Voces del Periodista Diario

El hombre lobo del hombre

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Cuando uno está abueleando, nada más perturbador y doloroso que la impotencia frente al mal trato a los niños; los propios o los ajenos. El año cierra con un angustiante reporte del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Sólo con datos verificables, la institución cuantifica, a partir de 2010, más de 170 mil atrocidades en todo el mundo contra niños y adolescentes. Peor resultado de la deshumanización no puede haber.

En 2019 se cumplieron 20 años de la aprobación por la ONU de la Convención sobre los Derechos de los Niños. El sumario de UNICEF, correspondiente a 2018, tipifica los crímenes contra la infancia: Asesinatos, secuestros, mutilaciones, violencia sexual, reclutamiento forzado (para la guerra o el crimen organizado), ataques contra escuelas y hospitales, etcétera.

En el teatro de guerra, los beligerantes se burlan de una de las reglas básicas: Garantizar la protección de los pequeños, acaba de denunciar la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, según comunicado que nos llega fechado en Madrid.

Sólo en 2018, más de 12 mil niños fueron asesinados o mutilados. En 2019 se documentaron 10 mil casos de violación a los Derechos de los Niños. En Afganistán, durante 2019, fueron asesinados o mutilados nueve niños cada día.

En México, los estigmas de la pobreza y “daños colaterales”

Uno desearía aceptar la inadmisible explicación de que todo eso ocurre en países donde se escenifican guerras calientes; de poco consuelo sirve a los niños mexicanos, también expuestos a una guerra no tan virtual.

Conforme los censos de población, en México tenemos 40 millones de niños y adolescentes. De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, con base en una encuesta de la Comisión Nacional contra la Discriminación, 22 por ciento de seres de 9 a 12 años de edad y 36 por ciento de 12 a 17 años, son víctimas de violación de sus derechos. Los de la convención y los consagrados por nuestra Constitución.

El dato más espeluznante, es que 21 millones de mexicanos en esas edades padecen los estigmas de la pobreza, de lo que sigue la desnutrición, la inasistencia a la escuela, la violencia familiar, la exposición a la muerte en zonas de choque entre bandas del crimen organizado o entre éstas y las fuerzas del orden (puro daño colateral); su leva forzosa, sobre todo en regiones donde imperan los cárteles de la droga, a los que sirven como halcones o sicarios.

¿Cuántas generaciones han sido baldadas ya en las recientes cuatro décadas? ¿Cuántas no llegaran a la juventud; menos a la madurez? Imposible saberlo, si hasta la violencia institucional siega el derecho a la vida, lo mismo en la ciudad que en el campo. Es cuanto.

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