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Muere Lee Kuan Yew, el “padre” de Singapur

Lee Kuan Yew, el que fue durante 31 años el primer ministro de Singapur y considerado padre de la patria, falleció este domingo por la noche (ya lunes en su país) a los 91 años. Lee ingresó en el hospital el pasado 5 de febrero por una neumonía y desde entonces estaba conectado a un respirador artificial.

El fallecido es el padre del actual primer ministro, Lee Hsien Loong, quien confirmó la muerte en un mensaje televisado este lunes a primera hora de la mañana. “Para muchos singapurenses, él era Singapur”, aseguró el jefe de Gobierno. El país ha declarado siete días de luto nacional y ha puesto las banderas a media asta. Los restos mortales de Lee permanecerán desde el miércoles en el Parlamento para que los ciudadanos muestren sus respetos a un hombre al que atribuyen el asombroso desarrollo económico de la ciudad-Estado, que ha pasado de ser un enclave colonial británico en el sureste asiático a uno de los mayores centros financieros del mundo. Lee condujo Singapur primero hacia la independencia y después creó un país a su medida y voluntad gracias a un liderazgo autoritario de más de tres décadas cuyo legado sigue plenamente vigente

Descendiente de una familia adinerada de etnia china, Lee nació en el Singapur británico. Tras pasar por la Universidad de Cambridge, volvió a su tierra natal como un férreo defensor de la independencia y fundó el Partido de Acción Popular (PAP). El auge del sentimiento nacionalista y anticolonial entre la población le convirtió en jefe de Gobierno en 1959, un puesto que ya no dejó hasta el 1990. Abogó primero por una federación con Malasia, pero las tensas relaciones entre ambos gobiernos forzaron la separación en 1965.

Preocupado por la falta de recursos naturales y la dependencia de Malasia, Lee convirtió la supervivencia económica del nuevo Estado en su prioridad y se olvidó del resto. Planificó al milímetro una sociedad sin alma propia bajo los principios de la meritocracia, el pragmatismo y especialmente el orden. “A menudo, se me acusa de interferir en la vida privada de los ciudadanos. Si no lo hiciera, no estaríamos hoy aquí. Y lo digo sin el menor remordimiento: no habríamos hecho tal progreso económico si no hubiéramos intervenido en asuntos muy personales (…) Nosotros decidimos lo que es correcto, no importa lo que la gente piense”, dijo Lee en una de sus entrevistas a la prensa local. De él y sus gobiernos proceden las leyes que condenan a muerte a los traficantes de drogas, permiten los azotes como forma legal de castigo para los actos de vandalismo o prohíben el consumo e importación de chicles.

Con un fuerte impulso a la industrialización y posteriormente hacia comercio y las finanzas, Lee sentó las bases de un país que actualmente lidera las clasificaciones mundiales en educación, sanidad, competitividad económica y que goza de una de las tasas de criminalidad más bajas del planeta. El PIB per cápita se situó en los 55.182 dólares estadounidenses a finales de 2013, el más alto en Asia tras Catar y la región china de Macao. Sin embargo, su modelo pasó por subordinar la libertad de prensa “a las necesidades primordiales del país”, restringir la libre asociación y perpetuar la presencia del PAP en el poder.

“Con pocas excepciones, la democracia no ha traído un buen gobierno a los nuevos países en desarrollo… lo que los asiáticos valoran no tiene que ser necesariamente lo que los norteamericanos o los europeos valoran. Los occidentales aprecian las libertades individuales, pero mis valores, como asiático de influencia cultural china, abogan por un gobierno que sea honesto, eficaz y eficiente”, aseguró Lee.

A pesar de contar, cada seis años, con elecciones libres de irregularidades, el partido gobernante domina los procesos electorales. Las leyes vigentes favorecen al partido más votado y las posibilidades de la oposición de conseguir la mayoría son prácticamente nulas. Los medios de comunicación de la ciudad-estado tampoco dan cobertura a las voces discordantes con el discurso oficial. Así, el PAP ha ganado por mayoría aplastante todos los comicios celebrados en Singapur desde su independencia. Tras su retirada de la primera línea política en 1990, Lee señaló a Goh Chok Tong como nuevo primer ministro, aunque mantuvo el puesto honorífico de “ministro sénior”. En 2004, cuando su hijo Lee Hsien Loong fue nombrado nuevo jefe de Gobierno, se convirtió en “ministro mentor”.

Líderes de dentro y fuera de Asia consideran a Lee un referente. El presidente chino, Xi Jinping, lo calificó este lunes de “viejo amigo del pueblo chino muy respetado por la comunidad internacional” y su homólogo estadounidense, Barack Obama, lo elogió como un visionario y un “verdadero gigante de la historia”. Muchos han aplaudido su modelo de desarrollo económico y otros consideran que este se alcanzó en detrimento de una sociedad plenamente democrática. Lo incuestionable es que Singapur se ha convertido en exactamente lo que Lee concibió hace justamente 50 años.

 

 

Con información de El País

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