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Forbes: obsesión de Washington con Putin “daña los negocios”

WASHINGTON, Estados Unidos (Sputnik), 9 de julio de 2017.- La nueva ola de sanciones antirrusas se ve justificada por la necesidad de “castigar a Putin y a Trump”, además de prevenir que Rusia haga negocios en todo el mundo. No obstante, la decisión del Senado de EEUU ha generado mucho descontento en varias corporaciones en los países occidentales que temen sufrir pérdidas financieras, escribe Forbes.

El Senado de EEUU hizo público un proyecto de enmienda contra el gasoducto Nord Stream 2, en la construcción del cual participan las empresas europeas Wintershall (Alemania), OMV (Austria) y Engie (Francia).

“Los alemanes y los austriacos estaban absolutamente indignados con el proyecto del Senado, al indicar que es básicamente una infracción de su política energética soberana”, según el autor, el analista Kenneth Rapoza.

A juicio de Washington, la principal razón de la imposición de las nuevas sanciones consiste en que la construcción del gasoducto es “mala para Ucrania”. De esta manera, el Senado quiere “apretarles los tornillos” a las mayores empresas rusas para que les sea difícil hacer negocios en el mundo.

No obstante, algunas empresas europeas están frustradas, y “las que más se preocupan son las que más importancia tienen“, profundiza la nota. Se trata de las principales compañías petroleras y tecnológicas, tales como Exxon, Chevron y Apple, entre otras.

Según The Wall Street Journal, Exxon, Chevron y “otras empresas energéticas se han unido al presidente Donald Trump para expresar su preocupación por el proyecto de ley para endurecer las sanciones contra Rusia, argumentando que podría encerrar proyectos de petróleo y gas alrededor del mundo en los que participan los socios rusos”.

Por ejemplo, la petrolera rusa de propiedad privada Lukoil, también afectada por las sanciones, recientemente firmó un contrato para la extracción de petróleo y gas en México, pero limitado a la profundidad de 150 metros. No obstante, en el caso de que Lukoil tuviera un contrato para aguas más profundas, las empresas estadounidenses no serían capaces de suministrarlo con las tecnologías, los equipos y las consultas.

Al mismo tiempo, Rusia en 2016 gastó 391,7 millones de dólares en los equipos de extracción estadounidenses, más que cualquier otro país en el mundo, incluida Arabia Saudí, prosigue la nota.

“La obsesión de Washington con Putin ha ido más allá de su plan original para presionar a Rusia hacia una solución en Ucrania“, profundiza el autor.

De esta manera, las sanciones antirrusas, anteriormente justificadas por el conflicto ucraniano, ahora sirven de “herramienta para castigar a Putin y a Trump“.

El nuevo proyecto de ley del Senado estadounidense acusa a Putin de “haber interferido en las elecciones de EEUU”, a esto le añade los “ataques cibernéticos” además de la “derrota de Hillary Clinton“.

Sin embargo, “solo hay un problema importante para los halcones” antirrusos en el Congreso.

“Al endurecer las sanciones contra Rusia, ellos también han acorralado a algunas entidades corporativas poderosas. Y estas se están poniendo impacientes. Tienen mucho más que perder. Y si tuvieran que elegir un lado, es probable que no fuese el de los autores de este proyecto de ley del Senado”, concluye Rapoza.

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