Voces del Periodista Diario

CDMX: Cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba ahí

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

En 2020 se cumple medio siglo de la reforma por la cual la sede de los tres Poderes de la Unión se dio un nuevo régimen administrativo

Una característica de la entidad metropolitana fue que, hasta el arribo en 1988 de Manuel Camacho Solís a la regencia, desde 1940 -bajo la denominación de Departamento Central o Departamento del Distrito Federal y una evolución territorial en 16 delegaciones políticas, hoy alcaldías-, la gobernación del Distrito Federal fue delegada por el presidente de la República a políticos de los estados.

Se subrayan esas datas porque, de 1940-1946, el titular del DDF fue el hidalguense don Javier Rojo Gómez, primero al que se le atribuyeron aspiraciones a suceder al presidente Manuel Ávila Camacho.

En lo sucesivo, Fernando Casas Alemán, Ernesto P. Uruchurtu, Alfonso Corona del Rosal, Alfonso Martínez Domínguez -relevado como sustituto por Octavio Sentíes- y Carlos Hank González, pretendieron en su oportunidad alcanzar la Presidencia. El más cercano a la banda presidencial hasta 1980 fue el mexiquense, impedido, no obstante, por la Constitución, dada su condición de hijo de padre extranjero.

Sólo el porfiado Andrés Manuel logró su objetivo final

Para 1993, el ya nombrado Camacho Solís se consideró apto para la sucesión de Carlos Salinas de Gortari. Fue dejado a la vera del camino. En 1997, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, candidato del PRD, fue electo a la jefatura de Gobierno del DFF. Ocupó los dos años siguientes a preparar su tercera tentativa por llegar a Los Pinos.

Fue el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador quien desde 2006 porfió por la Presidencia de México desde la Plaza de la Constitución. Lo logró finalmente en su tercer intento en 2018.

Con independencia de sus pretensiones de sucesión presidencial, se puede asegurar que, hasta 1982, los gobernadores del Distrito Federal dejaron como impronta su espíritu de servicio -decir mística es uso pasado de moda-, que involucró a la mayoría de los miembros de la administración capitalina.

Hank González, fue primero en percibir el fenómeno de macrocefalia metropolitana y acometió la gran reforma urbanística a fin de dotar a la entidad de infraestructura para el ordenamiento comercial, de transportación foránea y de vialidad conurbada, así su visión haya sido en muchos aspectos gerencial.

Terremotos de 1985: Nuevos movimientos sociales emergentes

Fue Manuel Camacho Solís, sin embargo, quien marcó su gestión con la voluntad de servicio desde que, con Miguel de la Madrid en Los Pinos, fue responsable de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología. Desde ahí atendió la reconstrucción de la Ciudad de México, quebrada por los sismos de septiembre de 1985.

Camacho Solís reconoció los liderazgos de los movimientos sociales emergentes surgidos sobre las ruinas dejadas por los terremotos. Durante su gestión en el DDF le imprimió una nueva dinámica a la organización vecinal, legitimando su representación e intermediación política.

A partir de 1997, las tribus amarillas del PRD hicieron de las delegaciones políticas feudos particulares, sin más fin que el enriquecimiento de sus cabezas emplumadas y sus corifeos.

Sismos de 2017 y Constitución Política de la CDMX

En septiembre de 2017, la gran metrópoli fue devastada de nuevo por los terremotos. Fueron los meses de ese año en que se agendó el cambio de régimen del Distrito Federal para transformarlo en Ciudad de México, con Constitución propia e instituciones formalmente autónomas.

Han trascurrido dos años y 4 meses de los terremotos de 2017 y por lo menos en cuatro alcaldías se pueden observar aún los estragos de la destrucción sísmica, no sólo en la arquitectura fracturada, sino en la presencia de miles de familias damnificadas que no saben a dónde fueron a parar los miles de millones de pesos de la hacienda federal y del erario citadino, etiquetados para la reconstrucción.

Cambiaron nominalmente los gobiernos de las 16 demarcaciones locales. Los ciudadanos de a pie seguimos viendo circular en el territorio metropolitano vehículos que ostentan todavía los viejos logos delegacionales, ocupados por el mismo personal “de obras públicas, vía pública, protección civil o direcciones de Gobierno”, etcétera, aplicados a las mismas y añosas prácticas de extorsión a transeúntes, transportistas, comerciantes ambulantes, empresas constructoras, etcétera.

En alcaldías del oriente y el sur de la ciudad se ve en activo a ex funcionarios perredistas y sus secuaces que al menos desde hace tres lustros controlan el narcomenudeo, el secuestro, el cobro de piso y otras actividades propias del crimen organizado.

La inmensa y silenciosa soledad desnuda de la metrópoli

La narrativa anterior nos la inspiraron las primeras horas de 2020. En nuestro matinal y refrescante peregrinar, vimos la inmensa y silenciosa soledad desnuda de la ciudad; un enorme latifundio desbrozado como para cultivar la civilidad del siglo XXI e imaginar una nueva racionalidad urbanística que remonte la estampa del rancho grande que nos han legado los recientes gobiernos.

Soñamos que las autoridades centrales y las correspondientes de las alcaldías, acompañadas de sus diseñadores infraestructura y de presupuestos, pero, sobre todo, de cuadrillas de verdaderos expertos en urbanismo, recorrían el a esas horas transitable paraje, para hacer su nueva traza y humanizar la convivencia.

Hoy, 2 de enero de 2020, amanecimos con Augusto Monterroso: Cuando despertó/ el dinosaurio todavía estaba ahí. La macrocefalia llegó para quedarse: El servicio público no lo es más. La rapiña primero. Es cuanto.  

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