Voces del Periodista Diario

Del neoliberalismo al travestismo

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Producto de los controvertidos resultados de la elección presidencial del 6 de julio de 1988, Carlos Salinas de Gortari inauguró su mandato recibiendo a las pocas horas de ocupación de Los Pinos a la nomenclatura del Partido Acción Nacional (PAN). En ese encuentro se pactó la después conocida como Alianza estratégica, una especie de poder en condominio con exclusión de las izquierdas.

Aunque en la plataforma electoral de campaña de Salinas de Gortari no se plantearon explícitamente algunos proyectos de gobierno, resultaba evidente que su tanque pensante diseñaba ya un nuevo modelo de Política Exterior, en el que se prefiguró la anexión de la economía mexicana a la de los Estados Unidos, tomando como cuadrante los estados norteños.

En efecto, el primer secretario de Relaciones Exteriores del salinismo, Fernando Solana Morales, operó una agenda colocando el acento de las prioridades diplomáticas en la relación con las potencias económicas occidentales.

De entrada, el objetivo de esa carta de navegación fue lograr el reconocimiento internacional a la presidencia de Salinas de Gortari, cuestionada desde su origen en el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados de calificación presidencial.

Obsequio al Foro Económico Mundial: La cláusula democratica

Por la Alianza estratégica, el usurpador se comprometió ipso facto con el PAN a una carta de intención para reformar el régimen electoral, abordada a grandes rasgos en el primer periodo de sesiones de la LIV Legislatura federal y, a fondo, en el tercer periodo ordinario en 1989.

Desde ese año, estaba programada la primera participación de Salinas de Gortari en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, que se cumplió en febrero de 1990.

En la primavera de 1989 se convocó a elecciones de gobernador en el estado de Baja California, que se llevaron al cabo el primer domingo de julio. Terminada la jornada dominical, el PRI proclamó el triunfo de su candidata Margarita Villa Ortega con resultados de la votación al canto.

Antes de 48 horas, por órdenes desde la Ciudad de México se cambió el cuadro bajacaliforniano: Se modificó el dictamen del órgano electoral estatal y se cedió la gubernatura al PAN en la persona del empresario Ernesto Ruffo Appel.

Desde la solicitud de su registro como candidato, el panista fue acusado de transgredir la Constitución estatal por tener acta de nacimiento en los Estados Unidos y no haber optado en tiempo y forma por la nacionalidad mexicana.

No importaron los documentados argumentos de los partidos humillados: Salinas de Gortari requería una carta de cumplimiento de la cláusula democrática para presentarse en Davos como el Presidente de la transición mexicana, aunque aquí se dieron por iniciadas las concertacesiones poselectorales.

Las Constitución sirve igual para un barrido que para un fregado

El episodio narrado dejó constancia de un hecho: El poco apego al estatuto constitucional. (En el mismo sexenio federal, se reformó la Constitución General para permitir el acceso de hijos de extranjeros a la presidencia de la República).

Treinta años duró el reinado del PAN en Baja California: En 2019, haciendo cera y pabilo de la Constitución del estado, el poder político estatal ha sido endosado al empresario Javier Bonilla Valdez.

Una acotación obligada: En 1989 fue impugnado y revertido el resultado en las urnas. En 2019 no. Lo que se denuncia es el manoseo de la Constitución para hacerle un chaleco a la medida a quien pretende ejercer el poder durante cinco años, en vez de los dos para el que se dictó mandato electoral.

De la prolongada época caciquil tricolor se recuerda un uso para tratar de validar el fraude electoral y las imposiciones: A la legalona. Hoy lo que está en juego es la constitucionalidad. El balón está en la cancha de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación. De su sentencia sabremos si las cosas se siguen haciendo “a la legalona”.

Los ricos de ayer, plutócratas en la nómina Forbes hoy

El tema nos da pie a tratar la cuestión de los usos y costumbres del viejo régimen, que durante cuatro décadas ha transitado del reformismo y el transformismo, desde aquellos célebres tiempos de las reformas estructurales.

Tenemos a la vista un ejemplar de la edición 73 de Voces del Periodista correspondiente a diciembre de 2003. Leemos una colaboración del doctor Juan Ramón Jiménez, bajo el encabezado El ajedrez salinista.

Sólo nos referiremos a personajes citados en esa entrega editorial: El autor identifica a más de una veintena que habrían financiado la campaña presidencial de Salinas de Gortari en 1987-1988. Cotejamos la nómina y caemos en cuenta de que, por lo menos nueve de los nombrados, siguen siendo protagonistas de palpitante actualidad en la vida pública mexicana.

Como personas morales, Jiménez se cita a dos corporativos cada vez más pujantes en nuestros días y a tres personas físicas colocadas ahora en la nómina Forbes de los más ricos del mundo.

Existieron una vez aquí “los Rockefeller mexicanos”

Con carta de identidad económica y política se nombra al Grupo Monterrey. En la era populista, los herederos de las familias patriarcales eran personajes de revistas estadunidenses como Town and Country, que los celebrara como los Rockefeller mexicanos.

Los señoritos de aquella época, entregados al desenfreno de la frivolidad, no supieron administrar el legado de sus padres y abuelos. Durante los dos mandatos satanizados como populistas, recibían sin embargo los favores fiscales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y créditos preferenciales liberados con cargo a la banca de desarrollo. Ni así pudieron salvar la heredad industrial.

Ahora, los nietos son usufructuarios de la asistencia pública convertida en asistencia privatizada. En el primer sexenio del siglo XXI la Lotería Nacional y dividendos fueron transferidos a Vamos México. Terminado aquel periodo, las grandes bolsas de los gordos van a parar a Monterrey, sobre todo a partir de que la dirección general de aquella samaritana institución fue puesta en manos de un conspicuo regio.

La línea filantrópica desde el Salón Moro de la Ciudad de México no ha variado. Todo lo contrario. El maná de todos los días y de todos los sorteos sigue fluyendo puntualmente hacia La Sultana del Norte.

En el recorrido de los años setenta hasta la fecha tuvimos noticias de dos mitos: Jugar contra el PRI y apostar a la Lotería Nacional eran ejercicios vanos. Ganarle al PRI es ahora práctica de todos los días; sacarse los gordos de la Lotería es un milagroso prodigio de los regiomontanos. Es cuanto.  

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