Actualmente unos 65 millones de personas con diabetes de tipo 2 necesitan insulina, pero solo la mitad pueden acceder a ella debido a los altos precios de ese medicamento, por lo que su precalificación debe aumentar el flujo de productos de calidad en el mercado internacional con opciones más económicas para los pacientes.
A pesar de una amplia oferta, los precios actuales de la insulina son un obstáculo al tratamiento en la mayoría de los países de ingresos bajos y medianos, por el control que ejercen tres fabricantes en la mayor parte del mercado mundial, fijando precios que son prohibitivos para muchas personas y países.
Los datos recogidos por la OMS entre 2016-2019 en 24 países de cuatro continentes mostraron que la insulina humana solo estaba disponible en el 61 por ciento de los centros de salud, y sus análogos en el 13, y que el suministro mensual, por ejemplo, le costaría a un trabajador de Ghana el equivalente a 5,5 días de salario por mes, o el 22 por ciento de sus ingresos.
En el mundo hay más de 420 millones de personas con diabetes, la séptima causa de muerte y una de las principales fuentes de complicaciones costosas y debilitantes, como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal, ceguera y amputaciones de miembros inferiores.
Las personas con diabetes de tipo 1 necesitan insulina para sobrevivir y mantener su glucemia en niveles que reduzcan el riesgo de complicaciones comunes como la ceguera o la insuficiencia renal, mientras los portadores de la tipo 2 demandan este medicamento para controlar la glucemia cuando los medicamentos orales pierden eficacia a medida que avanza la enfermedad.