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“Volveremos y seremos millones”: Evo Morales revela la estrategia para el retorno del MAS al poder en Bolivia

* El expresidente describe en su más reciente libro los pormenores del golpe de Estado y la reorganización política de su partido para ganar las elecciones.

SUCRE (RT) 15 de septiembre de 2020.- El depuesto expresidente de Bolivia Evo Morales estaba refugiado en México cuando soñó con Salvador Allende, el mandatario chileno que murió durante el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. “El Movimiento al Socialismo pudo haber terminado como la Unión Popular”, se dijo a sí mismo el político en plena somnolencia.

Según cuenta Morales en su reciente libro, en ese momento comprendió que salir de Bolivia tras el golpe de Estado había sido la mejor decisión, porque la intención de sus enemigos no era solo matarlo a él, sino eliminar por completo al MAS, tal y como ocurrió con la UP en Chile, lo que abrió paso a la larga dictadura encabezada por Augusto Pinochet.

Al despertar, se dio cuenta de que, por suerte, la historia no se había repetido. “No se nos muere Bolivia. El MAS vive, la lucha continúa. Yo estaba en México, estaba vivo, el MAS estaba vivo, iba a elegir el mejor nuevo binomio, los mejores nuevos candidatos”, reflexiona en las páginas del libro. Fue en ese momento cuando comenzó a diseñar la estrategia para que su partido regresara al poder en elecciones democráticas y pusiera fin a la dictadura de Jeanine Áñez.

En las reflexiones y memorias, Morales también detalla el periplo personal y político que ha enfrentado después de su forzada salida del gobierno.

“Volveremos y seremos millones. El golpe de Estado, el exilio y la lucha para que Bolivia vuelva a gobernarse”, es el título publicado por editorial Ariel en Argentina y en donde el expresidente plasma un testimonio histórico de un país acosado por un gobierno de facto y una pandemia.

A lo largo de ocho capítulos, Morales cuenta los avatares de la campaña presidencial del año pasado, el papel de la Organización de Estados Americanos (OEA) para empañar los comicios y teñirlos con la sombra de un fraude que no existió, su refugio en México y su exilio en Argentina, el apoyo de Andrés Manuel López Obrador y Alberto Fernández, las violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno de Áñez y la necesidad de que Bolivia recupere la democracia.

La sombra chilena

“El único fraude fue de la OEA. Y ese fraude fue decir que hubo fraude electoral en Bolivia. Pude haber terminado como Salvador Allende”, explica el expresidente en el libro, al comparar el golpe del 11 de septiembre de 1973 en Chile con el ocurrido el 10 de noviembre de 2019 en Bolivia.

Morales recuerda que el 08 de noviembre, así como Allende se había negado a dejar el Palacio de la Moneda en Santiago, él prometió que no abandonaría la Casa Grande del Pueblo en La Paz, a pesar de la creciente violencia política que se reflejaba en el amotinamiento de la Policía.

“Pero algunos ministros, ministras, empezaban a preocuparse, llorosos, decían: ‘aquí nos van a matar’. Yo no quería salir. ‘Vamos a resistir’, pensaba. Al día siguiente el pueblo se va a concentrar”, escribe Morales, quien en esas horas seguía confiando en que la ciudadanía saldría a defender la democracia.

Pero fue el exvicepresidente Álvaro García Linera quien convenció a Morales de salir de Bolivia porque era la única manera de que sobrevivieran tanto él como su propia fuerza política.

“Si queremos salvar el proceso de cambio, hay que salvar la vida de Evo. Textual. Eso decían. Y ahí empezaron a llorar otra vez ministros, ministras (…)  Al fin salimos. Eran las ocho, nueve, diez de la noche.  Después, conversando con algunos compañeros que recuerdan cómo ha sido la muerte de Salvador Allende en Santiago, había sido eso”, agrega el expresidente en su recuento de esos momentos aciagos.

“Después reaccioné que, como Allende, yo estaba en la mira de Estados Unidos. Y cualquier agente que ponga Estados Unidos, sea un militar o un policía, en un disturbio, una confrontación, aprovecha y listo. Y después le echa la culpa a su compañero. O niega”, dice al insistir en que la intención era matarlo.

A pesar del cerco que ya había contra él, Morales pensó en permanecer en el país, en refugiarse en el monte y organizar desde ahí la lucha. Pero comprendió que habría enfrentamientos entre el pueblo, las fuerzas de Seguridad, las fuerzas Armadas y los paramilitares.

“Y yo, mientras tanto, monte adentro. En esa situación, todo anunciaba masacre. Y el dolor de esa masacre me destrozaba a mí y al más”, cuenta. Por eso aceptó partir rumbo a México.

Enemigo eterno

A lo largo del libro, Morales reitera que el intervencionismo estadounidense fue fundamental para que se concretara el golpe de Estado. Ese país, dice, nunca lo respetó a pesar de ser un presidente democráticamente electo, porque sabía que nunca iba a cambiar su posición antiimperialista.

“Estados Unidos sabe que vamos a seguir batallando una política propia con principios, con programa, con ideología propia, de herencia y de vivencia en mi caso. Claro, cómo nos van a perdonar, después de llegar al gobierno cerramos la base militar de Estados Unidos, expulsamos a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Institucional, expulsamos a la DEA, al embajador que nos estaba conspirando”, explica.

Para Estados Unidos, dice, todos los movimientos sociales son terroristas o narcotraficantes. Por eso acusaban que, bajo su gobierno, Bolivia era un narco-estado, a pesar de que la realidad contradijo este prejuicio.

“Al revés fue, en realidad. En tiempos militares, en tiempos del neoliberalismo, Bolivia tenía más de 55,000 hectáreas de coca (…) Y nosotros redujimos la coca. Sin muertos. Ni heridos. Antes, (ellos) con masacre. Hemos demostrado, nacionalizando la lucha contra el narcotráfico sin bases (estadounidenses), sin la DEA”, recuerda.

En plan de autocrítica, el expresidente asume que, por graves errores de su sistema de Inteligencia, su gobierno nunca previó el golpe de Estado.

“Algunos ministros me plantearon: ‘haremos también nosotros nuestra propia Inteligencia, desde investigación y seguimiento, interno y externo. Inteligencia del Estado. Porque la Inteligencia en Bolivia depende de la Policía y las Fuerzas Armadas’. Y la Policía me pasaba información periodística. ¡Recortes de periódico me pasaba! ¡No necesito eso!”, señala.

El sucesor

“Volveremos y seremos millones” dedica amplios fragmentos a Luis Arce y a David Choquehuanca, la fórmula de candidatos del MAS a la presidencia y vicepresidencia de Bolivia, que competirá en las elecciones del próximo 18 de octubre.

“Mi relación con Luis Arce Catacora es larga, constante, buena. No puede haber gabinete sin confianza y respeto, sin seguridad de la idoneidad para el cargo. Lo mismo con David Choquehuanca. David ha estado buen tiempo como canciller, Lucho es el que acompañó siempre a cuidar la economía. Desde el primer momento trabajamos en la política de nacionalización junto con el compañero Álvaro [García Linera], y Arce acompañó profesionalmente”, afirma Morales.

Antes de ser presidente, explica, Carlos Villegas era la persona que lo orientaba en temas económicos.

“Carlos fue ministro y ocupó puestos muy importantes en mi gobierno hasta que lamentablemente falleció. Villegas siempre tenía un equipo de economistas que venían trabajando el plan de reformas del régimen de hidrocarburos, pensando cómo ejecutarlas. Y ahí apareció Lucho, un joven profesional que era parte del plan, que venía del Partido Socialista de Marcelo Quiroga Santa Cruz”, precisa.

El expresidente define a Arce como estudioso y disciplinado, por lo que finalmente en 2006 fue convocado a ser ministro de Economía.

“Y desde entonces ocupó un cargo en el gabinete  en cada gobierno del MAS. Sobre todo, Lucho es experto en cuidar la economía. En buscar qué hacer y cómo hacerlo para generar divisas. En el tema de la nacionalización planteó alguna vez, en algún caso, ciertas dudas, que tiene derecho y es su deber como técnico, pero no eran dudas ni reservas políticas”, cuenta.

El hoy candidato, añade, le enseñó sobre el manejo de la administración pública y los ciclos económicos. También argumentos legales para actuar con precisión jurídica y técnica.

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“Lucho es un hombre honesto, patriota. Lucho jamás va a robar, porque nunca ha robado”, asegura. El exmandatario también menciona la lealtad de Arce y recuerda que una vez un organismo internacional, que pudo haber sido el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial, le ofrecía un sueldo de 14,000 dólares para ocupar un cargo. Como ministro no ganaba más de 2,000 dólares.

“Yo pensé que se iba a ir, yo probé y le dije: ‘Si te vas, andá y ganá esa plata. Son 7,000 para vos y 7,000 para la campaña”, le ofreció. Pero Arce prefirió seguir en su puesto como ministro:  “Y sí, se quedó (ganando) 2,000 dólares al servicio de la Patria”.

Las elecciones

Con miras a los comicios, Morales se muestra confiado en el triunfo del MAS porque desde el golpe de Estado los dirigentes del partido han logrado trabajar unidos, bajo una misma línea política y sin divisiones internas, a pesar de múltiples intentos por fracturarlos.

“En algún momento habrá elecciones en Bolivia. Aunque intentan postergarlas, aunque siguen buscando proscribirnos (…) vamos a pasar del 50%. Pero hay sorpresas, estoy seguro. Vamos a ganar con más del 50%, salvo que hubiera fraude, claro. Porque en 2020, como en 2005, habrá un nuevo triunfo. Una renovada victoria del Movimiento al Socialismo del instrumento político por la soberanía de los pueblos triunfará de nuevo con un nuevo binomio”, confía.

VP/Internacional/EZ

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