El jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, afirmó que el intercambio de experiencias con especialistas internacionales, o incluso una consulta a la ciudadanía, deben sentar las bases para decidir el mejor destino del espacio que ocupa el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) ante la construcción de una nueva terminal aérea.
Sostuvo que está dispuesto a defender que el proyecto para ocupar estos terrenos beneficie la perspectiva de vida de los capitalinos, en especial a los de la zona oriente.
“Qué bueno que a esta convocatoria acudan tantos expertos. No podríamos anticipar una decisión. Mi obligación, la obligación del gobierno, consiste en defender a la ciudad; por más que tuviera un proyecto el gobierno federal que fuera de urgente necesidad o de gran proyección, si la Ciudad de México estuviera afectada, no podríamos permitirlo, no lo podríamos aceptar.
“Y si es necesario que lo consultemos, ¿por qué no? ¿Qué opina la Ciudad de México de tener un nuevo aeropuerto? ¿Qué opina de esta necesidad? ¿Qué opina de que pueda tener tales o cuales beneficios? ¿O qué opinan de que no se haga? Podemos escuchar la opinión de los demás involucrados”, indicó al inaugurar el Foro Internacional Aeropuerto y Ciudad. La Gran Transformación Urbana, en el que participan voces de la ciudadanía, arquitectos, urbanistas, académicos y especialistas nacionales e internacionales.
Destacó que la saturación de la actual terminal aérea y su eventual cierre plantea una de las posibilidades de transformación urbanística, de convivencia y económicas más grandes que ha tenido en su historia la ciudad, por lo que reiteró la importancia de que se tome una decisión sin exclusión social, ya que será un proyecto a largo plazo.
“Hemos entendido, porque el gobierno debe entender, cuando la sociedad hace el llamado: que es mucho mejor si todos encontramos una solución bien planeada y bien planteada.
“Debemos defender el empleo de los que están con una fuente de ingresos, debemos de defender también la economía de la ciudad, su ecología, el urbanismo y, por supuesto, la calidad de vida de la gente que habita nuestra capital”, aseguró.
Posteriormente, en entrevista, adelantó que, de ser necesario, él personalmente llevará las conclusiones de este foro al presidente Enrique Peña Nieto.
“Lo vamos a llevar, si es necesario, con el Presidente de la República, pues con él también lo platicaré.
“Personalmente me voy a encargar de este tema. Nada más vamos a esperar conclusiones, vamos a oír a expertos”, dijo.
“Necesaria, la inversión privada”
El proyecto del AICM debe incluir recursos de la iniciativa privada para que sea sostenible, coinciden expertos.
El futuro del aeropuerto capitalino debe ser el de un espacio accesible para todos y para ello debe tener inversiones público-privadas que garanticen el éxito del proyecto, se expuso en el foro La Gran Transformación Urbana.
Dhyana Quintanar, titular de la Autoridad del Espacio Público, expuso que la visión del gobierno es que, una vez que se abandone la actual terminal, sus más de 700 hectáreas se convierta en un espacio público de calidad.
“La calidad no es tanto por los acabados del material, sino las alternativas; pensar que podemos tener un espacio abierto, activado, programado, con un gerente que se haga cargo de la gestión de recursos, de la activación.
“Podemos imaginarnos un terreno con espacio para papalotes, con senderismo urbano, paracaidismo, conciertos, una aldea digital de oriente, una escuela de oficios, un parque acuático temporal”, puntualizó.
Sobre la forma de administrar el lugar, reconoció que deberá hacerse a través de una gerencia con inversiones público privadas, que permitan administrar sosteniblemente este espacio.
La secretaria del Medio Ambiente, Tanya Müller, destacó que no es mucho el tiempo que se tiene para gestionar lo que se hará en la terminal una vez que sea cerrada para que inicie operaciones el nuevo aeropuerto en el ex Lago de Texcoco.
En el foro también se expusieron las experiencias de los aeropuertos Tempelhof, de Berlín; Sucre, de Quito; Austin, Texas, y Seúl, Corea.
En el primer caso, Gerhard Steindorf, gerente del proyecto, recordó que primero se propuso modificar el edificio principal y crear equipamiento en el predio de poco más de 300 hectáreas. Sin embargo, en una consulta pública se decidió que el uso del terreno fuera sólo un parque, sin mayor transformación de su infraestructura.
“La consulta fue un éxito, pero ¿un éxito para quién?”, cuestionó al describir que en Tempelhof ahora sólo hay un gran terreno con césped y en la antigua terminal se realizan lo mismo desfiles de moda que conciertos o exhibiciones.
Eduardo Dousdebés, exsecretario de Desarrollo Productivo y Competitividad de Quito, puntualizó que la transformación del aeropuerto de esa ciudad en un parque incluyó una terminal de Metro y un centro de convenciones.
El problema, dijo, es que se careció de un esquema de inversión privada que permitiera dar mantenimiento al propio parque, un gasto inviable para el ayuntamiento, que anualmente debe destinar 3.5 millones de dólares a ese propósito.
“¿No hubiera sido preferible sacrificar diez o 20% del terreno para inversión privada (con una contraprestación) que permitiera dar mantenimiento al parque?”, cuestionó y dijo que ya se analizan cambios de uso de suelo en las zonas aledañas al parque para incentivar la inversión inmobiliaria, con candados que garanticen vivienda de interés social en torno
al parque.
En el caso texano, David Colligan, gerente del Negocio Global de Reclutamiento y Expansión del Departamento de Desarrollo Económico de Austin, indicó que el terreno fue vendido a desarrolladores privados que crearon una ciudad para personas de nivel económico medio y alto.
Con información de Excélsior