Voces del Periodista Diario

Sismo del 19 de septiembre sacudió percepción sobre la juventud

Por Vicente García Tello

MÉXICO, (Notimex), 28 de septiembre de 2017.- Para muchos jóvenes, el sismo del pasado 19 de septiembre les reafirmó la percepción de que ante este tipo de desastres son como “hormigas”, insignificantes ante la magnitud de la tragedia, pero también generó que por su labor como rescatistas y en centros de acopio ya no sean vistos como indolentes, sino admirados.

En entrevista con Notimex, Brenda Martínez, estudiante de Periodismo en la Universidad Latina, campus Roma, señaló: “Eres una hormiga y no eres tan poderoso como tú creías, tú no mandas por más privilegios que tengas, eres simplemente una cosa insignificante”.

Con la voz temblorosa al recordar lo sucedido hace nueve días, mencionó que lo primero que recibió a través de redes sociales fueron mensajes de sus compañeros de la universidad.

“Me decían que era lo peor que habían vivido, gritos por todos lados, edificios caerse en su cara, gente atrapada y ellos sin poder hacer nada. Fue ahí cuando me percate que la gente debería de dejar de mandar videos asombrándose de lo increíble que fue el derrumbe de decenas de edificios, el cómo se movieron las trajineras en Xochimilco, la caída de cosas dentro de los departamentos”, dijo.

Consideró que en un principio sus compañeros tardaron en reaccionar, se les hizo más importante sorprenderse y dar likes o retuitear mensajes que decían que se esperaban réplicas del temblor, y que prefirieron rezar a un dios que ponerse los guantes y calar por sí mismos.

Brenda, a la medianoche de ese 19 de septiembre de 2017 decidió dejar de ver las noticias e impactarse por lo sucedido, por lo que a la mañana siguiente emprendió un camino “lleno de temor por volver a pasar por los lugares donde había destrucción”.

La joven estudiante afirmó que sintió orgullo al adentrarse en el Metro cargando víveres y una cama inflable. “Fue algo inolvidable ver sonrisas, sonrisas que tú sabías que significaban gratitud, admiración y bendiciones”, sostuvo.

Ya una vez en las labores como voluntaria en un centro de acopio de la colonia Condesa, Brenda lo primero que realizó fue cargar sacos con botellas de agua.

“No sabes de donde te sale la fuerza, para cargar tantos kilos siendo una persona, delgada y de estatura baja. Simplemente lo haces sin importar cuánto pesa, cuantos transpires, cuanto te ensucies o si te caes por alguna razón.

“Recorrí el camino cargando dos bolsas con comida preparada, hacia un transporte que iría a Xochimilco, cada bolsa con al menos cien tortas. La gente se te queda viendo y por primera vez no te sientes juzgada, te sientes conforme, te sientes admirada por el esfuerzo que estás haciendo”, comentó.

Posteriormente empezó a separar los medicamentos que se recibían en ese centro de acopio.

“A mi zona llegaban botiquines ya armados, aguas, electrolitos orales, cajas de paracetamol, naproxeno, jeringas, guantes esterilizados y otros no, cubre bocas desde el más profesional hasta el que consigues en la farmacia de la esquina. Nos podían llegar cinco cajas seguidas de material de curación estar diez minutos sin recibir nada y seguir de nuevo”.

“Llegó un momento en el que hasta recibía bolsas llenas de tortas o emparedados, cajas de fruta, cajas de chocolates, hasta una señora pasando una caja con consomé de pollo calientito”, mencionó.

Sin embargo, Brenda señaló que en ese momento lo que menos pensaba era en comer. “Estaba tan ocupada revisando fechas de caducidad y filtrando todos los productos, que se te iba el tiempo.

“Me dolían las rodillas, pues estaba hincada en el pavimento, en momentos libres me levantaba para estirarme, comía alguna golosina, tomaba agua, agradeces la comida que te hacen llegar nunca pensé en comer un emparedado de atún y ese día lo hice, ni siquiera lo pensé sólo necesitaba comer”, aseguró.

Brenda afirmó que no esperaba menos del pueblo mexicano; “se me retorcía el estómago cada que iba una persona amablemente ofreciendo tacos, tortas, aguas y nadie las aceptaba. Personas rechazadas que se daban la vuelta confundida y triste al decirles: ‘Ya no necesitamos alimentos preparados'”, sostuvo.

Al acudir a las zonas donde se efectuaban labores de remoción, la joven se sintió estremecida con la señal de puño en alto que veía, que para ella puede significar un millón de cosas, entre ellas lucha y solidaridad.

“Los profesionales como doctores, psicólogos, arquitectos, ingenieros, soldados de la Marina, Protección Civil, gente con oficios como albañiles, jardineros, barrenderos. Todos estaban ahí formados ayudando y si no podían entrar estaban dispuestos a guardar silencio y aplaudir cada grupo de personas que entraba y salía después de 45 minutos de sacar restos de la construcción”, dijo.

Señaló que en experiencias como el sismo es cuando aprendes a valorar la vida, “pero todavía mejor cuando aprendes a dar tu vida por alguien inocente que se encuentra bajo los escombros, cuando un niño se queda atorado por ir a salvar a su mascota. Momentos en que te pones a pensar ¿Y si esa fuera mi casa? Yo no quiero estar en esa situación. Por eso estoy aquí ayudándote”.

“Cada momento en que se levantaba el brazo y la mano se cerraba en un puño, volteaba a la construcción esperando ver salir una persona con vida, esperando que fuera el momento indicado para soltar todas las lágrimas que me estaba resistiendo.

“Una noche bastante larga pasé, ver entrar y salir ambulancias a la calle. Tener que gritar los instrumentos que faltaban, rotomartillo, escalera, lámparas de emergencia, clavos, martillos, hasta donde calentar agua.

“Es una desesperación terrible cuando te piden algo y tú no lo tienes. Esa noche quise salir corriendo más de diez veces para tratar de conseguir lo que necesitaban”, añadió.

Brenda representa a los miles de jóvenes que, a pesar del temor, salieron a las calles y a ponerse de pie, no flaquear en medio del frio y la catástrofe. “Momentos de risa, tristeza, impulsividad y gratitud viví esos días”, mencionó.

“Sentí orgullo de ver el video en el que unas horas después de que te fuiste ya no había nadie a quien rescatar, pues ya habías sacado a todas las personas atrapadas entre el inmueble destruido. Saber que aunque lo que hiciste fue poco a comparación de otros, fuiste el apoyo para uma familia pudiera reencontrarse una vez más”, expuso.

 

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