Voces del Periodista Diario

Banco de México: En alerta contra la corrupción

Voces del Director

Desde Filomeno Mata 8

Por Mouris Salloum George (*)

Cuando las buenas conciencias se pronuncian por la formación cívica de los futuros Guardianes de la Patria -no los aspirantes a senador de la Republica, sino los niños-, siempre resulta estimulante escuchar que existen Códigos de Ética para regir la conducta de las personas; sobre todo, de las que se disfrazan de servidores públicos.

Sabemos, por ejemplo, que algunas empresas socialmente responsables tienen un código de Ética; lo tienen también ministros, magistrados y personal del Poder Judicial de la Federación. Las iglesias, particularmente la católica, prefieren exhortar a sus feligreses a ser leales a la práctica de la moral y las buenas costumbres.

¡Hasta el PRI! tiene su Código de Justicia Partidaria y su tribunal correspondiente. Puros jueces probos.

Corrupción: Y sin embargo se mueve

Esos partos de los montes literarios se inspiran en el propósito de impedir desviaciones a las normas de observancia universal y su leitmotiv es prevenir, investigar y castigar la corrupción.

Sin embargo, en el actual sexenio presidencial, agencias financieras multinacionales -de las que México es Estado parte-, fundaciones civiles internacionales, asociaciones no gubernamentales nacionales y representaciones empresariales, coinciden en que la corrupción carga ya un costo de un billón de pesos sobre las espaldas de los expoliados compatriotas.

Frente a esa devastadora peste, los padres legisladores, en especial los más seniles, como ciertos reptiles, están pertrechados en sus armaduras camaleónicas, negándose a integrar y blindar los órganos públicos anticorrupción.

El pastor del Senado, Emilio Gamboa Patrón permanece firme en su coartada: ¡No avalaremos una cacería de brujas! Lo expectoró con estas palabras.

¡Hasta José Antonio Meade! clamó hace unos días por la pronta designación del Fiscal federal anticorrupción. Pero los legisladores, emanados del PRI, no se conmueven.

A galope, la Economía criminal

Da pie a esta recapitulación un dato cierto: Uno de los campos más fértiles donde se cultiva la corrupción, es aquél donde medra la Economía criminal, en la que son diestros los delincuentes de cuello blanco: Especuladores, traficantes de influencias, políticos, hombres de poder ejecutivo, etcétera.

Por circuitos del sector público -unidades de Inteligencia Financiera y de Coordinación Fiscal con las entidades federativas (Hacienda)-, fondos y fideicomisos alimentados con recursos públicos; órganos autónomos del Estado y otro gran directorio de entes, circulan miles de millones de pesos que, en un sistema político y económico de buena ley, constituyen el patrimonio nacional.

Lavado de dinero, es ya un deporte nacional. Con harta frecuencia, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores es requerida para que esté atenta a operaciones inusuales en el sistema de banca y crédito “mexicano”.

Los comisionados sólo actúan cuando alguna autoridad extranjera le pone el cascabel al gato en las metrópolis donde operan los grandes corporativos bancarios y financieros: Para el caso, los Estados Unidos y su Comisión de Seguridad en el mercado de valores.

Aquellas “operaciones inusuales” se detectan en los despachos ejecutivos y ventanillas bancarias, casas de cambio y bolsas de valores, y lo más común es que el blanqueo se aplique sobre los excedentes del tráfico de drogas, armas y personas, o dinero saqueado a las tesorerías públicas que se dispersan al menudeo.

Sólo en el caso de las drogas, el Departamento del Tesoro, la Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos e instancias de la ONU, calculan que cada año ingresan a México flujos que alcanzan un monto superior a los 50 mil millones de dólares.

El Banco de México se pone las pilas

¿Es el Estado mexicano el que se preocupa por esa monstruosa manifestación de criminalidad? No. Está dispuesto a suplirlo uno de los órganos autónomos del Estado. El Banco de México.

Por mandato constitucional, el banco central tiene como misión procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional. Regulará para ello los cambios, así como la intermediación y los servicios financieros. Está dotado de autoridad para proveer a su observancia.

Pues bien: La Junta de Gobierno del Banco de México, en cuanto cambió la titularidad en su conducción, se ha puesto las pilas y acaba de emitir una directiva anticorrupción que ha incorporado al Código de Ética para funcionarios y empleados.

Abrió al público para ese efecto, una línea de denuncias, quejas y cualquier tipo de imputaciones, que estarán protegidas por la más absoluta confidencialidad, incluso si son anónimas.

Por la naturaleza de sus responsabilidades en la gestión de la economía nacional y la política monetaria, por supuesto que el Instituto no es inmune a los vaivenes de la política, pero tiene la ventaja de su autonomía y la permanencia de su personal como servidor del Estado, no de los partidos políticos.

Desde esa perspectiva, no creemos que el Banco de México esté tapando el pozo, después de niño ahogado. Si hay cosas buenas que merecen contarse, esa es una de ellas. Vale.

(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

VP/Opinión/JSC

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