Voces del Periodista Diario

Autoengaño, vieja adicción de ciertos políticos

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Si un joven loco enamorado se pone de novio solo y no es correspondido, diez años después en que ve a su pretendida doncella, casada y con tres hijos, exclama aliviado: ¡De la que me escapé!

No ocurre lo mismo con los políticos y burócratas que asumen responsabilidades de Estado: Su autoengaño deja profundos e irreparables traumas en el cuerpo de la República y en la sociedad.

Por autoengaño entendemos aquella autocomplaciente actitud ante problemas de grueso calibre al que se responde con monstruosas falacias para taparle el ojo al macho o, peor aún, para satisfacer perversos designios propios o de los intereses creados.

Cuando padecimos “sólo un problema de caja”

Hagamos el recorrido de rigor: En    1982, en que la Tesorería de la Federación se quedó sin una josefita, el secretario de Hacienda, Jesús Silva Herzog Flores, exclamó paladinamente: Es sólo un  problema de caja.

La crisis financiera nacional se profundizó y se prolongó, acelerada por el saqueo de dólares: El 1 de septiembre se decretó la Expropiación bancaria.

Al arrancar el sexenio 1988-1994 se propuso la Reforma del Estado con estos objetivos y metas: 1) La defensa de la soberanía nacional y la promoción de los intereses de México en el mundo; 2) La ampliación de la vida democrática) 3) El crecimiento económico con estabilidad de precios; y 4) El mejoramiento productivo del nivel de vida de la población; es decir, la promoción del bienestar social.

En mayo de 1990, como imperativo de la Reforma del Estado, el secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella se presentó ante la Cámara de Diputados a defender la reforma al artículo 28 de la Constitución, para revertir la expropiación bancaria y disponer la reprivatización del sistema de banca y crédito.

La banca, controlada por mexicanos y para beneficio de los mexicanos

Aspe dijo que los bancos mexicanos quedarían controlados por los mexicanos y para beneficio de los mexicanos. Fue la inauguración del proceso de desnacionalización de la columna vertebral de la economía mexicana.

Días después de concluido el sexenio de Carlos Salinas de Gortari estalló el maquinado error de diciembre de 1994.

El bienestar para la familia que prometió Zedillo

El ex secretario de Programación y Presupuesto, Ernesto Zedillo Ponce de León, como candidato presidencial suplente, se abanderó con la oferta bienestar para la familia.

Zedillo aceptó el salvataje de su presidencia por Washington. A cambio, como garantía de pago, embargó la factura petrolera. Durante su mandato, convirtió en deuda pública la deuda contingente del Fondo Bancario de Protección al Ahorro, donde estaban depositados papeles chatarra de banqueros y otros empresarios rescatados de la quiebra de bienes públicos que fueron puestos bajo su gestión.

Zedillo liquidó el viejo Sistema de Ahorro para el Retiro para entregarlo a las administradoras privadas. Ahora, el más alto porcentaje de los recursos acumulados para asegurar a los trabajadores una vejez digna (tres y medio billones de pesos), están expuestos al mercado especulativo en el que medran el propio gobierno y las empresas privadas; no pocas, corporativos extranjeros.

El bienestar para la familia es hoy privilegio exclusivo de unos cuantos plutócratas, nominados por Forbes entre las más ricas del mundo.

El legado del “humanismo político” de Calderón

Vicente Fox blasonó que el suyo sería el primer gobierno democrático de la historia de México. Lo patentó como el de los empresarios, por los empresarios y para los empresarios.

En su campaña electoral, Felipe Calderón postuló su gobierno como el del humanismo político. Dejó el tejido social desgarrado y, al terminar su mandato, hizo alarde de que entregaba a su sucesor, en materia económica, un barco de gran calado a salvo de la tempestad.

Enrique Peña Nieto, exultante, prometió el 1 de diciembre de 2012 un México en paz y un modelo de desarrollo incluyente. El país naufraga en un podrido  pantano de sangre y las finanzas del Estado cargan el fardo de una deuda pública de casi once billones de pesos con cargo a los contribuyentes cautivos.

Contra el autoengaño de los hombres públicos,  pues, no hay vacuna patentada. El síndrome es problema de la siquiatría.

México rendido gratuitamente a los corporativos trasnacionales

En el otoño de 2016, escribimos algunas notas de alerta. Transcribimos una advertencia conjunta del  Premio Nobel de Economía, Joseph E. Stiglitz y Adam S. Hersh, economista e investigador visitante en la Iniciativa para el Diálogo Político de la Universidad de Columbia (USA), a saber:

“El señor Ildefonso Guajardo Villarreal, secretario de Economía del presidente Enrique Peña Nieto, se está apresurando a viajar a Atlanta con la esperanza de finalizar un nuevo acuerdo (el ATP), que ampliará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) a otras nueve economías de Asia y Pacífico.

“A partir de la experiencia pasada con acuerdos comerciales liderados por los Estados Unidos y lo que hemos podido deducir de documentos filtrados de debates de carácter confidencial, es claro que las esperanzas del presidente Peña Nieto se encuentran fuera de lugar. Los negociadores de México parecen estar a punto de rendirse ante las demandas de empresas de los países avanzados, sin beneficios para su país”.

Sostenían entonces esas autorizadas voces que la crisis financiera (el error de diciembre) ocurrida un año después de la firma del trilateral Tratado de Libre Comercio, se debió a este acuerdo: Los agricultores mexicanos de maíz pobres debieron competir con agricultores estadunidenses que recibían altos subsidios. Era vergonzoso incluso llamarlo de libre comercio”.

Proclama el inquilino de la Casa Blanca: ¡Yo gané!

El peñismo siguió montado en su macho aún después de que Donald Trump retiró a los Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica y empezó la demolición del TLCAN.

Ha pasado el verano ardiente. México, representado por el salinista Guajardo Villarreal, fue empinado a firmar un arreglo comercial bilateral con Washington. Con la rendición de Canadá a fines de septiembre, aquí se le dieron ensordecedores decibles a las fanfarrias, a pesar de que Trump se regodeó: ¡Yo gané!

Hoy, el especializado diario El Financiero -insospechable de parcialidad- publica una encuesta de cuyo resultado se sabe que 44 por ciento de los consultados sostiene que, con el acuerdo de marras México, “quedo igual”. Un 11 por ciento asegura que “salió perdiendo” y sólo un 29 percibe que “salió ganando”. (Si “quedó igual”, nos remitimos a Stiglitz y Hersh.)

La consulta se amplia: 55 por ciento cree que Trump mantendrá en firme su amenaza de construir el muro y 14 por ciento cree que la migración mexicana va aumentar.

Resignaos: “De lo perdido, lo que aparezca”

En nota separada en el mismo diario, pero no precisamente accesoria, la futura subsecretaria de Comercio Exterior, Luz María de la Mora dijo esta frase negativamente inspiradora: De lo perdido, lo que aparezca. Con eso está dicho todo.

Apunta la próxima funcionaria que el sector automotriz en México pagará graves costos de dicha negociación. Antes, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón se había dado por satisfecho con que México no sea obligado por el arreglo a aumentar los salarios en dicha industria.

Como dijeran los polacos: “Estábamos mejor cuando estábamos peor”

En emisiones televisivas de El Financiero-Blomberg escuchadas esta madrugada, expertos denuncian internacionales que el ahora llamado AMEC contiene aspectos regresivos que desnaturalizan la libertad de comercio.

También, una semana antes, Jesús Sade, del equipo de transición que participó en las negociaciones, reconoció que la región queda catalogada como una zona proteccionista.

La Unión Europea, de su lado, prepara sus propios foros para tomar providencias soberanas contra los impactos que en el viejo continente generará ese arreglo impuesto por la Casa Blanca.

Por nuestra parte, nos quedamos con una proclama-denuncia que escuchamos en marchas de indignados ciudadanos después de la transición político-económica en su Polonia: ¡Estábamos mejor cuando estábamos peor! Esto ocurre cuando duele más el cuero que la camisa. Es cuanto.

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