Voces del Periodista Diario

Renata, lucha por los derechos de los que no tiene voz

Por Mariangel Calderón
MÉXICO (Notimex) 04 de julio de 2018.- Renata Mercado tiene 11 años de edad y ya es activista, colabora con una fundación dedicada a la protección de animales en situación de calle y su preocupación por los que no tienen voz, nació con la llegada de su primer mascota.
En semanas recientes, la pasó buscando a algunos de los candidatos que contenderían en estos comicios electorales para hacer escuchar su pequeña, pero fuerte voz en pro del cuidado animal.
“La verdad es que no muchos nos hacen caso, a todos les da igual, lo que ellos (los gobernantes) tienen en la mente es hacer política, no tienen en cuenta el maltrato animal (…) no les interesa lo que realmente sucede en el país ¿cuántos perros hay abandonados, muertos de hambre?, las esterilizaciones no se dan, nadie da nada para que se esterilicen, por eso hay tanto perro abandonado y en la calle”.
Antes de la llegada de su gato, Renata era una niña común y corriente, no le importaba lo que sucedía alrededor, pero poco a poco comenzó a mirar su entorno, a ser consciente del dolor animal y también a marchar por los derechos de los animales en la organización Un Millón de Esperanzas, Unidos por la vida Amimal, de la cual forma parte activa.
Además de recoger animales en situación de calle, colocarles en hogares amorosos y acoger a los que no son adoptados debido a sus malas condiciones de salud, Renata recolecta firmas para urgir la necesidad de una Ley de Protección Animal, también ha recorrido oficinas de diversas autoridades para puntualizar la importancia de mostrar que evitar el dolor animal es también parte de las responsabilidades de los seres humanos.
Ella tiene los ojos grandes y la voz muy clara y a sus once años de edad es una niña bien diferente a las demás porque sus luchas no son por el juguete de moda, sino que buscan dar voz a los que no la tienen y evidenciar que existe mucho camino por recorrer en materia de maltrato animal, por lo que en compañía de la organización a la que pertenece y de su familia, trabajan por los derechos de los animales, que en su opinión, deberían ser los mismos que los de los seres humanos.
Al respecto expuso que la violencia animal considera no solo a perros y a gatos como es común pensar, sino que abarca otros ámbitos “es para todos los animales que viven en la tierra”; así, ejemplificó el sufrimiento por el que pasan los animales en los zoológicos.
Por ello imagina una legislación en la que dichos lugares se vuelvan santuarios de conservación animal con mayores cuidados y protección, incluso la reinserción de algunos animales a sus hábitats naturales.
Con enojo, expuso que es necesario ver el dolor animal como el dolor propio; al respecto señaló que las pieles animales para la confección de ropa no consideran el sufrimiento animal, ni que que lo que las industrias consideran como un insumo es en realidad un ser vivo, “son conejos y otros animales que son despellejados vivos”, también ejemplificó la caza de focas en Canadá en “donde las matan solo por diversión”.
“Si de verdad quieren agarrarse a palazos, que se agarren entre ellos, no a los animales, si quieren matar a alguien, mátate tú, a un familiar para que sientas lo que ellos sienten, (…) te dicen que hay que ser solidarios entre nosotros, pero ¿por qué no ser solidarios con los animales?, no necesitamos de una Ley a fuerza para respetar a los animales, eso se llama educación”.
Con encono, señaló que los otros seres que conviven con los humanos poco importan a la sociedad, en su opinión, algunos padres de familia son responsables de la violencia de los niños hacia los animales al no ponerles límites claros del respeto a la vida.
Otra de las acciones para evitar el sufrimiento animal, dijo, es evitar comprarlos y adoptar, así como prohibir la venta de los mismos en los mercados, utilizar productos que hayan sido probados en animales, prohibir las peleas de perros y gallos, así como la desaparición de la Plaza de Toros.
“Yo pienso que algunos no tienen corazón, yo veo a los animales, que algunos se están muriendo de hambre o de calor, de lo que sea, yo siento el dolor, lo que algunos no sienten, los ves a los ojos y con solo mirarlos a los ojos te dicen cómo están sufriendo”.
Explicó que es necesario que las personas conozcan la procedencia de los productos que utilizan, “antes de comprar cualquier cosa, piensa en los animales, ponte en sus patitas para que sientas lo que ellos sienten”; así, puntualizó que los animales no se pueden comunicar, por lo que es necesario darles voz.
En entrevista con Notimex, Renata, que va en quinto año de primaria tiene los ojos bien abiertos, incluso ha protagonizado en la escuela diversas batallas para hacer entender a sus compañeros que se debe proteger a los animales porque ellos no pueden votar por sus derechos y porque en su corazón sabe que sienten y sufren al igual que los seres humanos.
Con la seguridad de una mujer mucho mayor refirió que no solo se trata de las autoridades y la creación de una legislación, sino que en su opinión, la consciencia se siembra en casa, “nos dicen que nosotros somos el futuro del país, pero depende de qué niños (…) hay que enseñarles respeto animal, tendrían que pensar en el futuro de los animales, sin ellos no hay equilibrio”.
En la actualidad, además de las marchas y plantones afuera de diversas instancias gubernamentales, ella hace artesanía wixárika, en específico “Ojos de Dios” que de acuerdo con esa cosmovisión sirven de protección, con las ganancias compra costales de comida para distribuirlos en refugios animales.
Además, escribe cuentos referentes a los animales, ello, en conmemoración de su primera mascota y para buscar diversas maneras de difundir la causa en la que a su corta edad cree, y lo hace con la misma convicción e intensidad con la que los activistas de las grandes ligas luchan por los derechos de los menos favorecidos, en este caso, de los animales.
VP/Voces para todos/NG

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