Por Jorge Santa Cruz
La Procuraduría General de la República volvió testigo protegido al ex Tesorero del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Erick Salvador Rodríguez García, ex cuñado de la otrora poderosa lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo Morales, sujeta a proceso judicial, acusada de delincuencia organizada y lavado de dinero.
Erick Salvador es hermano de Francisco Rodríguez García, ex esposo de la maestra, quien, hasta el momento, ha intentado sin éxito obtener un amparo.
Otra de las detenidas, Nora Guadalupe Ugarte Ramírez, quien según la PGR hizo transferencias multimillonarias con dineros del SNTE a cuentas de Elba Esther, también quiere volverse testigo colaborador.
Así de fácil.
La desconfianza de este periodista hacia los testigos protegidos no es de ahora. El 9 de julio de 1998, en la página A 15 de la sección editorial del periódico Novedades, de la ciudad de México, por cierto, ya desaparecido, escribió lo siguiente:
“El clamor es unánime: todo el castigo a los criminales. Los casos estremecen: niños secuestrados y asesinados en Guerrero; mujeres ultimadas en los carriles centrales del Periférico; secuestradores que declaran sus fechorías ante las cámaras de televisión.
“Y por el otro lado, las víctimas, las vivas y las muertas, con sus historias de dolor, de miedo, de injusticia. Historias cotidianas que no logran adormecer los reclamos de equidad.
“¡Cuánta confusión! Los delitos se magnifican en algunos espacios periodísticos en tanto que las fuerzas policíacas se manifiestan incapaces de frenar a la delincuencia organizada. Los maleantes se solazan con la nota roja, al tiempo que la ley se muestra bondadosa con aquellos que son capturados por la policía y ofrecen información a cambio de sentencias benignas.”
Hace ya casi 15 años de que publicamos esto. Retomemos otros párrafos:
“El testigo protegido, tan común en Estados Unidos, se ve de pronto rodeado de un halo de poder, se siente con derecho a señalar o absolver. Su testimonio se puede inclinar en favor de la verdad o de la venganza. El interés personal, de una penalidad menor, puede confundir al fiscal y al juzgador.
“¿Por qué dar concesiones a quien no las dio a sus víctimas? Sería mejor aplicarle castigos ejemplares como la cadena perpetua o los trabajos obligatorios. Nuestras autoridades no deben conformarse con atrapar a algunos ‘peces’ de mediano nivel, deben de ir sobre los ‘peces gordos’, sobre las cabezas del crimen organizado.”
Nuestra conclusión, aquel 9 de julio de 1998, fue la siguiente: “Resulta poco congruente, pues, que se procure la profesionalización de las corporaciones policíacas si a los delincuentes que capturen se les va a tratar con toda la cortesía. Siempre será mejor un policía profesional que un ‘soplón’ avezado y vengativo.”
Así pensábamos hace 15 años. Así pensamos hoy.
@JorgeSantaCruz1
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