- El rojo navideño, invade la plaza principal
- Edificios coloniales se visten de gala
- Tenemos un zócalo “ Vibrante”
Grandes flores rojas y hojas verdes, ensortijadas en cordones color oro, cuelgan de antiguos palacios desde tiempos de la colonia y más, ofrecen al visitante, un ramillete de alegría, de armonía al compás miles de pasos ambulantes y miradas embelesadas.
En las últimas horas, los conceptos se comprimieron, el relativo tiempo mutó de un zócalo histórico a uno “Democrático” para llegar a un zócalo navideño, de paz, llenó de luz, de esperanza.
Los colores ocres, destellos blancos, gama de violetas y grises, se funden con las sombras del quinto elemento que toda obra de arte monumental posee y comparte: la movilidad ciudadana, sin él, sin ella, sin pueblo no hay nada, todo para ellos y ellas.
Más de quinientos años nos contemplan y más de cinco mil en sus cimientos, fusión de culturas que llega a nuestros días, en distintas formas de ser y pensar unidos por un simbolismo en la nación mexicana, con identidad propia, hoy en pluralidad y convivencia bajo una bandera, un himno y una águila, por mencionar lo más inmediato.
Hoy, quien llegue de noche al zócalo del centro histórico de la Ciudad de México, tendrá la posibilidad de fusionarse en un viaje al pasado y estar en el presente, convivir en núcleo de una construcción monumental que ofrece la aventura de sentir la energía de la demandante unidad de todos los mexicanos, un anhelo permanente.
Si usted tiene un (poco de tiempo), asista, solo o con su familia, a vivir un momento de alegría, de esparcimiento, de construcción interior y rencuentro con nuestra historia con una de las flores más bellas que México aportó al mundo: La flor de Nochebuena, que vestida de luz neón, se hermana con la histórica arquitectura en estilos: gótico, barroco, churrigueresco y neoclásico.
“Tenemos un zócalo vibrante, hermoso”, dice Nidia Tapia, oriunda de Progreso de Obregón, Hidalgo. Siempre regreso por estos días, se alcanza a escuchar al caminar del brazo con su hermano Gerardo para fundirse entre las luces de una de las bocacalles del este Histórico Centro.
(Redacción: Juan Bautista, Foto: Axel Aguirre; Edición: Francisco Tapia)
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