Este domingo, 22 de octubre, se realizaron las elecciones generales presidenciales en la República Argentina, dejando como ganador de la Primera Vuelta al candidato oficialista Sergio Massa.
El actual Ministro de Economía, representando a Unión por la Patria, supo revertir algunas tendencias negativas y contradiciendo ciertos pronósticos de escenarios que lo dejaban como un derrotado, obtuvo el primer lugar con el 36.68 % de los votos (9.645.983). Esta performance generó alegría en los cuadros y las bases del Gobierno Nacional, reforzando su convencimiento de que retendrán el Poder Ejecutivo Nacional.
En el equipo de la estrategia electoral de Massa, se destacó el grupo brasileño que el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, le acercó, tras las PASO, a Sergio Massa para exponerlo, en la imagen político-electoral- como un garante de lo “social y popular”.
En segundo lugar, se ubicó Javier Milei, de la Libertad Avanza, con el 29, 98% (7.884..336). Este desempeño limitó, entre las huestes del llamado mileísmo, el entusiasmo porque, contra toda concepción realista, se creía, en esas filas, que Milei se haría con la Casa Rosada el 22 de octubre.
Así, se demostró, con la cruda realidad, de que la política real va por caminos diferentes del opinionismo y las emotividades digitales. La política de poder siempre supera a las ilusiones de las burbujas virtuales.
Ambos postulantes, sin tener mayoría social de respaldo, y entre quienes hay enlaces de poder en común, acudirán al balotaje que se efectuará el domingo 19 de noviembre.
Es imperioso indicar que Massa se perfila vigorosamente como el ganador final del proceso electoral 2023 y como el nuevo presidente de la Nación Argentina por el período 2023-2027. Esta etapa será difícil con muchos problemas, desafíos e imprevistos, donde las figuras políticas que predominaron en el país, en las últimas 2 décadas, perderán el estatus decisorio.
Además, estas elecciones sumieron a Juntos por el Cambio en una crisis profunda de liderazgo, de concertación interna y aceptación social; el expresidente, Mauricio Macri, en su intención personal de influir en el devenir político, acercó posiciones con el mileísmo, produciendo un rechazo en gran parte de los socios y votantes del espacio que representa.
La crisis de representatividad política, entre otras crisis lógicas, se ampliará en este país del Cono Sur, donde el desencanto social crecerá hacia los componentes de todas las esferas de poder.
Por lo que Argentina seguirá en la atención del público internacional.