“Laicidad en el Constituyente” fue el tema abordado por Morena en el más reciente foro que organizaron, como cada miércoles, en sucesivos trabajos de análisis que abordan las cuestiones más interesantes y de vanguardia, y que tienen lugar en el Club de Periodistas de México, en el salón Renato Leduc. “Es voluntad de la ciudad de México constituirse en una entidad representativa, democrática, popular y laica”, se leía en la lona de la mesa de oradores, que desgranaron sus ideas en torno a esta propuesta ciudadana.
Se dijo que sin un verdadero Estado laico no hay una verdadera democracia. Tema de vigencia permanente, el laicismo ha sido violado sucesivamente por los diversos gobiernos que ha habido en nuestro país. De manera reciente en la visita papal que hubo a principios de año y en la cual se puso como pretexto que al Papa Francisco se le da un trato como jefe de Estado, se mencionó
En el panel se pudieron escuchar las ideas y aportaciones del maestro Rodolfo Reyes Sánchez, de la doctora Gabriela Rodríguez, del doctor Elio Masferrer, del maestro Héctor Vasconcelos, así como de los diputados Felipe Félix de la Cruz y César Cravioto. La mesa de exposiciones estuvo atinadamente coordinada por el diputado José Alfonso Suárez del Real.
Se trata de un tema, el laicismo, “profundamente arraigado en la historia de la República mexicana, prácticamente desde mediados del siglo XIX, cuando los liberales inician una serie de procesos que permiten entender la laicidad del Estado y aplicarla a una serie de disposiciones legales que han sido fundamentales en la construcción de nuestro país”, aseveró el diputado Alfonso Suárez del Real, en una de sus primeras intervenciones.
El doctor Masferrer dio sus opiniones “a título personal”. Indicó que en México existe discriminación religiosa. Citó a Ferdinand Lasalle, quien definió a la constitución como el resultado de la particular correlación entre las fuerzas políticas en un momento determinado; que no es un texto, que no es un papel.
México no es un Estado laico. Lo que existe es una alianza estructural entre aparatos del Estado y la jerarquía católica, apostólica y romana. Y además, en nuestro país, los sacerdotes tienen fuero. Ningún ministerio público se atreve a levantar cargos contra un religioso, explicó.
No existe en México libertad de cultos, como lo señala el artículo 40. Si se es perteneciente a los grupos de la teología de la liberación, no tiene libertad religiosa. Si se es pentecostés o evangélico, que están representados por un 20% de la población, no tiene derechos. El gobierno de la ciudad no expide constancias en materia de antigüedad y notorio arraigo para las nuevas iglesias. Hay millones de ciudadanos que no son guadalupanos o católicos; que son judíos, musulmanes, budistas, etc. ¿Qué es esta alianza entre la jerarquía católica y el Estado? El intento de controlar las políticas públicas de acuerdo a los dogmas religiosos. Los políticos le tienen miedo al cardenal Rivera, anotó. Ni siquiera se presentó una moción de inconformidad en la Cámara, cuando vino el Papa a México y se le trató como ya vimos.
Por su parte la doctora Gabriela Rodríguez dijo que cuando los políticos acuden a lo religioso es para someter al pueblo, una manipulación a través de los religioso. La vida religiosa, las creencias, pertenecen a un ámbito privado, que es un derecho a la privacidad. En la medida en que se recuperan en la política, se pierde la soberanía, porque la soberanía de un gobierno está en lo que piensa el pueblo. El Estado no tiene creencias, el Estado respeta lo que piensa el pueblo.
Indicó que en esta ciudad hay millones de jovencitas que en lugar de estar en la prepa o la universidad, en lugar de tener un empleo técnico bien pagado, están cuidando niños desde los 17 o 18 años. Los horarios escolares y los horarios laborales no permiten a las mujeres continuar en las escuelas, terminar una carrera ni acceder a salarios mayores. Esto de cuidar niños, ancianos, enfermos, personas con discapacidad, es responsabilidad del Estado. Por ello propuso que haya correspondencia entre el horario escolar y el horario laboral, y que estos horarios sean de siete horas, algo novedoso.
Propuso que se refuerce la idea del Estado laico, ante el nuevo embate de las fuerzas religiosas que controlan al país, y que este enfoque adopte la posibilidad de sancionar a los funcionarios, jueces y gobernantes que actúen en contra de los derechos de las mujeres.
En su turno, el maestro Rodolfo Reyes Sánchez, economista, habló de laicidad y masonería, que, aclaró puntualmente, no es una religión. Recordó a la escuela que se encuentra en la calle de Corregidora, colegio Cristóbal Colón, donde cursó parte de sus estudios primarios. En una de sus aulas el maestro Chanito enseñó a los niños despeinados que iban allí, que nuestro país se dividía en 29 estados, dos territorios y un Distrito Federal. Hoy la antigua Tenochtitlan, alguna vez capital de un imperio, la después llamada capital de la Nueva España, el ayer Distrito Federal, construye su esencia y esculpe su futuro.
¿Por qué tratar la laicidad como uno de los temas del Constituyente? Porque es uno de los conceptos que transversalmente cruza, imperceptibles, los asuntos de toda la ciudad de México.
El diccionario de la Real Academia define a la masonería como asociación universalmente extendida, originariamente secreta, cuyos miembros forman una hermandad iniciática y jerarquizada, organizada en logias de ideología racionalista y carácter filantrópico. Otro diccionario dice que es una escuela filosófica que utiliza los instrumentos de los albañiles como símbolo.
El mismo primer diccionario define “laico” como un adjetivo que en una segunda acepción se refiere a “independiente de cualquier organización o confesión religiosa”; añade que es un vocablo que originalmente significaba “propiamente del pueblo”.
Citó a Calixto Maldonado, quien definió en 1949: “La masonería no es una religión, tan antigua o más que todas las religiones, ha presidido el derrumbamiento de todas estas. Admitimos en nuestro seno a protestantes, mahometanos, budistas, etc., con tal que no sean fanáticos ni ateos. Abrimos la puerta a los librepensadores, a los hombres de ciencia y a los de principios morales bien arraigados. Nos preocupa el fanatismo como una de tantas barreras impuestas al libre examen”.
Ignacio Ramírez habría de combatir el oscurantismo en la cátedra, en la tribuna del constituyente y en el gabinete ministerial, empeñado en la tarea de sustituir a la teología por la ciencia y la filosofía, al dogma por la razón, al cura por el sabio y el filósofo, y a la fe por el escepticismo; la duda, para el masón, es un puente para vincularlo en la verdad”.
Tocó el turno al maestro José Vasconcelos, quien entre otras cosas refirió que cree que el Estado laico pertenece a la esencia verdadera de México. Definió tres vertientes para entender el asunto de la laicidad. El primero es la separación absoluta y rigurosa entre el gobierno y las iglesias. Entre lo público y lo religioso; entre las conciencias personales y privadas y la acción del Estado.
Otro elemento crucial sin el cual no hay laicismo es la libertad de los ciudadanos para tener las creencias religiosas que cada quien considere convenientes y de manera muy importante, también, el derecho a no profesar creencia o religión alguna.
Un tercer elemento, crucial en el laicismo, es la protección de las minorías, empezando por las minorías religiosas. En México, a pesar de que el 83% de los ciudadanos son católicos, también existe el otro 17% que merece todas las consideraciones, respeto e igualdad jurídica y de derecho, mencionó el maestro Vasconcelos.
La mesa concluyó con las ponencias de los diputados César Cravioto y Felipe Félix de la Cruz, quienes abundaron y resumieron lo ya expuesto. Al final, quedó la invitación del coordinador Suárez del Real para reunirse en la próxima mesa de trabajo, como cada miércoles, en el Club de Periodistas de México.
