Voces del Periodista Diario

Algunas reflexiones de la campaña aérea en Ucrania

Por Cnl My (R) Gabriel Camilli

Rusia continúa su campaña aérea estratëgica contra la infraestructura crítica de Ucrania.

Cada dos o tres semanas, un ataque aéreo ruso masivo causa mayor destrucción.

De los 18 gigavatios de electricidad que necesita Ucrania, sólo nueve gigavatios están disponibles.

A esto se suma el daño masivo causado por los recientes ataques de fines de agosto de 2024, que también representa la respuesta de los rusos a la ofensiva ucraniana en Kursk.

El 27/08 fue bombardeada una importante presa al norte de Kiev. Si se rompiera, la capital, Kiev, correría el riesgo de sufrir una inundación.
No debemos dejarnos engañar por acontecimientos como la ofensiva de Kursk.

A pesar de los compromisos asumidos en la última conferencia de la OTAN, muchos países todavía tardan en entregar sistemas de defensa aérea adicionales a Ucrania.

Esto está mostrando sus efectos.

Recientemente, el general Syrski (Comandante Ucraniano) presentó cifras que muestran que, desde febrero de 2022 hasta julio de 2024, de los casi 9.630 misiles de crucero y misiles rusos disparados contra Ucrania, sólo alrededor de 2.430, o casi el 25 por ciento, fueron derribados.

Esto explica la destrucción masiva. Además, tras los éxitos ucranianos en Kursk, quedó claro que Rusia y Ucrania intentarían desviar la atención de Kursk en el espacio informativo.

Eso lo vemos hoy de un lado y otro, siempre la niebla de la Guerra 2.0 y los medios parcializados y subjetivos.
Por su parte, el presidente Volodymyr Zelenskyj anunció represalias por el masivo ataque aéreo ruso, en su mensaje de vídeo vespertino. “Ucrania utilizará los aviones de combate F-16 suministrados por Occidente”, explicó Zelensky.

¿QUÉ PASA EN EL AIRE?
La “superioridad aérea”, en cualquier manual de doctrina aeronáutica militar, es aquel grado de control del espacio aéreo que permite realizar operaciones en un momento y lugar determinados sin interferencias prohibitivas de amenazas aéreas y misilísticas contrarias.

La “supremacía aérea”, por otra parte, es ese grado de control del espacio aéreo en el que un adversario es incapaz de interferir eficazmente en el área operativa utilizando amenazas aéreas y de misiles.

Por lo tanto, jerárquicamente la “supremacía aérea” está por encima de la “superioridad”, y ambas están por encima de la “paridad” o sea el caso en que las fuerzas de los dos adversarios son iguales.

Evidentemente, la “supremacía aérea” de una fuerza corresponde a la “incapacidad aérea” de una fuerza contraria, mientras que la “superioridad” de un lado corresponde a la situación de “inferioridad” del otro.

Es intuitivo que, para obtener superioridad aérea (y aún más supremacía), es necesario atacar los medios enemigos encargados de controlar los cielos: centros C3 (Comando, Control y Comunicaciones), medios aéreos en tierra o en vuelo, SAM (Surface to Air Misil), y cualquier otro instrumento utilizado para tal fin.

Si hasta el conflicto ucraniano la superioridad aérea se obtenía con prolongadas campañas de interdicción aérea en territorio adversario para suprimir/destruir las defensas, realizadas con instrumentos cinéticos y electrónicos (EW – Electronic Warfare), esta guerra y el hecho de que ninguno de los contendientes haya logrado obtener de manera estable la superioridad aérea en el campo de batalla, si no de manera puntual y limitada, la misma formulación está cambiando en el ámbito militar, es decir, se está revisando el manual para actualizarlo y establecer nuevas metodologías para la obtención de superioridad/supremacía aérea.

Considerando que la guerra en Ucrania se ha transformado, tras las primeras semanas, en un clásico conflicto convencional de desgaste, ¿qué ha cambiado?.

Para responder a esta pregunta, el general James Hecker, comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en Europa, puede servir de referencia valida.

El general parte de la consideración de que ambos bandos en conflicto, Rusia y Ucrania, no han logrado la superioridad aérea porque poseen avanzados sistemas integrados de defensa aérea.

Básicamente, la actividad aérea de las dos fuerzas aéreas enemigas no fue posible de forma segura y eficaz porque, en cualquier caso, los sistemas de defensa aérea intervinieron derribando aviones.

Esto, objetivamente, llevó a un uso moderado de cazas por parte de Ucrania, que no posee una fuerza aérea grande y moderna como la rusa, y obligó a la fuerza aérea de Moscú a operar en las áreas cubiertas por sus burbujas Anti Acceso/Denegación de Área (A2 /AD), o realizar incursiones rápidas de algunos cazas a muy baja altura, lo que impide la precisión y, por tanto, la eficacia de los ataques.

La prueba de esta capacidad de interdicción del espacio aéreo la da el uso generalizado de misiles de crucero, y el hecho de que se han visto kits para bombas de caída libre, capaces de ampliar su alcance y mejorar su precisión (pensemos en el JDAM-ER del lado ucraniano o en el UMPB/UMPK ruso).

La guerra en Ucrania también demostró la validez del enfoque multidominio de las operaciones y, en particular, de las operaciones antiaéreas.

Los vehículos utilizados para atacar aeródromos, sitios C3 e, incluso, sitios SAM han sido lanzados desde unidades navales de superficie y submarinas en el lado ruso, mientras que Ucrania ha demostrado una flexibilidad considerable en el uso de sistemas antibuque terrestres para atacar objetivos adversarios.

Actualidad en Kursk, según nos relata el Cnl (R) Fernando Duran, con referencia al Dominio Aéreo: “el 19/08 Los rusos destruyeron un S 300 en Luhivka (Sumy) y un radar de Vigilancia y Control Aéreo en Kamyanka (Karkov) el 22/08.

Es interesante leer los partes rusos sobre Kursk porque dejan entrever cómo emplean su aviación, por un lado la aviación frontal agregada a cada Comando Operacional haciendo apoyo de fuego aéreo cercano (helicópteros, Su 25 y Su 34) junto a la artillería, y la fuerza aérea rusa que depende de un comando estratégico haciendo interdicción aérea táctica (Su 34 exclusivamente)”.

SUPERIORIDAD/SUPREMACIA
Seguimos aclarando términos: “¿Qué cosa es cada cosa?.

La interdicción aérea, táctica u operativa, busca afectar las fuerzas enemigas que aún no entraron en combate, es decir se hace en la retaguardia contra zonas de reunión, trenes logísticos e infraestructuras críticas y se complementa con fuegos operacionales.

El apoyo de fuego aéreo cercano es el que busca afectar a las fuerzas enemigas que están en contacto con las propias, lo cual es peligroso tanto por la mayor densidad de artillería antiaérea como por la probabilidad de fratricidio y complementa a la artillería y morteros” (Cnl Duran).

Por lo tanto, hoy podemos decir que las operaciones antiaéreas en la búsqueda de la superioridad/supremacía aérea involucran todos los dominios (mar, aire, tierra, ciber espacio) y utilizan aviones, misiles lanzados desde tierra, desde el cielo y desde el mar, aviones no tripulados, vehículos, artillería (cohete o cañón), fuerzas terrestres, operaciones especiales, operaciones espaciales, operaciones cibernéticas, guerra electrónica (EW) y otras capacidades para crear los efectos letales y/o no letales deseados.

Sobre todo, el conflicto ucraniano ha demostrado que obtener la superioridad aérea (fundamental para la victoria en el campo de batalla) es costoso en términos de los medios utilizados y no puede lograrse sólo con el uso de herramientas de bajo costo: las municiones merodeadoras, por ejemplo, no son suficientes incluso si se usan en enjambres.

Una de las razones por las que Rusia, a pesar de su abrumadora superioridad aeronáutica numérica sobre Ucrania, no obtuvo superioridad aérea en el conflicto es precisamente el no utilizar sus activos de forma masiva en los primeros días del conflicto, aunque se sabe que Moscú no lo hace por doctrina, diferente a la guerra aérea como la OTAN, habiendo teorizado el uso de la fuerza aérea principalmente como apoyo al avance de las fuerzas terrestres, excluyendo obviamente los activos para la confrontación estratégica/nuclear.

Por lo tanto, un enfoque multidominio de la superioridad aérea es fundamental y costoso en términos de herramientas utilizadas, y, aunque el general Hecker está pensando en la confrontación “peer to peer” ( de igual a igual) en el Indo-Pacífico con China, por lo tanto en un teatro, principalmente, marítimo salpicado con islas grandes y pequeñas, este enfoque es válido en todas partes para cualquier conflicto simétrico convencional, independientemente del tamaño de las naciones involucradas, siempre y cuando sea “entre pares” o “casi entre pares “.

LECCIONES PARA LA ARGENTINA
La Argentina dada su conformación geográfica, debe pensar en una arquitectura similar de actividad antiaérea ofensiva y defensiva para obtener la superioridad aérea: nuestra posición en el Atlántico Sur requiere explícitamente actividad en todos los dominios con una particular sinergia entre la Fuerza Aérea y la Armada, como aprendimos en Malvinas.

Este enfoque, entonces, es proyectable, representando así una herramienta efectiva para interconectar capacidades entre aliados y socios, obviamente si se logra el nivel adecuado de interoperabilidad. Para llegar a esto hay mucho trabajo por hacer.

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