Voces del Periodista Diario

Cuéntame cómo pasó

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

El juicio neoyorkino contra Joaquín El Chapo Guzmán Loera, es una cosa. El señor de los cielos es otra. La tercera es Narcos.

El primero es teatro en vivo. Los dos últimos rubros son versiones televisivas. Todo es según el color del cristal con que se mira.

Algunos sedicentes líderes de opinión locales toman a título de fe temerarios testimonios de testigos protegidos que participan en diligencias contra el capo sinaloense.

Cuando se trata de otros indiciados, algunas compensaciones esperan a cambio de sus “revelaciones”. Es el estilo personal de procurar de algunos procuradores.

El narco sirve para que recorteros armen gruesos volúmenes con los que pretenden acreditarse como expertos en tan truculento tema. Acaso logren ser contratados como consultores de alguien sorprendido con la retacería boletinesca.

La opulencia de Joaquín Guzmán Loera

Antenoche seguimos durante varios minutos, en pantallas de televisión metropolitanas, un repaso de las incidencias en corte de Nueva York. El objetivo fue exhibir, como si hiciera falta, la opulencia del prisionero mexicano que aquí llegó ser dueño del rango El capo del sexenio (2000-2006)

Es una constante: El inventario que aparece listado (derroche dinerario, gustos chabacanos, esposas, amantes, etcétera), sin embargo, no supera las posesiones y las extravagancias de algunos dirigentes sindicales charros, de un mando medio de la burocracia federal o de algún miembro del PRD.

Cuando hicimos el intento de suma de los bienes de Guzmán Loera, según la voz que se escuchaba en la trasmisión comentada, nos parecieron cacahuates frente al dato descomunal: 600 mil millones de pesos que cada año ingresan a México como producto de los tráficos de droga y armas y trata de personas, que hacen uno sólo en las operaciones del crimen organizado.

Lo que no aparece en las pantallas de televisión

¿Pretensiosas mansiones con pisos de mármol de Carrara y cristal de Murano, y dotadas de cantinas con exquisitos caldos importados, canchas de tenis, zoológicos o cuadras de caballos pura sangre?

A pocos kilómetros de la Ciudad de México, en el estado del mismo nombre, se pueden ver réplicas arquitectónicas, escrituradas a plutócratas mexicanos o de sus prestanombres.

Pent-houses ornamentados con bellas estatuillas, pinturas de autores autentificados, perros de raza importados, aves en peligro de extinción, etcétera, se ven en fraccionamientos residenciales en las alcaldías de Miguel Hidalgo, Álvaro Obregón o Coyoacán de la Ciudad de México.

¿Colecciones de automóviles o relojes de marcas europeas pagados en euros? Las tienen algunos funcionarios de la administración saliente o jugadores en el mercado bursátil.

¿Yates? Los vemos fondeados en las marinas de Acapulco, Los Cabos y la Riviera Maya. Sus propietarios son ejecutivos de bancos, casas de bolsa, contratistas del gobierno y hasta algún conductor de televisión.

En vivo, en directo y a todo color: Guadalajara, 5 Febrero/ 1982

En una de las series vistas aquí, se pasan las escenas de la inauguración de un exclusivo hotel en el que chocan cristales los propietarios reales con sus selectos invitados. Una especie de Corte de los milagros. En fin.

El paréntesis obligado: La trama común de esos libretos se enfoca a los rurales, analfabetas y sanguinarios capos y sus arreglos con políticos de los partidos en el poder, así como la compra de protección de gobernadores, procuradores, comandantes policiacos o judiciales y de mandos militares. Los agentes de la DEA y la CIA no rechinan de limpios.

¿Es rebatible ese cuadro incriminatorio? Seguro que no. Pero faltan algunos actores en el reparto: Los eficaces receptores e intermediarios de la renta del narco, los astutos diseñadores de ingeniería financiera y el último eslabón de la cadena valor: Los grandes e intocables lavadores de dinero.

Regresamos a la locación del hotel antes consignada: Al anochecer del 5 de febrero de 1982, atestiguamos el corte de listón de un flamante complejo hotelero en Guadalajara. La tijera estuvo en manos del jefe del Ejecutivo federal.

Fue invitado a la ceremonia por el presidente de una de las cúpulas nacionales de hombres de negocios y el dueño de paja de una cadena hotelera.

El jefe del Ejecutivo federal había encabezado un acto en el transcurso de aquel día en el que dirigió a la República un emocionado y emocionante mensaje sobre la defensa del peso contra la especulación.

Su discurso nos hizo sentir orgullosamente mexicano, señor Presidente, declamó el contrito portavoz de los hombres de negocios. Seis años después sería candidato presidencial. En un discreto rincón del vestíbulo aparecían los tres sinaloenses verdaderos inversionistas en dicha empresa.

Medio siglo de lavado de dinero… y contando

Por experiencia reporteril, podemos asegurar que las primeras operaciones de lavado de dinero del narco -“de mano en mano”- las emprendieron propietarios, gerentes o ejecutivos de cuenta del sistema bancario privado de Sinaloa en los años sesenta. Luego tendrías la banca múltiple: Pura concentración monopólica.

Diez años antes, el gobernador de ese estado había denunciado el origen de las nuevas y caudalosas fortunas empresariales.

Ya para los años ochenta, el mismito presidente nacional de la Asociación de Banqueros de México ponía su nombre en expedientes judiciales como blanqueador de dólares de capos que, huyendo de la Operación Cóndor, encontraron amable refugio en la capital de Jalisco a partir de 1975.

Las primeras conexiones con Medellín y Cali

Desde aquel enclave, al tiempo internacionalizaron el alcance de sus operaciones, inicialmente conectados con los jefes de los cárteles de Cali y Medellín, Colombia, desde el gobierno de Ronald Reagan aupados por Washington.

Don Lalo, El Avilés, El Cochiloco, Don Inés, El Chapo, El Señor de los Cielos, El Azul, Don Neto, El Caro, El Benjas, El Mayo, El Rey, El H, El Grande, La Reina del Sur

Dejemos los alias en los expedientes judiciales y abramos otros con nombres de pila y apellidos verdaderos que todos los días vemos en las páginas de Economía y Finanzas de los medios nacionales y extranjeros y no en la nota roja.

También serían buenas historias televisivas y cinematográficas. Es cuanto.  

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