Voces del Periodista Diario

Chancletas ofendidas

A FUEGO ? LENTO

Por Enrique Pastor Cruz Carranza

Se ha puesto de moda buscar ofender al género más vulnerable haciendo fuertes señalamientos cargados de envidia, misoginia por no tener el glamour, la sencillez al vestir, la cadencia en los ritmos tropicales y los tintes de pelo, para iniciar profundos debates de sus efectos psicológicos, dogmáticos, atípicos y patológicos en los burlesques políticos de subterráneo nivel en nuestro terruño de caciques y herederos intransigentes.

Un día escuché al Presidente- mega corrupto, frívolo y símbolo del nepotismo -José López Portillo decir:

“Lo peor que pude pasarnos es convertimos en un País de cínicos”.

Es realmente indignante señalar el costo inadecuado de unas sandalias que podrían inhibir la posibilidad de hacer compras de ocasión quincenal a cualquier burócrata u obrero afiliado a la Central de Abelardo Carrillo, si asustan con la infamia de costar 60 mil pesos, cuando el precio es de apenas 25 mil pesos al alcance de cualquier militante advenedizo en MORENA.

Me uno al rechazo de toda campaña mezquina, perversa y ladina en contra de las chanclas agredidas en su dignidad de sobreprecio, cuando su función no es solamente recordar a las huestes que, son similares a las extraviadas por la “Cenicienta” antes de concluir el encanto y posteriormente un gallardo, fino actual Embajador Plenipotenciario asignado en Guatemala convirtió la fábula en realidad.

¡Hombres necios que acusáis a la Candidata Oficial Presidencial en (cuarta vuelta) quienes no saben de categoría y también de la capacidad de lograr buenas compras en los “shopping” en tiendas de marca!

Si todo se reduce y es cuestión – de esperar alguna promoción – para adquirirlas de oportunidad y con algún fuero plurinominal de ocasión (gracias a Tío Carlos Salinas), e insertar la factura para su total reembolso.

No descarto el próximo sueño del “Cambio en la 4 T” sea lograr comprar esas chanclas o adquirir un departamento de CARZABELA con un crédito vitalicio en el INFONAVIT.

¡No cabe duda qué, la envidia corroe!

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