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Revaloran la figura de Von Humboldt, que vivió en el Centro Histórico de la CDMX

“Fabricante de bies Magui”, “El señor de Sipán” y la Taquería “El Tigre” son los tres negocios que se ubican en el inmueble número 80 de la calle de República de Uruguay, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, mismo edificio en el que hace 200 años vivió Alexander von Humboldt (Berlín, 1769-1859), el geógrafo, humanista y naturalista más importante del siglo XVIII y XIX, que durante su estancia en México escribió uno de los libros fundamentales para la historia del país: Ensayo político sobre el reino de la Nueva España.

Entre las calles de Isabel la Católica y 5 de Febrero, justo a mitad de la cuadra, en una de las fachadas se puede apreciar una placa que recuerda que el científico alemán estuvo en la ciudad para saciar su curiosidad científica en la cual las personas que fueron convencidas por el menú de 50 pesos y que por casualidad alzan la mirada y leen esta placa que dice:  “A la memoria de Alejandro Von Humboldt, que vivió en esta casa en el año de 1803, en el centésimo año de su nacimiento, los alemanes residentes en México. Septiembre 14 de 1869”. Una placa no tan descuidada como la parte superior de la fonda.

Negocio de comida en el inmueble donde vivió Von Humboldt en el año 1803
Negocio de comida en el inmueble donde vivió Von Humboldt en el año 1803

“Sólo es la placa lo que hay de Humboldt en esta casa. En la parte de arriba nadie vive, sólo lo que ves es lo que se ocupa”, comenta uno de los empleados encargados de cobrar a los comensales y de repartir la carta a las veinte mesas que atiende de lunes a viernes el negocio familiar que también ofrece tacos al pastor.

Al interior, la antigüedad del inmueble es evidente: dos pisos conectados por un gran patio, desde donde se observan 8 balcones que suponen al menos cuatro habitaciones amplias, dos en el primer piso y dos más en el segundo. Otro elemento arquitectónico que evidencia una larga vida, son las tres columnas de piedra que, en parte, sostienen el primer piso hoy pintado, como toda la casa en su interior, de color amarillo.

¿La figura de Humboldt es reconocida lo suficiente en México?, se le pregunta a José Enrique Covarrubias, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“En Taxco se conserva una casa donde estuvo Humboldt, en la capital existen estatuas y monumentos en donde se recuerda a este personaje, también se han hecho grandes exposiciones sobre su vida y obra. Pero dentro de los museos que existen, sí habría que dedicarle un espacio y una serie de informaciones, de objetos evocativos de su figura y persona. Por ejemplo, en la calle de Guatemala 90, hay un museo de geología y ahí hay referencias sobre Humboldt”.

A nivel mundial, añade, en los últimos 15 y 20 años la figura de Humboldt ha despertado mucho interés, especialmente en países con alta producción científica: Alemania, Francia, España y Estados Unidos. “El interés es por sus aportaciones a la historia de la ciencia, la historia económica, la valoración del ensayo político y su aportación a la historia económica”.

Sobre este científico, indica el investigador, siempre se encuentran nuevos campos y perspectivas, por ejemplo, se ha puesto énfasis en la conciencia que tuvo con los sistemas ecológicos, equilibrios e interrelaciones. “Se ha resaltado cómo en su obra habla de que el valle lacustre de México se vio erosionado por la colonización y la construcción de una nueva ciudad, por ejemplo”.

 

En la capital

Alexander von Humboldt llegó a Acapulco en 1803 después de viajar por Ecuador, Perú y Cuba. Arribó a territorio mexicano por el Pacífico y tomó el camino a la Ciudad de México, pasando por Taxco, Xochicalco y Cuernavaca.

 “Lo que es muy notable de Humboldt, tomando en cuenta la importancia de su persona, el significado de su obra científica y la importancia de la obra que escribió sobre México, es que viajó poco dentro del país. Recorrió el camino de Acapulco a la Ciudad de México y luego hizo unos recorridos, sobre todo, por zonas mineras, la zona de Hidalgo y Guanajuato, luego regresó a la Ciudad de México para finalmente conocer el tramo de la capital a Veracruz”, señala José Enrique Covarrubias.

Como resultado de esos viajes, el alemán escribió el Ensayo político sobre el reino de la Nueva España (1811), en el que sostenía que México estaba destinado “a ser un gigante económico debido a lo extenso de su territorio, lo variado de su clima, la fertilidad de su suelo, sus valiosos minerales (en particular plata) y su excelente ubicación comercial”.

 Al respecto, el investigador Richard Weiner menciona en el ensayo La riqueza legendaria de México, que el Ensayo político hizo mucho más que promover la idea de enorme riqueza natural de México. “Esta obra proporcionaba un registro completo de la economía. Analizaba diversas ramas de la producción (minería, agricultura y manufactura), banca y finanzas, y comercio”, precisa.

México representó para Humboldt una cuna de conocimientos botánicos, zoológicos, orográficos, de geomagnetismo, estadísticos… “Hay que tomar en cuenta que su estancia en la Nueva España fue el final de un recorrido bastante amplio que hizo por la actual América Latina, fue un viaje que hizo de 1799 a 1804”, comenta José Enrique Covarrubias, investigador de la UNAM.

En la Ciudad de México, Humboldt concretó la labor del explorador ya que pudo consultar un sinfín de documentos privilegiados, aquellos que usaban los virreyes para fines administrativos. Es el caso de los apuntes hechos por Alejandro Malaspina, navegante y científico italiano que visitó el noroeste de América y Asia e informó sobre el comercio de pieles; las investigaciones de José Mariano Mociño, experto en botánica y farmacéutica; y el censo de Revillagigedo, el primer censo hecho en la Nueva España en 1790.

“De su expedición a México, Humboldt pasó gran parte de su tiempo en la capital, por una parte, porque existían establecimientos y personal científico con el cual podía tener intercambio y, por otra parte, porque los altos oficiales del gobierno le estaban ofreciendo un acervo de documentación útil para una escribir una obra que iba a ser planeada y que tenía que ver con cuestiones de gobierno”, indica el investigador.

(Nota de Reyna Paz Avendaño para La Crónica)

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