Por Salvador Martínez G.
En las últimas semanas se han acrecentado férreas críticas al Presidente Andrés Manuel López Obrador, principalmente por parte de las organizaciones empresariales, gobernadores y partidos de oposición, sin que exista una defensa intensa y cohesionada de parte del partido en el poder.
El Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, se erigió como una agrupación política de máxima cobertura social bajo el liderazgo de López Obrador y así se mantuvo durante la campaña presidencial de este, hasta llevarlo al apabullante triunfo electoral del primero de julio del 2018.
Junto con la victoria presidencial Morena obtuvo el control político mayoritario de las cámaras de Senadores y Diputados a nivel Federal y de la mayoría de los Congresos estatales en toda la República, además del Gobierno de la capital y de seis estados más del país.
Sin embargo, Morena, con toda esa gran fuerza política, electoral y social, no ha sabido estructurarse como partido en el gobierno ni respaldar con trabajo político de base, las acciones, decisiones, programas y planes gubernamentales, lo que ha abierto espacios a los grupos opositores.
Esta debilidad en la acción política morenista ha provocado una baja en las intenciones del voto que las principales encuestas han arrojado en las últimas semanas y a pesar de aún ser el órgano político que más respaldo genera, la distancia frente al PAN, PRI, PRD y demás ya no es abismal.
Hace tres meses asumió el liderazgo morenista, Alfonso Ramírez Cuellar, en medio de una profunda crisis derivada de la lucha por el poder en el partido entre Yeidckol Polevnsky y Bertha Luján, que hasta ahorita no ha logrado destensarse y como consecuencia de la contingencia sanitaria nadie tiene la certidumbre de para cuándo será la elección del nuevo presidente del CEN.
Ramírez Cuellar no ha podido ni sabido aglutinar a las huestes morenistas, tampoco preparar al partido para un proceso electoral, mucho menos para organizarlo en defensa del Presidente de la República. Flaco favor le hacen.
SUSURROS
Es muy posible que mayo sea el mes en el que se presente la cresta de la curva de infecciones por Covid-19 y que para junio inicie la distención del aislamiento social provocado por la pandemia, pero tardará aún mucho tiempo más para que todo regrese a la normalidad antes vivida.
La experiencia de otras naciones nos advierten que el coronavirus llegó para quedarse y mucho habremos de batallar aún para lograr doblegarlo, controlarlo o exterminarlo, como ya lo advirtió Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Justo para Adhanom la mayor preocupación se centra hoy en Latinoamérica, África, Europa del Este y algunos países asiáticos. Se debe mantener la calma y la ordenanza de Susana Distancia.