, y ahora con una acusación de extorsión contra la “Ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por Racketeers”, utilizada para privar a la mafia de medios financieros para defenderse de los cargos.

La abogada Fani Willis, cercana a los demócratas, considera que Trump cuestiona el resultado de una elección democrática como un acto de extorsión. No podía faltar el “strippergate”, en el que una estrella del porno acusó a Trump de haberse aprovechado de sus servicios (probablemente una acusación falsa con amenaza de extorsión).

Se podría decir que el “mundo entero es un país” porque las similitudes con ciertas persecuciones judiciales sufridas por Silvio Berlusconi, a menudo mecánicas y por magistrados globalistas, surgen de forma espontánea. El mensaje, fruto de un acuerdo mal disimulado entre republicanos y demócratas, es que los presidentes que se oponen al conjunto de grupos nacionales y supranacionales que constituyen el poder de la matriz masónico-liberal-mundialista en Estados Unidos, nunca más serán tolerados en la Casa Blanca.

Trump dijo, y repitió innúmeras veces, que quitaría el poder a las élites para devolvérselo al pueblo. Con Trump en el poder, la guerra contra Rusia en Ucrania se terminaría y la Unión Europea también tendría que desvincularse de ciertos lobbies para mantener excelentes relaciones en el exterior.

Por estos desafíos, se enfrenta probablemente a acusaciones falsas en jurisdicciones donde los demócratas controlan a los jueces, jurados y fiscales.

Los grandes donantes del Partido Republicano alientan el abandono de Trump – que será el ganador seguro de la nominación y de las elecciones- porque no pudieron ni podrán controlarlo. Los ricos no dan dinero sólo para que el pueblo tenga su líder, sino porque es el líder de los Paperoni.

Según informa Axis, los financistas propietarios del Gran Dinero  han puesto sus miras en el gobernador de Virginia, Glen Youngkin, y en el gobernador de Georgia, Brian Kemp. Por su parte, Rupert Murdoch, el magnate de los medios y propietario de Fox News, también está presionando por el Gobernador de Georgia. El artículo de Axios, deja bien claro, que los donantes republicanos están frustrados con la fuerza electoral de Trump y no saben cómo deshacerse de él.

Paradójicamente, no quieren a Trump porque están seguros de que ganará.

En resumen, de hecho, ya no hay dos partidos sino un solo partido que trabaja contra Trump y las personas que obstaculizan el dominio de la élite. Los partidos, un poco como aquí, en Italia, ya no son representantes del pueblo sino vehículos del establishment en el poder. Aparte de Donald Trump y Robert F. Kennedy, ¿dónde están los líderes del pueblo estadounidense?.

Los republicanos están conectados con la agenda demócrata, como lo han demostrado algunos acontecimientos importantes en los últimos años, en primer lugar las enormes donaciones a iniciativas del “Despertar” de Black Rock, una organización financiera que controla el 90% de los consejos de administración de las Fortune 500, entre los cuales están Disney, Starbucks, Budweiser y Target, que viven bajo el chantaje de permanecer en el negocio del dinero apoyando la agenda del “Despertar” o quedar completamente aislados de él. Podemos decir que los estadounidenses no tienen partidos reales y que sus dos opciones actuales parecen ser la sumisión a la tiranía o la revuelta.

En la Italia gobernada por la derecha, a menudo nos preguntamos el motivo del hiperatlantismo que hace que el gobierno de Meloni sea definido como la continuación del gobierno de Draghi.

El alineamiento con las directivas de la OTAN y la UE a veces representa una vergüenza para quienes creen en la soberanía nacional: uno se pregunta si nos hemos convertido en un satélite fiel de Ucrania.

El atlantismo radical de cierta derecha italiana deriva de la estipulación del pacto político-militar entre Estados Unidos y el gobierno franquista español. Este confortable contexto, probado durante más de setenta años, explica la naturalidad con la que los herederos del MSI pasaron a formar parte del gobierno italiano a principios de los años noventa, hasta obtener el cargo de primer ministro. Cuánta dedicación a los fundamentos de la República se puede deducir de la definición que le dio Giorgio Almirante en enero de 1988: “República Bastarda”. Para todos está claro que la adaptación a la guerra y la emulación de los EE.UU., ahora en todos los ámbitos, se ve contrarrestada por el olvido de las “palabras electorales”, hasta el punto de que se respira el aire mefítico de una intercambiabilidad decisiva entre los de la centroderecha y la centroizquierda, como está sucediendo en Estados Unidos entre demócratas y republicanos. En todas partes, en la piel y en las cuentas corrientes de millones de contribuyentes, que luchan por comprender estos intrincados mecanismos de poder. La prueba de las elecciones europeas de 2024 será interesante para constatar el aprecio de los pueblos hacia la transformación forzada de sus gobernantes.

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