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La UNAM rinde emotivo homenaje a Miguel León-Portilla por sus 90 años

Miguel León-Portilla
“Mi vida ha sido muy feliz, estoy en paz con la vida. La vida ha sido generosa conmigo”, comentó Miguel León-Portilla. “Es para mí un día que será inolvidable en los muchos, espero, años que todavía tenga en la Tierra”. Además, agradeció a la UNAM “porque en ella he tenido parte sustancial de mi formación intelectual”.
Así lo comentó Miguel León-Portilla en el homenaje por su cumpleaños 90 que organizó ayer la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario, en donde se dieron cita amigos y colegas como Eduardo Matos Moctezuma, María Teresa Uriarte, Patrick Johansson, Francisco Morales y Andrés Lira, por mencionar algunos.
“Es para mí un día que será inolvidable en los muchos, espero, años que todavía tenga en la Tierra. Voy a agradecerle a nuestra Universidad, en ella he tenido parte sustancial de mi formación intelectual, en ella tuve maestros excepcionales como Ángel María Garibay, quien me encaminó y gracias a él pude hacer muchas cosas”, señaló y también recordó a sus maestros Manuel Gamio y Eduardo Noguera, con quien tuvo la oportunidad de visitar la mayor parte de las zonas arqueológicas del país.
“He tenido muchas cosas que hacer en la vida; fui director del Instituto Indigenista Interamericano, recorrí casi todo el continente, visité a varios jefes de Estado, tuve experiencias en la selva amazónica. La vida ha sido una serie de novedades para mí”, destacó.
León-Portilla también agradeció que la vida le haya dado una gran familia. “En lo que concierne a mis padres, a quienes recuerdo, eran de mentalidad tradicional e hicieron lo posible por sacarme adelante a mí y a mis hermanos menores. Luego, con el paso del tiempo, conocí a Ascensión Hernández Treviño, excelente investigadora en el Instituto de Investigaciones Filológicas, que me acaba de dar pruebas de un cariño enorme, ahora que estuve a punto de entregar los tenis, porque tuve una pulmonía que me tuvo tres semanas en el hospital”.
Antes de que en el auditorio se escucharan Las mañanitas y se proyectara un video con fotografías de León-Portilla niño, estudiante y padre de familia, el rector Enrique Graue indicó que el investigador emérito ha sido un académico ejemplar, un humanista multifacético, escritor prolífico y un apasionado de la cultura y lenguas autóctonas.
“A todos nos fortaleció su visión histórica de una pluralidad étnica que jamás será vencida. Para la UNAM, que ha sido y seguirá siendo su casa, León-Portilla es uno de los íconos universitarios más conocido y reconocido; le ha dado lustre y vida a nuestro lema, y a la Universidad, el reconocimiento internacional”, indicó.
Por ello Graue, en nombre de la comunidad universitaria, agradeció la sencillez del autor de la Visión de los vencidos. “Agradecemos su genuina alegría, su generosidad con el saber y, en mi caso, su sincera amistad. Que por nuestra raza siga hablando su espíritu por muchos años más”.
HUMANISTA
Con la presencia de los ex rectores José Sarukhán, Francisco Barnés y Juan Ramón de la Fuente, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma agradeció al homenajeado la reivindicación del mundo indígena y el uso de la palabra del vencido para esgrimirla en contra de la injusticia.
“En estas épocas que vivimos hacen falta personas como tú, que marquen derroteros, que nos permitan transitar a mejores metas. Son 90 años de aprendizaje, enseñanza, investigación, entrega y trascendencia que has llenado con empeño y sabiduría, el quehacer de un humanista comprometido con la ciencia, la verdad y el hombre”, dijo.
Por su parte Rodrigo Martínez destacó que el aporte histórico fundamental de León-Portilla es incorporar de manera radical el mundo indígena en la autoconciencia del país, al afirmar que existió una filosofía en el mundo náhuatl antiguo. “Nos mostraste que su pensamiento era más allá del misticismo y superstición, que existió una reflexión del mundo y el sentido de nuestras vidas y que podemos tratar de rescatarlos a través de las fuentes escritas en lengua náhuatl”.
Sobre la faceta de León-Portilla filósofo, la investigadora Juliana González habló de los tres temas sobre los que Miguel ha escrito en función de la visión náhua: la angustia radical ante la caducidad del mundo, el encuentro del sentido de la vida en la adquisición de un rostro y corazón y el hecho de que en la Conquista española se elimina en todos los órdenes la esperanza.
En su discurso, Patrick Johansson, discípulo de León-Portilla, aludió a que su maestro tiene el don de lenguas, ya que además de ser nahuatlato, es griegotlato, latintlato, francestlato y alemantlato, entre otros; y el arqueólogo Leonardo López Luján, antes de proyectar un video donde Miguel explica los descubrimientos en Templo Mayor en la década de los 70, describió al homenajeado como dueño de un rostro sabio y un corazón persistente.
LETRAS
“Miguel León-Portilla resulta más radical que los humanistas criollos, pues no solo se preocupa por el pasado indígena, también por los pueblos y culturas indígenas de los pueblos de hoy; ese compromiso lo lleva a integrarse como humanista orgánico de los pueblos indígenas”, aseveró el filósofo Ambrosio Velasco, y aludió al libro Independencia, Reforma, Revolución ¿y los indios qué?, como una de las mejores obras de León-Portilla.
En su turno, el escritor Vicente Quirarte comentó que Miguel puede afirmar con orgullo que se puede ser feliz escribiendo cosas tristes, no porque se afane en la desgracia ajena, sino porque como sobreviviente de la cotidiana tragedia de nuestra destrucción, está obligado a dar su testimonio y hablar con las mejores palabras de la tribu.
“Plenitud no es lo mismo que felicidad, sin embargo, hay quienes como Miguel Léon-Portilla tienen la capacidad para equilibrar ambos estados del alma y repartirlos a los demás. Para lograr la felicidad acumulada, nunca existe punto de llegada, sino de búsqueda constante”, aseveró.
Por último, Jaime Labastida, presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, reconoció que León-Portilla ha “extraído desde fondo oscuro de los archivos los restos de una literatura (náhuatl), de un pensamiento que hasta ahora era conocido como dice Reyes ‘bajo la forma de angostas conjeturas’. León-Portilla es un arqueólogo del pensamiento de la palabra”.
 
(Nota de Reyna Paz Avendaño para La Crónica)

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