Voces del Periodista Diario

Carroña entre viejas chuchas cuereras

Ruta México

Por Álvaro Aragón Ayala

Es absolutamente probable que las elecciones presidenciales de 2024 las gane un candidato independiente. Todo está dado para que así suceda: Las rapaces y saltarinas tribus de los partidos con registro nacional son las primeras tributarias a esa objetiva perspectiva.

Un aspirante no partidista, eficaz recaudador de donaciones, las tiene peladitas y en la boca. Sólo requiere obtener del Instituto Nacional Electoral constancia de registro de una asociación civil con su respectiva cuenta bancaria y acreditar el apoyo del 1 por ciento del padrón del Registro Federal de Electores.

Al menos el actual presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Gustavo de Hoyos tiene ya el pie en el estribo con el diseño de una estructura fresca, surgida de talleres que el propio sindicato patronal ha puesto a caballo.

El primer ensayo de los patrones se hará en 2021 en las elecciones intermedias de diputados federales, a las que concurre el cambio de 13 gubernaturas estatales y eventualmente la consulta popular sobre la permanencia de Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional.

La anarquía, carta de presentación de todos los partidos   

La incesante conflictividad interna de los partidos con franquicia del INE pavimenta la ruta que se tiene que recorrer de aquí a la primavera de 2024.

El caldo de cultivo para una modificación sustancial del esquema de la próxima elección presidencial lo fermentan las chuchas cuereras de segunda división del viejo régimen que se niega a morir. Son, esos emisarios del pasado los que, de trapecio en trapecio, han tomado por asalto las direcciones nacionales y estatales, y las candidaturas de las viejas y nuevas franquicias partidarias y las tienen convertidas en un repugnante revoltillo.

Pongamos en cartelera el debut y despedida del remedo de partido Encuentro Social (PES). El pasado viernes, el INE convocó al proceso administrativo de liquidación. Uno menos.

El viejo tronco del sistema partidista, hecho leña

Que la rapiña tenga como principal presa al PRI se explica, porque nuevamente, como en 2000, fue privado de la autoridad del presidente de la República y la más vieja de las formaciones fue fragmentada en 32 retazos aislados y, los que sobreviven, son mangoneados por los escasos gobernadores en funciones, algunos ya alineados en el cuadrante de Palacio Nacional.

Precisamente, el PRI fue desgarrado al grito de ¡Sálvese el que pueda! cuando en 1988 fue rota su hegemonía electoral. La estampida de los búfalos invadió las estructuras de las patentes opositoras. Son los casos del PAN y el PRD.

Si bien esos tres partidos convergieron transitoriamente en el fáctico Pacto por México de Peña Nieto, hacia 2015 pusieron su mundo aparte, sólo para ayuntarse -azules y amarillos-, en la fallida alianza Por México al frente de 2018. De los primeros, fue visible la adhesión de algunos al tricolor improvisado José Antonio Meade Kuribreña.

El PAN pretendió nadar con sus propias vejigas durante el primer semestre de 2019, pero perdió dos enclaves estratégicos: Baja California y Puebla.

Lo que ahora ocurre con el PES, es el destino manifiesto del Sol Azteca: Desvencijado en 2019, y aún antes, los lodos desparramados por su ex dirigente nacional, Rosario Robles Berlanga salpican a la trinca de Los Chuchos que ahora se reparten los saldos físicos de lo que quedó del neocardenismo.

Lo dijo Pedro Miguel: Convertir la victoria en derrota

El proceso más destructivo -en grado de suicidio– se percibe en el Movimiento Regeneración Nacional, que no acaba de salir aún del cascaron para constituirse en partido.

Los Caballos de Troya están a pleno galope con miras a 2024: Los agentes disolventes, son el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, el ex priista Ricardo Monreal, y el ex priista canciller de López Obrador, Marcelo Ebrard.

Monreal juega con sus propios medios. Ebrard tiene como peón de brega al todavía coordinador de la bancada morena en San Lázaro, Mario Delgado.

El centro de gravedad radica en la pugna por la dirigencia nacional, pero en su torno giran aquellas posiciones en el Congreso de la Unión: La del Senado, que tiene oxígeno hasta el 31 de agosto de 2024. La de la cámara, hasta la misma fecha, pero de 2021.

Hoy precisamente se fuerza una reunión del Comité Ejecutivo Nacional de Morena: La actual presidenta provisional Yeidckol Polevnski ha intentado acomodar las piezas a su favor en la convocatoria para la elección del 20 de noviembre, con vistas a su reelección.

El Consejo Político Nacional, presidido por Bertha Lujan, también aspirante al mando, pretende imponer reglas diferentes. La manzana de la discordia es, con cuál padrón se hacen las elecciones. ¿Con los 300 mil socios activos registrados ante el INE o con los dos millones acumulados con nuevas afiliaciones? El derecho de antigüedad queda en entredicho, subordinado a la arribazón de 2017-2018.

En el Senado se consolida el retorno de los brujos

En la Cámara de Diputados, el ex priista Porfirio Muñoz Ledo ha defendido su decanato y ha sido reelecto como presidente casi vitalicio de San Lázaro.

En el Senado es otro el grotesco espectáculo: El ex priista Monreal le ha metido zancadilla al lopezobradorista Martín Batres, que pujaba por su reelección. Ha colocado en la mesa directiva a la tabasqueña Mónica Fernández Balboa.

Mónica tiene el fierro priista por todos los costados: Fue miembro del gabinete del prominente ex priista Arturo Núñez Jiménez, quien logró la gubernatura de Tabasco hace siete años abanderado por el PRD.

Mónica es esposa de Carlos Rojas Gutiérrez, salinista que ocupó el cargo de secretario de Desarrollo Social en el sexenio del innombrable y fue servidor del priista Peña Nieto.

Para meterle gasolina al fuego, sin autoridad que les haga tascar el freno, algunos legisladores federales de Morena, que han pasado de origen por el PRD y han sido asesores de gobernadores priistas, han arrancado “por la libre” su carrera por las candidaturas de los gobiernos de sus estados que se disputarán en 2021.

En Morena, como en tiempos infantiles, cada quien le juega al Juan Pirulero, recreo que ocurre cuando la manada queda acéfala. Los pescadores a río revuelto en 2024, serán los independientes.

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