A fuego lento
Por Enrique Pastor Cruz Carranza
Haber logrado calmar los enfrentamientos, crímenes y caudillismo, después del asesinato de Álvaro Obregón en el parque de “LA BOMBILLA”, Plutarco Elías Calles inició la ruta de un partido político con la suficiente capacidad de hacer converger todas las fuerzas y presiones políticas, para canalizarlas por la vía de una equidad de poder y equilibrios elementales para la civilizada marcha de nuestra nación.
A partir de su creación el entonces Partido Nacional Revolucionario en 1929, se lograría transitar entre escollos, pero superando sus diferencias en acuerdos políticos en todas sus regiones e intereses del grueso popular para generar estabilidad social entre todos los grupos identificados del movimiento de 1910.
La primera ruptura de esa “unidad revolucionaria” se dio entre el ex presidente Plutarco Elías Calles y el entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río para modificar no solamente las siglas con el ex poderos Calles fuera del país, siendo un año de mucha política y reacomodos trascendentales en 1938 para darle paso al PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA y surgir el sistema de partidos, sobre todo después de la NACIONALIZACIÓN DEL PETROLEO, generando el nacimiento del Partido Acción Nacional patrocinado por las petroleras desplazadas aquel histórico 18 de marzo y que inician su batalla política por medio de un partido fundado por su cabildero hacendario y apátrida Manuel Gómez Morín, con la misión de lograr a mediano plazo, la regresión del acto expropiatorio de Cárdenas del Río (QUE -FINALMENTE- YA SE CUMPLIÓ CON LA FORTALEZA DEL “PACTO POR MEXICO” ENTRE EL PAN-PRI y PRD BASICAMENTE, AQUELLA MADRUGADA DEL 11 DE DICIEMBRE DEL 2013).
En 1946 se trasforma en PRI para enfrentar los primeros brotes de rebeliones que atentaban a la tradicional disciplina impuesta en la militancia, trabajo político y méritos de escalafón, los cuales fueron viciados por el corporativismo de sus sectores, siendo la central obrera ya dominada por el mítico líder FIDEL VELÁZQUEZ SANCHEZ, QUIEN SIEMPRE PASABA LA MAYOR FACTURA DE CARGOS A CAMBIO DEL CONTROL DE LAS DEMANDAS OBRERAS Y SUS DICHOS APOCALIPTICOS CARGADOS DE INSOLENTE PREPOTENCIA.
En el relevo generacional, la escuela de aceptar sin chistar las decisiones metaconstitucionales del “PRIMER PRIÍSTA” DE LOS PINOS y la forzada necesidad de sobrevivir con mansedumbre vive sus primeras crisis serias en 1952 en la elección, cuando MIGUEL HENRIQUEZ GUZMÁN denuncia las maniobras ilegales en el proceso, cuando competía frente al candidato del PRI ADOLFO RUIZ CORTINES, CONVERTIDAS EN PROTESTAS absurdamente reprimidas con violencia inédita por el presidente Miguel Alemán Valdés en todos los estados donde se vivieron estos brotes de enojo, por la falta de respeto al “sufragio efectivo, no reelección”, aquella bandera de Francisco I. Madero, ya también parte de los desechos ideológicos y virtual vacuna para no repetir dictaduras “democráticas” como las de Porfirio Diaz.
Años adelante, el presidente nacido en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, ADOLFO LOPEZ MATEOS, ANTE UNA OPOSICION MÁS EVIDENTE, da su anuencia política para la existencia en la CÁMARA DE LA FIGURA DE “DIPUTADOS DE MINORIA” para avanzar en la pluralidad, siempre con un PRI LEAL AL MANDATO DE SU LÍDER CON BANDA PRESIDENCIAL EN EL PECHO.
A pesar de esa presunta apertura política, para los grupos opositores aquello era insuficiente ante un mundo cambiante que muchos creadores y herederos del sistema nacido en las luchas revolucionarias y quienes se sentían herederos de sus glorias, beneficios sin entender la evolución de la sociedad mexicana influida por los efectos de las dos guerras mundiales y los bloques globales surgidos en la guerra fría .
Continuará.