Voces del Periodista Diario

“¡LO TURBIO DEL DISTURBIO!”

RAZÓN, TESÓN Y CORAZÓN
Por Alejandro Ruiz Robles

 EL ERROR.

Si hay un vicio en la humanidad es disfrutar del error del otro para de ello hacer leña del árbol caído.

Para muchos no hay mayor deleite que esperar a que alguien de un mal paso para que con ello se inicien acciones no sólo para lastimarlo sino para destrozarlo y si es posible, mostrarlo públicamente.

Esos carniceros que sólo aguardan su momento para devorar al incauto y saciar su morbo con la respuesta del escrutinio social se ha convertido por mucho en una diversión superior a los deportes.

“¿De qué sirve tener millones de aciertos, si basta un error para lapidarte?” es la expresión que muchos hacen cuando son señalados por sus errores.

Cualquiera puede tener millones de aciertos, pero basta un yerro para sentir las mordidas salvajes de las hienas que lo merodean.

En ese contexto, tal pareciera que la comunidad tolera más al victimario que a la víctima y mientras ésta muestre mayor vulnerabilidad, más fuerte será su encanto.

Tan común es está práctica que basta entrar en las redes sociales para constatar esta situación.

Ante tal vorágine de información de notas alarmistas que se presenta en cualquier medio … ¿disfrutas de ser parte de ella?

LOS TRAPOS SUCIOS.

Quizás no haya un momento tan desagradable para presenciar esta situación como persona que apreciar cualquier momento político que no tenga un resultado deseable; ni hablar de las campañas electorales en donde tirar suciedad se convierte en un hábito durante el tiempo que duran.

Sea fuego amigo o enemigo, lo cierto es que los que se venden como virtuosos resultan ser los más fangosos y los que hacen propuestas sólo son mediáticos en la medida que sus errores afloran.

El dicho de “poner la basura en su lugar” se transforma en “acumular de basura a aquel que me puede ganar”.

Pretender escuchar que alguien aporte algo en beneficio de todos pareciera un sueño desmedido que se ahoga en las pesadillas que generan los improperios.

De hecho, tal pareciera que gana quien exhibe más al otro, sin importar que sean los argumentos ciertos o medias verdades.

En ese contexto de lo único que podemos percatarnos es de que la falta de certezas y seguridades es la única que se muestra una vez constante bajo estas conductas, sean o no tiempos de campaña.

¿Cuándo fue la última vez que apreciaste a un candidato por sus propuestas serias y acciones congruentes?

 

EL OLOR A SANGRE.

Amén de las campañas, regresemos a la vida cotidiana.

A cuantas personas no conocemos que muestran una forma de ser y al convivir, una vez que saben de la falla de alguien o bien, conocen algo de su vida que el resto no y que por alguna razón no lo han querido hacer público, tales personas utilizan esa información para exhibir tal circunstancia, ya sea que sean irónicos, busquen lastimarlo o simplemente, deseen posicionarse con superioridad.

Ni hablar cuando usan la calumnia o la falsedad para maximizar una situación que al final, pretende denostar de todas formas posibles al sujeto de ellas.

Ninguno de los victimarios pretende que el error sea corregido o el fallo superado; simplemente buscan aniquilar cualquier rasgo de dignidad en su víctima y al hacerlo, que esto sea tan popular que los que de ello participen vean la nefasta grandeza de quien lo difundió y asuman acciones infames contra la persona.

Tal pareciera que entre mayor sea el daño es más grande el aliciente por continuar, aunque en ellos la calidad humana de los participantes cada vez sea más ínfima.

Nunca he entendido que satisfacción puede producir el destrozar a una persona sólo por su condición, falencias o desaciertos; menos aún puedo entender que haya tantos practicantes de tan nefasto ejercicio.

Tal pareciera que la humanidad cada vez más encuentra motivos para su destrucción o su inminente deterioro en sus reglas de convivencia y para tal efecto, basta ver el trato inhumano que entre nosotros se manifiesta.

La naturaleza permitió a los tiburones que con su olfato pudieran detectar sangre a cierta distancia … ¿es una habilidad que las personas se percaten de los errores de otros para lapidarlos?

TAN IMPERFECTO COMO SOY.

Muchas de las personas con que he compartido durante mi vida y de las cuales he tenido la oportunidad de aprender, me han enseñado que tanto los comentarios disciplinarios como personales es mejor hacerlos en corto, directamente con las personas que tengan un legítimo interés en ello. De otra manera, esto pasa a ser una exhibición que en nada beneficia y, por el contrario, si puede llegar a incomodar.

Mención aparte merece el atribuirle defectos ajenos a uno, ya sean familiares, amigos o pareja; ya que tan solo de pensar el compromiso que acarrea cumplir con las responsabilidades, no sería justo responder por las de otros.

En ocasiones me quedo sin palabras de los señalamientos que hace la gente a los amigos o familiares de las personas con vicios o problemas que han sido exteriorizados: “su padre es un alcohólico”, “su hermano está en la cárcel”, “su hijo es un bueno para nada”, “se junta con esos inútiles”, etcétera.

Desde luego, legitiman tales señalamientos en “quien con lobos anda, a aullar se enseña”; sin embargo, me pregunto, tal referencia … ¿es una ley o principio o una mera especulación por mostrar una “supuesta sapiencia”?

Adicionalmente, por más que la razón y el sentimiento exista, yo no puedo vivir por otros ni mucho menos, hacer que vivan de acuerdo con mis designios.

¿Alguna vez has hecho imputaciones a alguien por acciones de otros?

 

CONOCER Y RECONOCER.

En diversas platicas sobre este tema, comentamos que, en un mundo asolado por los intereses, la desinformación y el morbo, pretender que la verdad sea conocida es prácticamente una falacia.

Satisfacer a quienes se nutren del daño ajeno es prácticamente imposible; simplemente, a éstos únicamente les interesa más vivir del infortunio de otros que aprovechar sus oportunidades para ser una mejor persona.

Alguna vez, al hablar de los motores para elevar los alcances de los seres humanos, muchos hablaban del amor; no obstante, había otros factores como el odio y la envidia citados.

En ese sentido, vale la pena cuestionarse si como personas debemos estar tan mal, que lejos de fincar en aspectos positivos, necesitamos hacerlo en factores negativos que por si sólo nos llevarán a destruir al ser humano en el que habitamos.

De pretender tomar algún consejo podríamos hacerlo del filósofo griego Sócrates y poner el “Conócete a ti mismo”. Si a partir de ello, pretendemos hacerlo con quienes están a nuestro lado y de ello, procedemos al reconocimiento de nuestras virtudes y enmendar nuestros errores, seguramente estaremos cimentando en el presente las bases de un gran futuro.

Sería un éxito hacer de tal reconocimiento un hábito y hacerlo con otros, aplaudir sus esfuerzos, felicitarlos por sus logros y ayudarlos a levantarse en las caídas que se presenten en su camino, así como animarlos.

Conocernos a nosotros y a las personas con que compartimos y reconocernos por lo que hacemos y decimos es un hábito que nos puede llevar a la excelencia.

Imaginar que la vida es congruencia y reciprocidad y saber que eres lo que das y en ese sentido, lo que das recibes; seguramente nos llevaría a tener un mejor lugar para vivir.

Al final como al principio, no se trata de ser perfectos sino seres perfectibles … ¿ASÍ LO CREES?

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