Voces del Periodista Diario

Industria petrolera de Venezuela bajo una tormenta perfecta

CARACAS, (Sputnik), 22 de diciembre de 2020 .— El 2020 comenzó ya con pronósticos de crisis económica mundial, y la pandemia de COVID-19 agravó el panorama. Esto y las sanciones de EEUU conformaron una tormenta perfecta que aún se cierne amenazante sobre la industria petrolera de Venezuela.

Este país caribeño siempre ha sido asociado con el petróleo. De acuerdo con diversas certificaciones entre 2009 y 2010, sus reservas estimadas de crudo eran de 296.500 millones de barriles, lo que le ubicaría por encima de Arabia Saudí.

La mayor parte del petróleo que tiene la nación suramericana se encuentra en la Faja Petrolífera del Orinoco, pero se trata de un crudo pesado, cuya extracción es costosa y su resultado requiere ser mezclado con crudo liviano para ser comercializado.

En medio de la transformación energética en la que el mundo empuja a sustituir los hidrocarburos por energías menos contaminantes, y de una caída de los precios del petróleo ante el incremento en la oferta, pocos son los ojos que voltean hacia ese macizo bituminoso, otrora considerado una mina de oro negro.

No solo extraer el petróleo de la Faja resulta costoso, sino que desde 2017 exportarlo o establecer contratos para su exploración se convirtió en un riesgo que muy pocas empresas petroleras están dispuestas a correr.

Y es que cualquier compañía o individuo que use el sistema financiero de EEUU y establezca un contrato con el Estado venezolano, único dueño de los yacimientos, se expone a que sus cuentas sean bloqueadas y a ser sancionados.

Sanciones de EEUU

La Casa Blanca considera que el presidente Nicolás Maduro es un “dictador”, al que acusa de violar los derechos humanos de la población, cometer hechos de corrupción, establecer nexos con el narcotráfico y el terrorismo e imponerse en el Gobierno sin someterse a elecciones “confiables”.

Por ello, Washington se ha otorgado la licencia de asfixiar la economía de Venezuela para provocar la salida de Maduro y ha empujado a otros países a seguir sus pasos.

Sin embargo, lo que ha ocurrido hasta el momento es la depresión económica de la nación caribeña, la caída abrupta de sus exportaciones de petróleo, de las cuales dependían el 99% de los ingresos en divisas del país, y esto sucedió tras la crisis de 2014, cuando el petróleo en el mundo pasó de unos 100 dólares por barril a menos de 18 dólares.

En 2020, la producción venezolana cayó a niveles de 1942, cuando se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Mientras Brasil, otro rival político de Venezuela, se encuentra cercano a los 2,5 millones de barriles por día.

PDVSA asediada

Durante una conferencia de prensa a la que tuvo acceso Sputnik en noviembre, Maduro confesó que Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) estaba transitando por uno de sus peores momentos.

“De octubre de 2019 a octubre 2020 no vendimos ni un solo barril de petróleo por el asedio y la persecución de EEUU”, dijo.

La empresa insigne del país “no está quebrada, PDVSA está asediada”, aseguró el presidente.

Aunque el jefe de Estado, desde que se inició el bloqueo o incluso desde que comenzó la debacle de los precios, siempre ha sido optimista y se ha planteado incrementar la producción nuevamente a los 3 o 2,5 millones de barriles que producía PDVSA hace más de cinco años, las perspectivas petroleras mundiales señalan otro panorama.

Si bien el Gobierno asegura que PDVSA está asediada y no quebrada, poco se ha informado de si esa asfixia, provocada por EEUU, puede llevar a su hundimiento definitivo.

De acuerdo con el informe de noviembre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Venezuela produjo en el mes de octubre 473.000 barriles por día, una cifra bastante baja, a pesar de que refleja un alza de unos 70.000 barriles por día en relación a septiembre y agosto.

Mientras la industria petrolera, principal fuente de ingresos, se encuentra sin una salida al menos a corto plazo de su crisis, la caída de sus exportaciones se traduce en menos presupuesto para la importación en otras áreas y la inversión del Estado en numerosos sectores, especialmente en los servicios públicos, salud, y educación.

VP/INTERNACIONAL/AA

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Redacción Voces del Periodista

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