Voces del Periodista Diario

¿De veras son las redes sociales tan potentes?

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

¿Y para algunos adictos, no sólo potentes, sino pretendidamente infalibles?

Tomemos una experiencia comunitaria con epicentro social y político en la Ciudad de México, detonada por los sismos de septiembre de 1985.

A partir de aquella trágica fecha, Radio Bemba -comunicación oral de persona a persona- desencadenó en el Valle de México un fenómeno colectivo que puso en acción una serie de movimientos sociales emergentes que, como al gobierno, tomó por sorpresa a los partidos políticos.

Para 1988, en elecciones generales, en el estado de México y en la Ciudad de México se dio el coloquialmente conocido como el terremoto político del 6 de julio, que puso en aprietos al partido en el poder. Para 1997, el PRI perdió la sede de los tres Poderes en la Unión. Tres años después, se produjo la primera alternancia en el poder presidencial. No fue un proceso lineal, pero igualmente efectivo.

Por encima de los justos reclamos, la aviesa incitación

El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer. Desde semanas antes, con amplia resonancia en los medios electrónicos, las redes sociales empezaron a convocar, en muchos casos de manera anónima, a una gran movilización nacional en la Ciudad de México y en las 31 entidades federativas con órdenes del día diferentes, pero con motivaciones convergentes; todas ellas sobre los Derechos de las mujeres.

Algunas de esas redes se dieron por escuchadas por 36 millones de mujeres. Esas mismas redes, llamaron para hoy lunes, en el sitio Un día sin nosotras, a un paro general de labores de mujeres que, según sus propios cálculos, provocaría un quebranto de entre 45 mil y 50 mil millones de pesos a la economía nacional.

A lomo de esas convocatorias se introdujo otra, siempre en las mismas fuentes, que llamaban a no comprar en establecimientos comerciales que expiden facturación fiscal y hacerlo en cambio en los mercados públicos, con el propósito, dijeron sus emisores, de bloquear el pago de impuestos a la Federación.

Ayer, en el seguimiento de las manifestaciones en la ciudad de México y en las capitales de los estados, escuchamos a algunas exaltadas locutoras de la televisión metropolitana hablando de una gran revolución, aunque las imágenes en pantalla daban preferencia reiterativa a disturbios provocados en el Centro de la Ciudad de México por personas vestidas de negro y embozadas, atacando comercios e intentando meterle fuego a muros y puertas de Palacio Nacional.

Lema de la ONU 2020: Soy de la generación de la igualdad

Propiamente -aunque había históricos antecedentes de la lucha de las mujeres en el mundo-, fue hasta 1995 cuando, a partir de la Conferencia de Beijing, la ONU instituyó el Día Internacional de la Mujer, para 2020 bajo el lema Soy de la generación de la igualdad: Por los Derechos de las Mujeres. En cada celebración se han destacado sobre todo los derechos laborales.

En la agenda mexicana, esa prioridad había movido a las mujeres. Ayer, las marchas se bifurcaron en tres vertientes: 1) Aquella que aboga por el derecho al aborto, 2) La que se abandera con la equidad, la igualdad y paridad de género, y 3) La que, justamente, denuncia y pide un combate real y eficaz al feminicidio.

En estricto rigor, la primera y tercera demandas han surgido de las bases femeninas, activas en organizaciones no gubernamentales. La segunda es un reclamo de las mujeres burocráticas, alineadas en los partidos políticos, que exigen igualdad de condiciones con los hombres en los tres poderes públicos. No es casual que, en algunas de las convocatorias comentadas, se hiciera la acotación de que no se admitiría la intromisión de los partidos políticos ni de las iglesias; una de éstas, por cierto, desacreditando previa y ferozmente uno de los motivos de la celebración.

No falta la que se cuelgue las medallas de la sociedad civil

Casualmente ayer, en el cúmulo de expresiones públicas, leímos un texto laudatorio del combate partidista de las mujeres, escrito en primera persona, por una que se atribuye dotes heroicas en el empoderamiento de género: Fue la segunda candidata presidencial en 1994 por un partido que apenas unos meses antes había obtenido su patente, promovida desde Los Pinos. Luego cambió de franquicia partidaria en el poder y en el sexenio siguiente sirvió en oficios diplomáticos al gobierno que surgió de un partido diferente al que la postulo en 1994.

Lo que decimos es que, en el marco de pluralidad de los legítimos movimientos feministas, no faltan aquellas oportunistas que se cuelgan medallas a costa de las combatientes de la sociedad civil.

Que el Estado no sólo las halague; sino que les cumpla

Como sea, un día después de la celebración, es llegada la hora de sedimentar logros y déficits en la larga y difícil lucha de las mujeres mexicanas y la formulación de una agenda de exigencias al Estado, algunos de cuyos agentes se treparon en la ola, avalando incluso el ausentismo femenil en el universo laboral.

No hay derecho de que se tome sólo un día del año para tratar de halagar al género. Lo que se exige, es que la legislación no sólo se legisle, sino de que se acate y se cumpa. No vayamos a ver, lo vamos a ver, que las demandas más sentidas de las mujeres se trepen a las plataformas electorales de los partidos en el cercano 2021, sólo para capturar más votos de ocasión.

En última lectura, el movimiento se demuestra andando y, a la luz de los resultados de las jornadas de ayer, se entienda que las luchas se ganan en la organización horizontal y permanente, y no en las redes sociales, no exentas de manipulación con fines francamente inconfesables. Es cuanto.

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