Voces del Periodista Diario

De cómo la izquierda empedró su camino al infierno

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Si alguien llegara a leer estas líneas, pido licencia para teclear las siguientes notas en primera persona del singular, en lugar de la primera en plural, con la que solemos presentar los temas de esta sección.

Me precio de haber tenido relación de aprendizaje, devenida amistosa, con los impulsores de la Universidad Socialista del Noroeste en la década de los treinta, desde el enclave de Culiacán, Sinaloa.

En el largo tramo de pertenencia a la redacción de El Día, de la Ciudad de México, compartí páginas y cafés con don Horacio Quiñones, fundador y editor de Buró Político, durante tres décadas de lectura obligada de la vieja y extinta clase política, y con el profesor Manuel J. Santos, entre otras obras autor del Asalto al Cuartel Madera (Chihuahua, 1965).

Mención aparte merece el maestro Alberto Beltrán, grabador y cartonista de alta calidad y de comprometida militancia.

Los tres periodistas nombrados participaron en la recapitulación editorial de La huelga de Nueva Rosita (Coahuila, sexenio de Miguel Alemán Valdés). Su capítulo más resonante nacionalmente, fue la marcha hacia la Ciudad de México.

Ese compendio fue coordinado por Carlos Manuel Velasco Gil. Su nombre de batalla periodística y política fue Mario Gill, a quien, como sinaloense, le agradezco la historia La Conquista del Valle del Fuerte (norte de Sinaloa). Llegó a identificarse esa fascinante aventura comunal como La primera colonia socialista de América (segunda mitad del siglo XIX).

Mario Gill fue colaborador de El Machete y director de La Voz de México, órganos del Partido Comunista Mexicano (PCM).

A Mario Gill le debo el dato de que, entre la década de los treinta y cuarenta, el PCM tuvo en Sinaloa la más numerosa afiliación en el país, pese a que el partido estaba fácticamente proscrito, aunque en algunas temporadas tuvo registro oficial.

Las brutales represiones al sindicalismo ferrocarrilero

En mis primeros años mozos, habitando Casa Redonda del Ferrocarril del Pacífico en Mazatlán, observe, durante el alemanismo, la primera brutal represión al sindicalismo ferrocarrilero.

Diez años después, reporteando en plazas del noroeste mexicano, El Vallejazo, así conocido coloquialmente por el nombre del líder sindical del gremio, Demetrio Vallejo. En El Palacio Negro de Lecumberri, acompañó al combatiente oaxaqueño, el paisano Gilberto Rojo (Escuinapa, Sinaloa).

Al líder ferrocarrilero, Valentín Campa, héroe y preso de mil batallas, lo acompañé en Sinaloa en algunos actos de su campaña presidencial como candidato no registrado en 1976.

La destructiva guerra de los “renos” contra los “dinos”

Para entonces, ya dirigía el comité central del PCM, otro paisano: Arnoldo Martínez Verdugo (Pericos, Sinaloa) quien enfrentó la pugna de los autodenominados renos (sedicentes “renovadores”) contra los dinos (la nomenclatura histórica comunista).

A Martínez Verdugo le tocó la disolución del Partido Comunista Mexicano, a la que se opuso heroica pero infructuosamente, en la Ciudad de México, el profesor Jesús Lazcano Ochoa, superviviente de las batallas por la autonomía de la Universidad de Sinaloa.

Convertido el PCM en Partido Socialista Mexicano (PSM), gran parte de sus cuadros se adhirió en 1988 al Frente Democrático Nacional (FDN), que ese año rompió la hegemonía electoral del PRI.

Jóvenes de “izquierda” devenidos comunistas pronasol

Resultante de ese proceso, a la Cámara de Diputados de la LIV Legislatura se integraron Alberto Anaya Gutiérrez, quien meses después obtuvo la franquicia del Partido del Trabajo, que todavía detenta; Rodolfo Armando Armenta Scott, Gerardo Ávalos Lemus, Carlos Enrique Bracho González, Osiris Cantú Ramírez, Marcos Carlos Cruz Martínez, José del Carmen Enríquez Rosado, Amalia Dolores García Medina, Pablo Gómez Álvarez…

Juan Nicasio Guerra Ochoa, Santiago Daniel López Nelio, Ciro Mayen Mayen, Carlos Navarrete Ruiz, Patricia Olamendi Torres, Jesús Ortega Martínez, José Antonio Ríos Rojo, Reynaldo Rosas Domínguez y Margarito Ruiz Hernández.

Algunos de los citados terminaron en comunistas pronasol, en mérito a sus servicios a Carlos Salinas de Gortari. La mayoría arrimó su sardina en 1989 al Partido de la Revolución Democrática (PRD) cuya dirección nacional fue ejercida en periodos diferentes por cuatro de los nombrados: Gómez Álvarez, García Medina, Ortega Martínez y Navarrete Ruiz, tiempo suficiente para la expulsión del Sol Azteca de su fundador, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Los bellacos de la “izquierda políticamente correcta”

Al menos dos de esos cuatro bellacos, lanzaron al correr del tiempo el membrete Nueva Izquierda, acogida por medios televisivos como izquierda políticamente correcta.

Veinte años bastaron para que las tribus amarillas devoraran el PRD. En 2018, emprendieron su camino hacia el basurero de la historia. Pretenden la absolución con otro membrete: Futuro 21, camino hacia 2021 con la esperanza puesta en 2024.

Antes de que el barco se hundiera en 2018, previsores, muchos de sus náufragos abordaron El arca de Noé: El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

¡Chinguen a su madre! qué manera de legislar

Hoy, al azar, recogemos estas “cabezas” impresas que repiten sumarios de anoche en pantallas de televisión: Cede Morena la mesa directiva de la Cámara de Diputados al PAN. Ante el regaño de López Obrador, Morena recula en San Lázaro. Chinguen a su madre, qué manera de legislar (Presidente morenista de la Cámara, Porfirio Muñoz Ledo, quien renuncia a su encargo).

No tenemos nada de qué avergonzarnos (Mario Delgado, coordinador de la bancada de Morena en San Lázaro y presidente de la Junta de Coordinación Política).

La semana anterior, Andrés Manuel López Obrador había amagado con abandonar Morena si sus tribus no pactan una tregua.

Al arrancar esta semana, la presidencia provisional de Morena propuso el método de encuestas para darse nuevos dirigentes nacionales. Es el mismo método por el PRD llegó a su extinción al dar la espalda a sus bases militantes.

Primer centenario de la fundación del PCM

¿Tiene sentido exponer la salud mental haciendo ese tipo de recapitulaciones? Creemos que lo tiene, desde esta perspectiva: Un año después de promulgada la Constitución mexicana, en 1918 se hizo la primera tentativa de fundación del Partido Socialista Mexicano, proyecto al que acudieron militantes de la Casa del Obrero Mundial, combatientes en el constitucionalismo.

Fue hasta marzo de 1919 en que se sentaron las bases del Partido Comunista Mexicano, formalizado en noviembre de ese mismo año. Se estaría celebrando, pues, el primer centenario de fundación del PCM, en que las izquierdas revolucionarias, de raíz obrera y campesina, acompañadas por algunos intelectuales, buscarían opción político-ideológica al militarismo en el poder.

El PCM fue sepultado en 1981. Sus aciagas glorias, sin embargo, las usufructúan todavía los sedicentes renovadores, algunos de los cuales, ya nombrados, no se hartan de carroña.

En los grotescos y denigrantes espectáculos ofrecidos en las cámaras del Congreso de la Unión por las bancadas mayoritarias de Morena, ¿alguien de las “izquierdas” está para efemérides? Por supuesto que no.

Constitución transformada en movimiento libertario

No blasonan de izquierdistas, pero tienen nociones de la Historia con mayúsculas: Los miembros del Colegio Nacional se convocaron, a iniciátiva del constitucionalista Diego Valadés Ríos, a conmemorar el primer siglo de fundación del Partido Comunista.

El propio Valadés, en cuya hoja de vida está su pertenencia al PRI desde 1965, hizo referencia a que la Constitución de 1917 creó las condiciones para la aparición del PCM en 1919.

Citamos: Si se forma el PCM, es gracias al sistema de libertades que resultó de la Constitución, que a su vez derivó en un movimiento libertario. Pedirle peras al olmo moreno en estos, es misión imposible. Es cuanto.

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