Voces del Periodista Diario

De espías de verdad y aficionados: Mata Hari

La peor “espía” de la historia

 

Por ETHOR

HÉCTOR CHAVARRÍA

 

Bailando en la cuerda floja:

Ella fue una famosa bailarina de striptease.

Condenada a muerte por espionaje

…y ejecutada durante la I Guerra Mundial:

Margaretha Geertruida Zelle.

Leeuwarden, Países Bajos, 7 de agosto de 1876,

Vincennes, Francia, 15 de octubre de 1917.

 

 

Para mi querida y añorada holandesa: Irene Blömen

            Esta es la triste historia de aquella que fue la más torpe de las espías, en los anales (escritos, no de los otros anales), de los servicios de inteligencia y que, sin embargo, se ha vuelto un icono de esta actividad secreta.

            Como ya se habrán imaginado, nos referimos a Mata Hari. Quien en julio de 1917, casi a finales de la Primera Guerra Mundial, fue procesada ante un tribunal militar en París, acusada de espiar a los franceses en favor de la Alemania del Káiser y, ser culpable de la muerte de miles de soldados galos; no menos de 50,000.

            La sentencia, como era obvio en aquellos días fue: Muerte por fusilamiento.

            Durante el proceso, para babeante gusto de los periódicos sensacionalistas de la época, se reveló una truculenta historia a medias real de traición, sexo, prostitución y espionaje, misma que fue debidamente exagerada.

            Las angustiadas declaraciones de inocencia de la acusada, Margaretha Geertruida Zelle (a) Mata Hari, fueron ignoradas por el tribunal, los alegatos de su abogado defensor cayeron en oídos sordos, como en el Caso Dreyfus.

El tribunal militar no vaciló en declararla culpable y sentenciarla a muerte ante un pelotón de fusilamiento, decisión aprobada por el clamor popular que deseaba culpables para los tropiezos de los franceses en la guerra, la cual ya llevaba tres años, consumiendo a miles en la inútil confrontación de trincheras.

 

Bailar en el peligro

Y, para chivo expiatorio que mejor que una mujer de “vida disipada”, bailarina de striptease (antes de que se inventara el término), sin embargo, y en honor a la realidad la verdadera Margaretha parece haber sido una víctima semi inocente de las circunstancias, su aparente actividad de “correo” más que de espía, pero también de su profesión de bailarina y a ratos prostituta, actividades muy reprobadas por la sociedad de doble moral, hace 105 años.

            Esta desconcertada e inofensiva “espía”, nació en Holanda en 1876, muy joven, a los 19 años se casó con un oficial del Ejército holandés y con él vivió por un tiempo en Java y Sumatra.

            Cansada de la indiferencia y malos tratos de su marido consiguió divorciarse de él y ya nuevamente soltera regresó a Europa, desde su arribo se estableció en París, ahí decidió aprovechar sus pequeños conocimientos de danza para ganarse la vida, su primer intento, en 1905 fue como Lady MacLeod, no tuvo buen éxito… así que decidió buscar un nombre más exótico y presentar danzas más atrevidas; mucho muy audaces para aquella época más bien mojigata.

            El siguiente paso fue presentarse en el escenario semi desnuda y usar para su danza movimientos lascivos, parecidos a las de algunas bailarinas orientales.

Había nacido Mata Hari, expresión malaya que significa “Ojo del Día”.

Presentándose como “princesa javanesa”, logró un éxito glamoroso enseguida y, no tardó mucho en ser famosa en todo el continente.

En realidad e incluso aceptado por ella misma, no era una gran bailarina y la calidad de sus danzas dejaban mucho que desear y sólo podían ser llamadas exóticas por la ignorancia de los espectadores. Ella misma dijo de sus dotes de bailarina: “Nunca supe bailar bien. La gente acudía a verme porque fui  la primera que se atrevió a exhibirse desnuda en público”.

Sin embargo, y por eso, los hombres se volvían locos y las mujeres se indignaban porque ella bailaba semi desnuda e iba mostrando más y más piel, a medida que el baile se volvía más frenético, hasta hacerlo por completo —excepto los pechos pues se dice los tenía laxos y, siempre usaba corpiño.

Cortesana de lujo y espía amateur

Su popularidad entre el elemento masculino la llevó a la siguiente etapa de su carrera profesional; se convirtió en una hetaira de lujo.

Como tal tuvo una serie de amantes de varias nacionalidades, en los más altos círculos políticos y militares, incluido se dijo, el príncipe Guillermo, heredero al trono alemán. Ejerció el antiguo oficio con quienes pudieran pagar sus altos “honorarios” y sus correrías por los más exclusivos lechos de entonces, se volvieron la comidilla de la sociedad. Es evidente que pocas mujeres han despertado tantas y tan desgarradoras pasiones así como sembrado, tantos y contradictorios misterios.

Bailarina exótica, no especialmente dotada para la armonía y el movimiento, mentirosa compulsiva, seductora de todo un batallón de hombres, espía (que aunque inepta si lo fue), nada ortodoxa en todo y, capaz de venderse al mejor postor.

Todo esto es cierto, pero también que sus dotes de seducción, su cuerpo desnudo, contorsionándose con mayor o menor gracia, atrajo a multitud de hombres que ella, con su magnetismo innato, supo convertir en unos tontos.

            Luego de estallar la guerra, en 1914, sus contactos y relaciones internacionales la volvieron un blanco tentador para los servicios de inteligencia cuyos jefes siempre se mantenían en la búsqueda de nuevos agentes.

            No hay pruebas de cuándo se la buscó para servir como espía, indistintamente por los burós de espionaje de Francia y Alemania, pero parece ser que ella no aceptó de inmediato. Sin embargo, el tiempo que no perdona y su vida disipada comenzaron a pasarle la factura en la forma de estragos en su cuerpo, por lo cual ya no tenía el mismo éxito que al inicio de su carrera.

            A causa de que esto; disminución de presentaciones y menos “clientes”, se vio en apuros económicos y estando así, aceptó el dinero ofrecido por los servicios de inteligencia de Francia y Alemania, volviéndose de esta suerte, una especie de agente doble.

Empero, la diva resultó inútil como agente secreto. No hay pruebas de que uno u otro bando hayan obtenido de ella alguna información provechosa y su utilidad se redujo a ser un “correo”, eso sí, bastante bien pagado.

Los alemanes cansados de pagar por nada, permitieron deliberadamente que los franceses descubrieran su duplicidad.

Así pues, fue llevada a juicio con el consiguiente escándalo.

Los diarios sensacionalistas (y los serios también), se dieron vuelo con el proceso escribiendo historias, en ocasiones inverosímiles, la sociedad babeaba de excitación y se retorcía en indignación.

Hoy en día, la tesis más aceptada es que, aunque Mata-Hari pudo informar sobre ciertos movimientos alemanes y/o franceses, éstos fueron siempre datos irrelevantes, debido a la nula preparación de la “musa” como espía.

Pese a que apelaron en su favor algunos de los franceses más influyentes, muchos de ellos ex amantes suyos, Mata-Hari fue condenada ejecutada en Vincennes el 15 de octubre de 1917. Se dijo que casi hasta lo último ella esperó ser indultada, una fútil esperanza.

Las últimas horas de Mata-Hari

Su comportamiento indiferente ante la sentencia de muerte, segura resignación ante lo inevitable, acrecentó la leyenda de la impasible y despiadada “espía” Mata-Hari.

Lascivos periodistas resaltaron las medias de seda negras y la capa de piel, en cuyo uso insistió para la ejecución.

Se rehusó a que le vendaran los ojos, por lo que se difundió el rumor de que creía que uno de sus amantes acaudalados había ordenado que se cargaran los rifles del pelotón de ejecución, con cartuchos de salva.

         Al respecto hay que comentar que, en todos los fusilamientos (salvo en los de la revolución mexicana, donde hasta los que no eran del pelotón disparaban), se suelen poner cartuchos de salva a la mitad de los fusiles, sin que los soldados sepan cómo está cargada su arma, el “preparen”, a diferencia del cine, es para retirar el seguro del arma.

Esto de las salvas, se hace para aliviar la posible culpa entre los integrantes del pelotón, pues dado que todos apuntan al condenado (por lo general al pecho), se ignore quienes tenían cartuchos “vivos”.

            El día señalado (15 de octubre de 1917), Mata-Hari apareció maquillada y vestida con primor y antes de que el pelotón disparara, la “princesa javanesa” ya que no tenía las manos atadas, en una muestra de humor negro, agitó la mano derecha y, envió un beso, para despedirse de los soldados.

Genio y figura… puede decirse de ella lo que se quiera, pero fue valiente al final, siempre optó por la huida hacia adelante; e incluso en esa situación desesperada, no perdió la compostura.

De esto, de su actitud ante la muerte, se habló mucho; una de las versiones aseguró que sólo iba cubierta con un abrigo, del que se despojó en el último momento y, fue fusilada desnuda en su último acto de striptease.

Lo cual es desmentido por las pocas fotografías existentes de la ejecución, las cuales muestran su cuerpo vestido al igual que antes de los disparos, colgando del poste al cual había sido atada por la cintura.

Lo cierto es que del pelotón de doce soldados, sólo cuatro alcanzaron con sus balas el cuerpo siendo doce, si la mitad de las armas llevaban cartuchos de salva, dos de ellos habrían fallado adrede, no se supo quiénes. Pero con los cuatro que acertaron, fue suficiente. No se consignó si se le aplicó el “tiro de gracia”.

Fue amada por muchos y repudiada en los momentos difíciles por aquellos que besaban el suelo que pisaba.

Mata-Hari murió a los cuarenta y un años, entonces nació su leyenda…

Epílogo…

Ya que el cuerpo de Mata Hari no fue reclamado, se entregó a la facultad de medicina para que sirviera a los estudiantes en las clases de anatomía, así se hacía en aquella época con los ajusticiados.

No se consignaron comentarios,  por lo menos conocidos sobre la disección de la infortunada bailarina.

Lo que sí se sabe es que su cabeza fue embalsamada y hasta 1958 se exhibió en el Museo de Criminales de Francia. De tal sitio desapareció ese año, se supone fue hurtada para algún admirador o coleccionista, con gustos histórico-necrófilos.

Es una contradicción que una mujer que hoy es solo un recuerdo y una leyenda a caballo entre la realidad y la ficción, siga siendo considerada un icono del espionaje, cuando en realidad  ella fue la antítesis de tal actividad. La razón es simple; la primera regla para un espía es la discreción, una cualidad que Margaretha  nunca tuvo ya que siempre se encontró bajo las miradas de muchos y, como producto visible y, muchas veces repudiado, en una sociedad mojigata y misógina.

Misma que actuó contra ella con una especie de venganza moral.

Mata Hari fue un, hasta cierto punto inocente, “chivo expiatorio”; víctima de una revancha simbólica para justificar fracasos militares.

En los años 70 del siglo pasado, la actriz, también holandesa, Sylvia Kristell, sttl (famosa entonces por su erótico papel como Emmanuelle), interpretó a Mata Hari en una cinta de mediocre calidad.

Antes de eso, había sido interpretada nada menos que por la leyenda del cine; Greta  Garbo…

La “espía” aparece igualmente, como Mata Hari Bond en la cinta burlona-humorística de los años 70 sobre el 007, Casino Royale, nada que ver con la cinta en serio interpretada por el segundo mejor James Bond de la historia, Sir Daniel Craig (el número uno fue, obvio; Sir Sean Connery). Más recientemente en el filme Kingsman, el origen, simplemente como Mata, en una total tergiversación de la historia.

Las leyendas como en el caso de Margaretha Geertruida Zelle,  Kingsman y, el 007 son eso; leyendas, divertidas, a veces trágicas: totalmente ajenas al verdadero espionaje…

 

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