Voces del Periodista Diario

2021: Se avista la tormenta electoral perfecta

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Desde la perspectiva del poder político en ejercicio, su fortaleza se finca en la pulverización y dispersión de las oposiciones. La debilidad subyacente, sin embargo, radica en una doble condición: La fragmentación interna de la formación que hizo posible ese poder y, paradoja, la oportunidad que se brinda a las oposiciones, aún dispersas orgánicamente, de volver por la revancha.

En términos ilustrativos, en 2018 el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) pasó por el proceso que algunos teóricos ingleses denominan regla suma cero. Todo lo que pierde un beligerante, cae en automático en el haber del beligerante vencedor.

A un año de que el lopezobradorismo se alzó con toda la canasta electoral, las pugnas internas, para el caso la disputa por la dirigencia nacional, erosionan los frágiles cimientos de Morena.

Los partidos derrotados: PRI, PAN y PRD no superan aún su periodo convalecencia. El primero y el tercero pasan por guerras intestinas también por el control de sus direcciones nacionales.

Un fantasma recorre el paisaje electoral: Los independientes

Cuando hablamos de volver por la revancha, nos referimos a militantes de los partidos derrotados en 2018, y eventualmente aun del mismo Morena, que individualmente pueden competir en 2021 al amparo de la figura de la candidatura independiente.

Para 2018, estudios demoscópicos concluyeron que sólo confía en los partidos apenas 18 por ciento de los ciudadanos. Esa es una de las explicaciones del por qué para las elecciones federales de julio intentaron la candidatura independiente 187 individuos.

Del total, lograron su registro por esa figura cuatro aspirantes a la Presidencia, siete al Senado y 39 a la Cámara de Diputados. Más de 200 pujaron por su registro en elecciones estatales o municipales.

Tres de los candidatos presidenciales fueron desertores de los partidos en los que militaron en algunos casos hasta por más de 20 años. Un cuarto apenas cruzó El Rubicón como mero “simpatizante” del partido que lo nominó. Incluso se propagendeó como candidato ciudadano. Fue el factor de la debacle del PRI.

No obstante los copiosos cachirulos en que incurrieron los candidatos independientes en el acopio de las firmas de apoyo requeridas por la norma -en casi todos, penalizados-, esa figura electoral no ha sido revisada para evitar futuras transgresiones al código.

Se otea el espectáculo de Los hombres que dispersó la danza

Cambio de página. Morena tiene agendado el proceso de renovación de su dirigencia nacional para noviembre. En la perspectiva, algunos observadores del proceso interno advierten que ese Movimiento tiende a convertirse en un partido puramente electorero.

Dejado el juego al garete, la unidad de mando se está fracturando. Verbigracia: “Por la libre”, 180 diputados federales de esa formación suscribieron una carta pública por la que exigen que su coordinador en San Lázaro, Mario Delgado sea inscrito ya como contendiente.

Otro de los aspirantes, el ex priista Alejandro Díaz Durán está siendo cuestionado por la exhibición de abundantes recursos con los que financia sus viajes de proselitismo cuando aún Morena no asigna los apoyos a los precandidatos a suceder a la actual presidenta provisional Yeidckol Polevnski.

En cinco alcaldías de la Ciudad de México y en al menos en tres estados, circula ya la convocatoria a un Foro Nacional para el cumplimiento de los Acuerdos del pasado Consejo Político Nacional; obviamente, al margen de la agenda de la Comisión Nacional de Elecciones.

PRI en la cuerda floja; PRD, 11 dirigencias en una década

El PRI se mece en la cuerda floja. Está a días de definir su nueva dirigencia nacional y, en tanto quien resulte electo acomete la operación cicatriz, está en riesgo inminente de perder ocho de 12 gubernaturas estatales que le quedaron después de julio de 2018. Algunos de sus detractores lo tipifican como una especie en extinción.

En estado terminal -devorado por sus tribus-, el PRD ha revisado recientemente  su régimen estatutario sólo como coartada para darle largas a la elección de una dirigencia reglamentaria. En una década, el despacho del Sol Azteca ha estado a cargo de dos representantes nacionales, un interino y siete inestables titulares; diez en total. Desde el pasado otoño está en manos de una dirigencia provisional colegiada.

Se propone una tiranía electoral centralizada

Para colmo, en días pasados apareció el espectro de una tiranía electoral centralizada. La consejera del Instituto Nacional Electoral, Pamela San Martín se pronunció por la desaparición de los Organismos Públicos Locales Electorales (Oples) para instituir una autoridad nacional única en la materia.

Los Oples, subordinados al INE, suplieron los viejos institutos, consejos o comisiones estatales con la idea de arrebatar los procesos de manos de los gobernadores. Salió más caro el caldo que las albóndigas.

Con independencia de si prospera o no esa iniciativa, lo grave es que en 13 estados se inician dentro de un año los preparativos para el cambio de gobernadores en 2021, de varias legislaturas locales y de los gobiernos municipales.

Estamos pues, ante el pronóstico de una tormenta electoral perfecta donde los pescadores a rio revuelto tienen una oportunidad en bandeja de planta. Son los futuros independientes. Cangrejos al compás/ marchemos hacia atrás. Tras, tras, tras. Es cuanto.

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