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Hallan reptil “aberrante” que respalda la teoría de la evolución de las especies

Un reptil fosilizado de aspecto bizarro, que vivió hace 250 millones de años, hallado en China y bautizado Sclerocormus parviceps, presenta una configuración “aberrante”, según los propios paleontólogos y parece confirmar teorías evolucionistas del científico británico Charles Darwin.
El fósil marino, de 160 centímetros, con una larga y potente cola propulsora, garras membranosas, cabeza muy pequeña y boca con pico y sin dientes, con la que creen succionaba el alimento, grafica la increíble explosión de vida que siguió a la gran extinción masiva del período Pérmico-Triásico.
Además apoya la concepción darwiniana del avance lento y progresivo de la vida en la Tierra, hecho de pequeños cambios, que el científico expuso en 1859 en su libro de alcance universal, “El origen de las especies”, embrión de la biología evolutiva.
El descubrimiento, muy valioso para entender cómo sucede la recuperación de un ecosistema destruido, fue publicado en la revista de acceso libre Scientific Reports de Nature por un grupo internacional de investigadores, guiado por Da-Yong Jiang, de la Universidad de Pekín, y el paleontólogo Andrea Tintori, de la Universidad Estatal de Milán.
“Esta nueva especie confirma cómo la conquista del ambiente marino por parte de reptiles ocurrió unos 3 o 4 millones de años después de la gran crisis biológica y en tiempos mucho más breves, respecto de lo que había hipótesis hasta ahora”, explicó Tintori.
En caso de emergencia, por lo tanto, la evolución puede acelerarse dando vida a especies insólitas como el Sclerocormus, que por sus bizarras características físicas es considerado por especialistas como la “oveja negra” de los ictiosaurios, reptiles marinos de aspecto similar a los delfines que vivían al mismo tiempo que los primeros dinosaurios.
“El descubrimiento de una nueva especie, sobre todo cuando es muy particular, genera siempre más preguntas que respuestas”, dice Tintori.
 
“El Sclerocormus era posiblemente un buen nadador y, también gracias a sus dimensiones, podía tal vez alejarse de las costas más que otros reptiles. Qué comía es muy difícil de conjeturar: por cierto con un cráneo tan chico y sin dientes no podía ser un verdadero depredador en la cima de la cadena alimentaria”. (ANSA)

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