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 ¿Cuánto tiempo durará la ayuda? Lo peor viene después

Lourdes Velázquez AgazziArticulista invitada

Por Lourdes Velázquez

Hace años me tocó vivir el terremoto del 85, recuerdo perfectamente lo eterno que me parecieron esos poco más de dos minutos que duró el sismo de magnitud 8.1 grados en la escala de Richter. No existían celulares, por lo que la crónica más reconocida la transmitió el Lic. Jacobo Zabludovsky (q.e.p.d), desde el teléfono de su coche. Quien comentaba que la energía generada por el sismo era la equivalente a la bomba que destruyó Hiroshima ¿Cómo olvidar al temblor más mortífero (aproximadamente más de 9000 muertos)  de  nuestro país.

Y para que la fecha no la cancelemos de nuestras mentes, el pasado 19 de septiembre cuando se cumplían exactamente 32 años del devastador temblor, la tierra volvió a tremar. Algo análogo a lo ya vivido se repitió.    

Sin embargo esta vez me siento más vulnerable, algo se ha derrumbado dentro de mí al igual que esos ladrillos y losas… cuando se caen las piedras y estas llevan recuerdos, duele mucho. En parte así me sentí cuando me tocó vivir el terremoto del 1985, pero ahora mi percepción es también distinta, mi sensación de endeble es mucho mayor, primeramente porque con la madurez la óptica es diferente, te vuelves más reflexiva y segundo porque la experiencia vivida, no se olvida y enseña.

Y lo vivido me lleva a pensar, que está perfecto que todos queramos ayudar en estos momentos, pero que el acopio es demasiado y que lo peor viene después, como lo pude constatar hace 3 décadas.

No sé que piensen ustedes. ¿Cuánto va a durar la euforia?

Muchos damnificados de 1985 vivieron durante años en refugios, sin que nadie les pusiera atención después de la euforia inicial.

Vecinos de la colonia Roma, Tlatelolco, Morelos, entre otras, jamás recibieron la ayuda prometida para reconstruir sus casas. Muchos de ellos, para antes de las navidades, ya no recibían apoyos de nadie.

Las empresas lograron su impacto publicitario al regalar cosas y servicios tres días; las Fundaciones enriquecieron sus bolsillos sin atender en verdad a quienes, lo necesitaban; miles de toneladas de alimento y vestidos no llegaron a su destino; una parte se comercializó y otra, se quemó. Igual que siempre, la ayuda humanitaria, después de estos días de euforia, quedará sin transparentarse.

La gente responde con euforia ante el miedo, la urgencia y la emergencia y en esa situación, somos solidarios, unidos, valientes, esforzados; pero nunca, organizados.

Festejo la respuesta solidaria de las personas y su entusiasmo, mi respeto y admiración para todas y cada una de ellas que nos hacen sentir orgullosos de ser mexicanos. Gracias por honrar su buen nacimiento; pero de acuerdo a la experiencia de múltiples sucesos vividos, me pregunto y les pregunto: ¿cuánto tiempo durará esta euforia?

Me tocó vivir el 85 y participar meses antes en la explosión de San Juanico; y desde entonces, no hemos sido capaces de organizar la ayuda humanitaria a mediano y largo plazo. Ese es el llamado. Porque la eufórica es efímera; pero, la necesidad de esa gente se prolongará por mucho tiempo más. Meses y quizá años.

Quiero ser optimista pensando que hoy los jóvenes han vivido lo que les platicamos del 85, hoy ya saben que se pueden tomar los espacios públicos y se pueden organizar. Un evento así no se olvida y las células, piel y alma tiene memoria…lo sabré yo!  Además vivimos otros tiempos y en ellos el desastre es más evidente gracias a las redes sociales. Toda la ayuda se hace pública y la gente lleva el apoyo donde más se necesita,  rebasando incluso la capacidad de respuesta de las autoridades. Por lo que espero que el resultado será diferente al del 85

Ojalá   y así   sea, valga la reiteración.

El tema será dentro de un mes, a ver quién los sigue alojando en sus casas, quiénes les seguirán brindando alimentos y demás artículos; quiénes les ayudarán a pagar renta y anticipo. Hoy, algunos o muchos están bien refugiados con parientes, y pasado mañana, empezarán a incomodar…

Conforme pasen los días y la normalidad regrese a nuestras vidas, los voluntarios disminuirán, haciéndose cada vez menos y el acopio también, y la gente seguirá necesitando más. Recuerdo muy bien como en el 85 pasaba casa por casa por acopio y buscando voluntarios que leyeran cuentos a los niños que aún estaban en los hospitales (en diciembre) y era ya muy difícil que la gente quisiera seguir ayudando.

Mi tema no es la inmediatez que se aplaude, mi tema es la previsión y organización de los días posteriores. En eso debemos aplicarnos

Tomémosla con calma y no llevemos toneladas de víveres ahorita. Que en una o dos semanas se van a usar más y más y más y ahí es cuando debemos entrar con ayuda alimentaria (como un relevo) y así hasta que todo mejore.

Estoy escuchando en las noticias que están desbordados de acopio. ¡Qué bueno! Ahora hay que dejar que eso se acabe y entrar con lo más poco a poco.

Espero vivamente que haya un compromiso serio para ayudar a todas las personas perjudicadas por este terremoto. Y que nadie se olvide de ellas. Que no seamos de euforias inmediatistas, llamaradas de petate, diría mi Tita.

No sé que piensen ustedes. Aquí les dejo la reflexión de quién ya vivió lo del 85. Y que independientemente de cuánto pueda durar la ayuda, reconoce que México nuevamente ha sido un ejemplo de solidaridad para el mundo

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