Voces del Periodista Diario

¿Cuerpos de autodefensa para la CDMX?

Sinfonía Telúrica

Por Abraham García Ibarra

(Nomás eso nos faltaba para ilustrar nuestro optimismo)

Volvemos al 7 de junio, Día de la libertad de prensa, desde una perspectiva covidesca.

Hace poco más de una década, se instituyó de facto la figura de un comisario de medios asumida o depositada en un intelectual mutante. Se hizo circular un compromiso a firma de más de medio millar de sedicentes líderes de opinión por el que comunicadores y casas editoriales se impusieron voluntariamente la autocensura.

Se trataría de bajarle a la difusión de sucesos violentos, producto de la guerra que vamos ganando, aunque no lo parezca (Felipe Calderón dixit).

En tanto los medios comprometidos, en efecto, discriminaron en sus páginas y tiempos electrónicos aquellos contenidos de nota roja, al menos dos comentaristas de televisión metropolitanos subrayaban un fenómeno para ellos sicosocial: Las familias de Ciudad Juárez, Culiacán, Hermosillo y otras plazas dominadas por el crimen organizado viven en una normalidad imperturbable en el marco de la feroz pugna por los territorios de la droga.

El gobierno “oculta la magnitud real de la crisis sanitaria”

Una década después, vemos el reverso de la medalla: Se exige a los voceros del Consejo de Salubridad General -en nombre de la Libertad de expresión- no ocultar el número real de muertos por el coronavirus y se acusa a las autoridades sanitarias de estar “escondiendo la verdadera magnitud de la crisis humanitaria”.

Con datos del Gabinete de Seguridad Nacional, el 7 de junio pasado se catalogó como el día más violento en lo que va de  2020, con un nuevo máximo histórico de 117 asesinatos en 24 horas, para sumar en el año 12 mil 793 homicidios dolosos, casi todos con arma de fuego. Para los anteriores promotores de la autocensura, el baño de sangre parece ser un mero tópico que no merece el mayor análisis.

En Guadalajara, Jalisco, apareció un clon de don Mariano Otero

Cambio de página en la que reaparece ahora la barbarie policiaca a partir de que en un municipio del área metropolitana de Guadalajara, un indefenso ciudadano fue linchado a principios de mayo por los tripulantes de siete patrullas; hecho que un mes después desencadenó una serie de movilizaciones populares en la capital tapatía, brutalmente reprimidas.

En el centro de la escena apareció el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, a quien se le imputó la responsabilidad de casi tipificar como delito el no uso de cubrebocas, que dio coartada a los agresores del obrero Giovanni López, nombre de la víctima.

El mandatario jalisciense explotó en exabruptos, denunciando una conspiración contra su gobierno y repartiendo culpas entre el inquilino de Palacio Nacional y el partido Morena.

En defensa de Alfaro Ramírez apareció un intelectual orgánico que lo eleva a los altares de la patria, comparándolo con Mariano Otero, reputado, junto con Manuel Crescencio Rejón, como padres del juicio de amparo en México (primera mitad del siglo XIX).

Ya nos imaginamos al prócer en un pedestal, con su busto semejante al de Benito Mussolini.

Nueva operación de los vándalos de capucha en la CDMX

Montado en los reprobables hechos en Jalisco, en la Ciudad de México volvió a tomar las calles una cáfila de vándalos encapuchados autodenominado anarquista que, amparado en la impunidad, desde hace varios años suele irrumpir la vida de la Capital cultural de América Latina, sembrando el terror, atacando monumentos históricos y saqueando el patrimonio de comerciantes indefensos.

Somos malas malas y seremos peores y si no lo aceptas te jodes, te jodes, reza un coro que invariablemente acompaña esos actos de violencia.

Los cuerpos policiales de la CDMX -el mayor contingente de mujeres policías- tienen órdenes expresas de no atajar a los violentos, de tal suerte que los agresores se los llevan entre las espuelas,

En las escenas que reproducen las pantallas televisivas, se ve a los embozados cargando cartones de mercancía robada, preferentemente bebidas alcohólicas, botanas y cajetillas de cigarros. En algunos casos, aparatos electrónicos.

En esos actos vandálicos, que ya forman parte del paisaje metropolitano, por allá se da cuadro y voz a alguna de las víctimas del saqueo: Nos tenemos que defender solos, pues los agentes del orden no pueden ni con su propia humanidad.

No queda de otra: Formar cuerpos de autodefensa

A cada nueva algarada, quedan bajo los mazos y las molotov de los  violentos, obras culturales pintarrajeas y resquebrajadas, piezas arquitectónicas irreconocibles y cristalería hecha astillas.

En las primeras semanas de la pandemia, en algunas alcaldías de la CDMX y del estado de México se dieron también violentos saqueos en tiendas de autoservicio y departamentales: Que las aseguradoras se hagan cargo de los destrozos.

Por lo que observamos en el marco de la pasividad cómplice de las autoridades gubernamentales, parece anunciarse la iniciativa ciudadana de formar sus propios cuerpos de autodefensa, como los que han surgido recientemente en Michoacán, Guerrero, etcétera, para enfrentar el crimen organizado y, entonces sí, Dios nos coja confesados. Es cuanto.    

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Redacción Voces del Periodista