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Kimbilá, pueblo que encontró su identidad en el bordado textil

Por Tomás Antonio Martín. Corresponsal

Izamal, Yucatán (Notimex), 11 de julio de 2017.- Kimbilá, comisaría de este municipio, encontró en el diseño textil a base del tradicional bordado yucateco, una actividad que además de darle empleo a sus pobladores, le empieza a dar un sentido de identidad como pueblo textilero ante los ojos de propios y extraños.

Ubicado a unos 50 kilómetros al oriente de la capital yucateca y a unos 10 kilómetros de la cabecera municipal, el sitio es habitado por unas cinco mil 800 personas, la mayoría considerada indígena pues aún hablan su lengua materna que es el maya.

Justo en el corazón del poblado, hay una pequeña parroquia donde se venera a la Virgen Santa Clara de Asís y justo afuera de esa parroquia hay un letrero que dice: Reconstrucción 26 de febrero de 1902, lo que deja en claro que Kimbilá ya tiene una historia que supera los 100 años.

Sin embargo, en el año 2002, la vocación y vida cotidiana del lugar fue forzada a dar un giro de 180 grados, ya que el huracán Isidoro prácticamente acabó con todos los cultivos de henequén, que era una de las principales actividades económicas de esta localidad.

Aunque desde hace poco más de 40 años, muchas familias se dedicaban al bordado, fue a partir del desastre causado por Isidoro que Kimbilá empezó al experimentar una especie de florecimiento de la confección de ropa típica que empezó a conquistar el gusto de propios y extraños.

Hoy es posible admirar y comprar desde blusas sencillas con un costo promedio de 250 pesos, hasta elaborados y suntuosos ternos y huipiles cuyo bordado a detalle los hace una auténtica obra de arte.

Con el éxito comercial, empezó a crecer el número de negocios dedicados a este giro, que van desde pequeños talleres de bordado hasta tiendas perfectamente establecidas, y que ofrecen piezas con diseños y bordados que superan en promedio los cinco mil pesos o más.

Una de las más populares es “Taller de Bordados Kike”, cuyo propietario Enrique May May, comentó en entrevista para Notimex que él empezó a dedicarse al bordado de textiles a los 12 años de edad con la clara intención no solo de aprender a bordar, si no a crear sus propios diseños.

Hoy a sus 43 años de edad don Enrique, es considerado uno de los diseñadores más influyentes y reconocidos en la región peninsular, pues en su taller siempre se encontrará algo más que las tradicionales blusas que empiezan a ponerse de moda por su precio accesible y su fácil comercialización.

El entrevistado indicó, que algunos medios de comunicación nacionales que han conocido su trabajo lo califican como una especie de “paisajista” del bordado que logró fusionar la ancestral técnica del bordado del “punto de cruz”, con el lino, lo cual ha dado vida a creaciones realmente espectaculares por su frescura y colorido.

Comentó que sus prendas han vestido incluso a artistas de la talla de Juan Gabriel, y algunos otros de sus clientes famosos han sido Omar Chaparro, el ex académico Erasmo Catarino y también sus guayaberas fueron usadas por varios mandatarios.

“Mis diseños son 100 por ciento exclusivos y creo que eso ha sido un factor que ha permitido a mi taller identificarse del resto de los talleres y tiendas que se han establecido o iniciado operaciones en fechas recientes”, precisó.

Otros talleres reconocidos en la localidad son “Exclusivas Addy”, propiedad de Addy María Eustonia May , quien fundó su taller junto con su esposo Maximiliano Mex Llanos, de 73 años. Ambos también son considerados pioneros de este arte en Kimbilá y también destaca “El Milagro de Dios”, ubicado muy cerca de la plaza principal del poblado.

Sin embargo, como se mencionó con antelación, hoy es posible encontrar una gran cantidad de tiendas especializadas en la confección y bordado de prendas típicas a lo largo y ancho de las calles de este sitio a precios accesibles, por lo que la experiencia de buscar y comprar puede durar muchas horas.

Pero el colorido, luminosidad y calidad de las prendas que hoy elaboran los artesanos de Kimbilá, sin duda hacer que la visita y la experiencia valgan la pena, además de que a sólo 10 kilómetros está la cabecera municipal de Izamal, el primer pueblo Mágico del país, por lo que después de las compras esta es una buena opción hacer la experiencia mucho más agradable.

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