Voces del Periodista Diario

De Reyes Heroles a Fernando del Paso

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Estábamos en el Palacio Legislativo de San Lázaro, Ciudad de México, cuestionando, no la tecnología digital, sino su inane exaltación. Decíamos, con Ortega Gasset, que la palabra es un sacramento de muy delicada administración.

En ese recinto, cuyos inquilinos temporales son desahuciados cada tres años después de haberse excedido en el gozo de los placeres vicarios, un día anterior se había grabado la escena que confirma que la lucha de los contrarios en México no pasa aún del primitivismo tribal con nuevas-viejas etiquetas partidistas.

Cuando nos retirábamos de ese complejo arquitectónico, al que sus ocupantes siguen llamando palacio, cuando debiera ser descrito como mera morada de un poder republicano, nos detuvimos en uno de sus vestíbulos en que, a gritos, se reclamaba el derecho a la voz. Nada más propio del ejercicio parlamentario. Parlamento viene de parlar.

Era la mesa de la Comisión de Educación. En la orden del día, según nos quedó claro, estaba la cuestión de la controvertida Reforma educativa.

Por lo visto y escuchado entre el ensordecedor vocerío, ya se tenía planchado un dictamen al respecto. El reclamo de la minoría a la mayoría que, obviamente, detenta la presidencia de la comisión era, peguen, pero escuchen. Ni siquiera se había respetado los procedimientos legislativos para el uso de la palabra. Y se habla de nueva era.

Es simple imaginaria suponer que los miembros de ese órgano legislativo conocen el texto del artículo Tercero de la Constitución, en cuyo tercer párrafo, fracción II, se establece que el criterio de la educación en México, será democrático. La literatura dice que los diputados son “representantes de la nación” (Je je je).

Reyes Heroles muy leído, escasamente entendido

Cambio de página para una variación sobre el mismo tema: El sabio tuxpeño don Jesús Reyes Heroles, quien fue legislador, en la primera mitad de la década de los ochenta ocupó la cartera de Educación.

Cuando falleció, el irrepetible Carlos Monsiváis hizo una reflexión sobre ese conspicuo mexicano: El extraño destino de un hombre profundamente inteligente, obsesionado con la importancia de las ideas de la vida de la República, que de hecho careció de interlocutores políticos y que fue muy oído y escasamente entendido; que fue muy admirado y apenas analizado

Monsiváis apunta sobre “las ideas”. López Portillo llegó a describir a Reyes Heroles como el Ortega y Gasset mexicano, creemos que por su ancha y profunda cultura y pericia en el dominio de la lengua española. Del filósofo español es la cita sobre la responsabilidad del uso de la palabra con la que entramos a este tema.

El 19 de marzo de 1985, faltó espacio en los medios impresos y electrónicos y en el Panteón Francés para enaltecer la figura de Reyes Heroles, como dijo Monsiváis, “muy oído, pero poco entendido”.

¿Quién leyó, quién entiende a don Fernando del Paso?

En las horas que narramos en estas líneas, se conoció el deceso de don Fernando del Paso: Los primeros registros del suceso se volvieron virales en las redes sociales. Éstas se convirtieron en capilla ardiente a la que aportaron su lumbre variados personajes de la vida pública mexicana.

¿Cuántos “de los consternados” habrán leído, de veras, el ilustre tapatío? Y de los que lo leyeron, ¿toman alguna lección de la vocación cultural, doctrinaria, social y política del literato? Lo sentimos mucho, si la respuesta la remitimos al casillero de la ignorancia.

Sólo retomamos una línea de su perfil intelectual: Un grande de la literatura iberoamericana. Para decirlo pronto, don Fernando del Paso fue merecedor del Premio Cervantes 2015 en Legua Española, instituido por la Asociación de Academias correspondiente al idioma.

Sobra decir que la inspiración por la que se denomina ese galardón se asocia a Don Quijote de la Mancha. En 2002, cien grandes de la literatura universal de 54 nacionalidades calificaron dicha obra como el mejor trabajo literario jamás escrito en la historia de las letras.

Del Paso llegó a escribir que en toda novela se puede aprender algo de la historia de una época. Aplica el precepto a su obra seminal, Noticias del imperio, al que sucedió la restauración de la República mexicana.

El Premio Cervantes lo recibió don Fernando del Paso en 2015. En la perspectiva de la sucesión presidencial de 2018, expresó su fe en la cuarta transformación de México, una iniciativa que nos parece quijotesca. Se trataría de abolir la Presidencia imperial.

Ya no estará don Fernando en el cambio de pecho de la banda presidencial el 1 de diciembre. No podrá saber si, en la nueva era, se cristalizaron sus esperanzas de transformación, ahora sólo enunciada en el discurso. Es cuando insistimos en recordar que la palabra es un sacramento de muy delicada administración. Lo demás son papeles al viento. Es cuanto.

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