Voces del Periodista Diario

La obra ‘Voces de un asesino de cara larga y sin sonrisa’ se presentará en el teatro La Capilla.

“Mi madre fue violada, mi padre fue un violador; así que está en mi sangre. Mi padre fue asesinado, mi madre una asesina; así que está en mi sangre. Mi madre se suicidó,  yo le preparé la cuerda; así  que soy bueno para hacer nudos”, confiesa Buster, minutos antes de cumplir su pena de muerte en la silla eléctrica.

El hombre, solitario e inseguro, no busca la redención ante sus crímenes; sólo relatar el trayecto oscuro de su vida desde la infancia como una manera de entender su condición de abandono en todos los sentidos, asimilar su soledad como principal motivo de su hostil vida.

Buster es el protagonista de Voces de un asesino de cara larga y sin sonrisa, escrita por el dramaturgo Daniel de la O e interpretada por Josejuan Meraz, la cual se vale del lenguaje escénico del clown para  aligerar el drama del relato, y entonces apelar a un humor negro que haga reflexionar sobre  la condición de los criminales.

No es una apología del crimen o del asesino; es una identificación, una empatía que tiene el espectador con esta persona, pues al plantear que la oscuridad, está dentro de todos, todos entendemos qué es la oscuridad y si la entendemos es por algo. Al final uno entiende que el discurso de la obra no es la violencia, sino la soledad”, explica De la O, de la obra que tendrá una breve temporada en el Teatro La Capilla, con la compañía Sin Sonrisa Teatro.

El dramaturgo detalla que el monólogo dirige al espectador a reflexionar sobre las razones sociales por las cuales una persona podría convertirse en un asesino o violador: “Una de tantas razones es porque la sociedad lo dejamos solo, lo aislamos”, acota quien ganó con esta obra el Concurso Nacional de Composición Dramática de Monólogo Víctor Hugo Rascón Banda 2004.

Si bien es un relato dramático con referencias a la violencia, en escena no hay ninguna mención explícita a los crímenes, y es a través del lenguaje clown que la historia transita entre el caos y el humor negro. Con elementos cotidianos como sillas o jitomates, Josejuan Meraz transporta al espectador a un estado de tensión.

El dramaturgo detalla que el lenguaje clown permite hacer metáforas de la violencia, y hasta cierto punto verlas con ternura. Por ejemplo cuando Buster, quien toma este nombre del actor cómico del cine mudo Buster Keaton a quien admira, narra de cuando los criminales lo querían reclutar por ser pobre, se ayuda de una serie de sillas para representar esa crisis.

Hay momento en donde se menciona un caso de violencia, pero no se hace de modo explícito sino que con unos tomates que el protagonista arroja a la pared, y con eso se hace una metáfora suficientemente clara de la violencia, la sangre”, explica De la O al señalar que el vestuario, escenografía y elementos de utilería replican la época de Buster Keaton.

La idea de ocupar un lenguaje clown, que no tiene ninguna relación con obras infantiles, es ver el drama de la realidad con la ligereza del humor, sin que eso signifique una reflexión menor. Al contrario, para el dramaturgo las referencias sutiles colocan al espectador en empatía mayor con la situación, e incluso sus reacciones son de culpa o entendimiento.

El personaje, entre esquizofrénico y resentido, surge en escena con razonamientos concretos, sinceros, pero colmados de humor y ternura que utiliza como arma de combate moral, social y político, acota el también autor deNegación, primera entrega de una serie de cinco obras inspiradas en las etapas del duelo.

Para crear la atmósfera onírica del monólogo, en el escenario se mira sólo una serie de sillas adaptadas como si formaran un cementerio, y en el fondo se mira un muro blanco que simula una pantalla para dar la impresión al espectador de mirar una película del cine mudo, e incluso en algunas escenas parece que Buster saldrá del cuadro blanco.

Es un espacio que apela un poco al sinsentido, pues él (protagonista) está en la silla eléctrica antes de morir, que más sin razón que confesarse. Vemos muchas sillas, rosas y luces”, concluye del montaje para público mayor de 15 años de edad.

 

 

 

Con información de Excélsior

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