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El inusual pez que devora todo y a todos en el triángulo de las Bermudas e incluso puede atacar a submarinos

* Este pequeño tiburón está cubierto por fotóforos productores de luz y brilla en la oscuridad, lo que atrae a otros depredadores, momento en que realiza su audaz ataque.

HAMILTON (RT) 29 de noviembre de 2020.- En las profundidades del famoso triángulo de las Bermudas vive una inusual especie de tiburón pequeño y luminoso que es capaz de devorar presas significativamente más grandes que él, como ballenas, atún, delfines, focas, otros tiburones e incluso puede atacar a submarinos, causándoles daños y problemas de funcionamiento.

Se trata del tollo cigarro, o ‘Isistius brasiliensis’, una especie de la familia ‘Dalatiidae’. Este escualiforme habita en los océanos cálidos alrededor de todo el mundo a profundidades de hasta 3.7 kilómetros. Tiene un cuerpo largo y cilíndrico como una cigarra.

Según National Geographic, este tiburón, que puede alcanzar una longitud máxima de 42-56 centímetros, es conocido por la audacia de sus ataques. Esta especie realiza migraciones desde las 3,000 hasta 2,000 metros de profundidad durante la noche para cazar sus presas.

El tollo cigarro dispone de unos aserrados dientes en forma circular con los que saca un pedazo redondo de carne de su víctima. Debido a su modo de caza, recibe el sobrenombre de cortador de galletas, al dejar en sus presas heridas en forma de mordiscos de galleta.

Además, el animal está cubierto de fotóforos productores de luz en su parte inferior con los que brilla en la oscuridad. Cuando otros depredadores ven este brillo en las profundidades, se dirigen para comprobar su procedencia y, en ese momento, el cortador de galletas les ataca por un costado.

Ataques a submarinos

A menudo, el ‘Isistius brasiliensis’ se considera una molestia debido a los daños que puede causar a submarinos. Durante la década de 1970, varios sumergibles de la Marina de EE.UU. se vieron obligados a regresar a sus bases para reparar los daños causados por mordeduras del tiburón en las cubiertas de neopreno de las cúpulas de sus sonares. Los ataques provocaban filtraciones del aceite que transmite el sonido en el dispositivo, ‘cegando’ de esta manera al submarino. Inicialmente, se temía que se tratara de un arma enemiga desconocida, antes de que el escualo fuera identificado como el culpable. El problema fue resuelto instalando cubiertas de fibra de vidrio alrededor de las cúpulas.

Por su parte, en la década de 1980, unos 30 submarinos estadounidenses también fueron dañados por mordeduras de tollos cigarros, que atacaron principalmente cables eléctricos con cubierta de goma. En ese caso, interrumpían el funcionamiento del sensor usado para garantizar la seguridad de otros buques cuando el submarino sale a la superficie en zonas de navegación.

Asimismo, diversos equipos oceanográficos y cables de telecomunicaciones también resultaron dañados por esta especie. Según un archivo de ataques de tiburones, el cortador de galletas estuvo involucrado en cuatro mordeduras confirmadas y no provocadas, todas ellas ocurridas en Hawái. Sin embargo, se considera inofensivo para los humanos debido a su hábitat de aguas profundas, así como por su pequeño tamaño.

VP/Ciencia y Tecnología/EZ

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