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Democracia gringa: Machetazo a caballo de espada

Sinfonía Telúrica

Por Abraham García Ibarra

Más temprano que tarde, los a veces crueles tratamientos que los facultativos prescriben a sus indefensos pacientes, son requeridos para aplicarlos a sus propios padecimientos, en grado ya de estado terminal.

Durante más de dos siglos -datados desde que los pueblos latinoamericanos comenzaron a proclamar su Independencia nacional-, Washington ha ejercido desde la Casa Blanca diversas modalidades de “diplomacia”: La de las cañoneras, la del dólar y, ocasionalmente, la de la buena vecindad.

Del Plan Cóndor a Bolivia, pasando por el Plan Colombia

Para perpetuar su acerado e innoble control político, ideológico y económico en su discrecional área de influencia, los Estados Unidos han ensayado diversos métodos: Desde la ocupación armada directa, los golpes blandos incruentos, los golpes de Estado duros y sanguinarios, y algunos autogolpes.

En el periodo de Guerra Fría, el manto de Noé arropó las miserias del Plan Cóndor y más tarde del Plan Colombia, metamorfoseado en Iniciativa Mérida.  De aquellos polvos, los lodos salpican aún a la República bolivariana de Venezuela y, más recientemente, a la Bolivia.

De la primera Nación, la Casa Blanca y sus secuaces reconocen a un Presidente por ellos designado que ha fallado durante casi cinco años en su tentativa golpista. En Bolivia se aúpa a una rubia que usurpa la presidencia que su pueblo endosó en las urnas al indígena Evo Morales; brutal injerencismo que no quita la vista de Cuba y Nicaragua y puntos intermedios.

El fantasma del golpismo toca las puertas de Washington

El fantasma que se creía lejano, desanda su camino hacia el sur y toca ahora las puertas de Washington desde la misma morada del poder presidencial.

En un punto han coincidido los detractores de Donald Trump: Surgido el mandato del Calígula anaranjado  de la voluntad de los grandes electores que suplantan el voto popular, no ha podido frenar su vocación totalitaria y cree pie juntillas que en sus dominios no se pone el sol; plagio bíblico que el español Felipe II esgrimió a título de fe y ahora es asumido por los del Destino manifiesto.

El Covid-19  -que en los Estados Unidos ha contagiado a más de cuatro millones 700 mil personas y cobrado la vida de más de 155 mil– le ha caído al inquilino de la Casa Blanca como anillo al dedo para tratar de asestar un golpe de Estado técnico al sistema político norteamericano.

En medio de un denso clima sicológico suicida -que no se presentaba desde La Gran Depresión de hace casi un siglo- y con la intención del voto popular en su contra, desde su ciudadela virtual Trump ha insinuado que las elecciones presidenciales del primer martes de noviembre deben ser pospuestas para una fecha indefinida.

El alegato no puede ser más peregrino, rayano en lo infantiloide: El candidato presidencial del Partido Republicano sostiene que el uso generalizado de boletas por correo, opción impuesta por la pandemia, llevará -asegura- a una elección más imprecisa y fraudulenta en la historia.

Será, afirma el melenudo desquiciado una gran vergüenza para Estados Unidos. ¿Demorar la elección hasta que la gente pueda votar de manera apropiada y segura? La rueda de molino circula ya en las redes sociales de la supremacía blanca.

Más fácil desintegrar un átomo, que un prejuicio

Conforme al régimen constitucional que rige el sistema político y a la sociedad estadunidenses, el jefe del Poder Ejecutivo no posee facultades para cambiar la fecha de una elección; mucho menos la presidencial.

Así lo entienden el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, y el correspondiente de la Cámara de representantes, Kevin McCarthy, quienes han declarado que los comicios programados para el 3 de noviembre se llevarán al cabo en esta fecha.

La presidenta de la cámara baja, la demócrata Nancy Pelosi contratacó a su vez por la misma vía, poniendo en circulación la sección de la Constitución que establece que el Congreso determina las fechas para toda elección federal.

La cuestión es que Trump hace de la Constitución papel mojado; actitud que lo sometió a juicio político que la mayoría republicana revirtió a principios de 2020.

Los hallazgos de la tecnología hacen cambiar hasta las piedras, pero ya lo dijo Einstein: Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. En esta materia, la Ciencia topa con pared del tamaño de un muro. Es cuanto.

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