La elaboración de una constitución moderna e innovadora en la Ciudad de México es un reto, considerando algunas de sus limitaciones de origen, como la composición de una Asamblea Constituyente volcada hacia los partidos políticos. Sin embargo, existe una ventana de oportunidad para mejorar la participación ciudadana, atacar la corrupción y hacer contrapesos de poder.
Para ello, se necesitará de la creación de nuevas figuras de gobierno y su forma de administrar, las cuales no existen en el país. La Constitución de la capital tendrá que asentar una de estas figuras, considerada uno de los principales puntos de su conformación: la transformación de las delegaciones de la ciudad en alcaldías con atribuciones particulares en toda la Federación.
“Este es el tema de temas y no sólo implica el rediseño de la administración pública de la ciudad, sino un replanteamiento de las formas de gobernar, en que se vincula el gobierno con la sociedad”, explicó Alejandro Encinas, miembro del grupo redactor de la Constitución de la CDMX, en el foro “Ciudad de México. Aportes al Proceso de Elaboración de su Constitución”, organizado recientemente por el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM, sede del evento, el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Las alcaldías no serán municipios ni delegaciones políticas, sino órganos político-administrativos que deberán tener un rediseño institucional totalmente distinto al que existe en el marco jurídico de nuestro país, agregó el senador.
Éste es uno de los tópicos a resolver en la Constitución, así como la elaboración de mecanismos de coordinación y concurrencia con el gobierno central para la planeación, desarrollo, construcción de infraestructura y prestación de servicios, entre otros.
Durante su participación en el foro —que convocó a decenas de académicos y legisladores—, Hugo Concha Cantú, investigador del IIJ, abonó otras consideraciones que deben contemplarse en la Constitución de la CDMX, ventanas de oportunidad, dijo.
Nombró el tema de los mecanismos de asignación presupuestal a las alcaldías; facultades y competencias de los alcaldes y concejales, así como participación ciudadana, donde hay un “universo gigantesco de cosas que se pueden hacer y creo que se deben explorar hasta el cansancio”. También mencionó los controles, no sólo políticos y jurisdiccionales, sino también en alcaldías y que éstas a su vez hagan contrapeso de decisiones del gobierno central y del jefe de gobierno.
Otra consideración, apuntó, es el desarrollo de una educación cívica real, “de la que todos hablan, pero a la hora de las decisiones y presupuesto nadie se acuerda de ella”. Las propias alcaldías serían lugares de contacto y formación en el área de vecinos de toda demarcación, a través de talleres y observatorios ciudadanos. “Necesitamos espacios verdaderos de vida democrática y no de vida democrática simulada”.
La Constitución de la Ciudad de México requerirá además buscar mecanismos de cohesión social y buscar la eliminación del corporativismo y clientelismo político, así como de corrupción. “La ciudad puede dar pasos muy importantes que el país no se está atreviendo a hacer”.
EN LA ACADEMIA
En otro foro sobre la Constitución de la Ciudad de México —que debe ser aprobada por la Asamblea Constituyente en enero de 2017— en la Universidad Iberoamericana, Marisol López Menéndez, académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la institución, destacó que entre los planteamientos más interesantes en la creación de la Constitución local se encuentra el reconocimiento del derecho a la ciudad, que prevé el derecho a la seguridad, a vivienda digna, a mayor cercanía entre los centros de trabajo y el lugar de residencia, a mayores medios de transporte, a mejores condiciones de vida y calidad de vida en general.
Por otra parte, en la Universidad Autónoma Metropolitana se llevó a cabo el seminario “La UAM de cara a la Constitución de la Ciudad de México”, donde académicos de la institución abordaron el tema de derechos humanos. En este espacio, Jesús Rodríguez Zepeda, profesor-investigador del Departamento de Filosofía de la UAM Iztapalapa dijo que para estabilizar los derechos humanos en el tiempo y blindarlos contra posibles regresiones deberán alcanzar el estatuto de norma constitucional local, sin que dejen de ser un propósito de alcance nacional.
En este encuentro, Pilar Berrios Navarro, del Departamento de Política y Cultura de la UAM Xochimilco, expresó la necesidad de fortalecer la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Propuso además que se amplíen las atribuciones de la institución en materia de programas y servicios sociales, derechos de los consumidores y de los usuarios de la banca, así como incorporar mecanismos de rendición de cuentas e incentivar su capacidad de propuesta legislativa.
En el marco del mismo seminario, Jorge Romero Vadillo, también de la UAM Xochimilco, puntualizó que ante las debilidades de la conformación de la Asamblea Constituyente —donde un 40 por ciento de sus miembros serán designados de forma directa por el presidente, legisladores y jefe de gobierno— un eje central de su discusión debería ser el derecho a una buena administración, “el primer derecho que deberíamos reclamar los habitantes de la Ciudad de México”.
De regreso al foro en el IIJ, Porfirio Muñoz Ledo, coordinador del grupo redactor de la Constitución de la Ciudad de México, señaló que ha habido diversos encuentros donde centenares de miles han participado. “Son temas complejos donde tenemos que luchar entre recoger todas las necesidades, intereses y valores de las personas y hacer una Constitución breve, escueta y garantista”.
Hay muchos temas más por considerar, etiquetados de manera provisional en un área llamada “de planeación”, añadió, que incluye temas de reordenamiento territorial, uso del suelo, desarrollo rural y urbano, derecho a la ciudad, desarrollo sustentable, biodiversidad, así como integración de la zona metropolitana. “Lo cierto es que nos vamos a ver obligados a innovar por fin, a acabar con las monsergas que nos heredaron desde hace mucho tiempo (…). Estamos llamados a innovar y a no vivir de prejuicios, estereotipos ni lastres intelectuales”.