Voces del Periodista Diario

El síndrome de Estocolmo y el trastorno mental del “aspiracionista”. Parte I.

Por Rodolfo Ondarza Rovira

Aspiracionista, o lo que es lo mismo…

Todos los seres humanos aspiramos a algo, tenemos deseos, sueños, expectativas. La piedra toral es la legitimidad de ello, la consciencia sobre lo que se desea, el no ser víctima del marketing o del bombardeo feroz de diversas tonterías superfluas y banales, el por qué y para qué de ello, y sobre todo las características los medios necesarios para alcanzar el objetivo sin lesionar intereses de terceros, en un contexto inteligente de beneficio personal y social.

Si bien el término “aspiracionista” o “aspiracional” no existe como tal en el diccionario que conjunta oficialmente nuestra lengua (aún porque continuamente se agregan nuevas palabras), es de uso común entre todos nosotros, entre publicistas, psicólogos, etc.
Entendemos que no se aplica a quien usa su esfuerzo, dedicación, disciplina, conocimiento y buenas intenciones para alcanzar una meta, para ellos usamos la palabra aspira, por ejemplo, aspira a una mejor casa, empleo, salario. Para la persona que no tiene ética y que trata de obtener algo por el camino fácil, y muchas veces sin merecerlo, a costillas de otros, usamos comúnmente el término “aspiracionista”.

El aspiracionista es entonces aquél que trata de “triunfar”, de tener “éxito” sin importarle los medios a los que tenga que recurrir; cuando el “éxito” es un concepto fatuo que se reduce al tener dinero y poder, creyendo que eso llenará su vida, y obtendrá felicidad.

Esto nada tiene que ver con ningún estrato socioeconómico ni cultural, quien no lo quiera ver así está confundido, y los neoliberales siempre o están confundidos o tratan de confundir en su intento de dominio, emplean la mentira, el engaño, la tergiversación.

Como bien dijo nuestro mandatario Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en su conferencia del jueves 10 de junio del presente año, quien se deja engañar es porque leen exclusivamente los medios de la derecha, sin una mente abierta (https://www.unotv.com/nacional/la-mananera-de-amlo-10-de-junio-de-2021-en-vivo-sigue-los-temas-minuto-a-minuto/?fbclid=IwAR0tMShiNvLMLTYyeSM8g25ZkxHmdas8Ql7Bu3HRBmcYRaCTc5mBcT4LC5k), o quizás ni leen, simplemente aplauden memes buscando ansiosamente un sentido patológico de pertenencia.

Por ello es fundamental, para cualquier materia, no sólo política, incluso en la ciencia, analizar a diferentes autores, más cuando existen divergencias. Eso hacen las personas inteligentes, las que no se dejan llevar por modas ni rumores, menos de los aspiracionistas que desean ser sus amos, como en el caso de un piloto que no es dueño de la aerolínea.

La “cultura” neoliberal ha sido clara a través de los sexenios: Si eres pobre es porque este tonto, o flojo, porque no trabajas, si soy multimillonario y he “triunfado” es porque me he esforzado. A quien no está de acuerdo lo tratan de comunista y antisocial y es sujeto de represión. Eso es lo que han transmitido por sexenios enteros.

Es por eso que cuando AMLO se refirió en días pasados al sector de la clase media aspiracionista que desea “triunfar a toda costa…muy egoísta…van a la iglesia todos los domingos, o a los templos…para dejar el marcador en 0…son clasistas” tiene toda la razón.

Un trastorno mental en los aspiraconistas.

Creo que podemos ir más allá de AMLO y decir que los aspiracionistas sufren de un grave trastorno mental. Padecen Wetiko, de canibalismo, devoradores de las vidas de otros en medio de su egofrenia para su propio beneficio.

Wetiko es un concepto usado por los indígenas nativos americanos, término con el que describían el trastorno mental que llevaba al saaueo, despojo y a la masacre de pueblos enteros, que sin razón hacían los colonizadores en sus tierras.
Los invasores sufrían de una codicia desmedida, sin visualizar la compasión, la cooperación, el beneficio colectivo, ni repetir el equilibrio con la naturaleza, su locura se llamaba wetiko para los algonquin.

Wetiko describe “el egoísmo intrínsecamente como una enfermedad que impide reconocer la realidad de que vivimos en un mundo interdependiente, que toda la vida tiene el mismo valor intrínseco y que en realidad no existimos como egos separados”

(https://surestepress.wordpress.com/2018/01/28/wetico-egoismo-el-virus-mental-que-esta-infectando-a-toda-la-humanidad/).

Estos individuos competitivos e individualistas perciben al mundo como salvaje y hostil, pensamiento que lleva a la avaricia, a la codicia y al sufrimiento, al vacío y a la ausencia del amor.
Sin duda hay mucho de narcisismo y sociopatía en este tema.

El autoengaño de la autodenominada “clase media”.

Vivimos en un autoengaño, 6 de cada 10 mexicanos se consideran de clase media, nada más lejos de la realidad (percepción de mediados de 2019). Muchos piensan ser pertenecientes a una clase media en México sin serlo.

Curiosamente alrededor del 60% de la población lo cree (Encuesta “Estudio de Opinión Pública Sobre la Clase Media Mexicana” realizada por De las Heras Demotecnia en conjunto con Forbes), pero de acuerdo con ciertos parámetros sólo el 12% lo es.
84% de la población no posee seguridad social, ni un sueldo digno que les permita satisfacer todas las necesidades de la vida cotidiana.

La inmensa mayoría o es asalariado (aunque un puñado tengan salarios de ensueño), o se encuentran en el sector informal que no paga seguridad social, pero que ciertamente paga impuestos.

Si nos enfocamos en la parte de seguridad social, sabemos que los salarios, incluidos los de la llamada clase media, son reducidos por los patrones para pagar las cuotas hasta en un 67% a costa de los salarios de los empleados para cubrirlas (https://www.nexos.com.mx/wp-content/uploads/2019/09/levy-seguridad-social.pdf), el empleador nunca pierde, pierde la clase media y el resto de los asalariados.

Lo mismo pasa con los impuestos, ya que cerca del 42% de la recaudación de impuestos proviene de la clase media

(https://www.finanzaspublicas.hacienda.gob.mx/work/models/Finanzas_Publicas/docs/congreso/infoanual/2020/ig_2020.pdf), mientras que existe una inmensa evasión por parte de los ricos y multimillonarios.

¿Y los doctores?.

El conservadurismo de este sector del que hablamos de este estrato social es muy interesante, reciben un pésimo salario sin importar si poseen licenciatura o un doctorado, en realidad sus estudios y capacidad no son valorados, menos si se trata de una mujer en un sistema neoliberal, lo han padecido y lo defienden.

Actualmente un obrero mexicano gana cerca de 3 USD/hora, al tipo de cambio actual, sin ajuste estadístico. Su por el mismo trabajo en EUA ganaría cerca de 15 USD/hora.

Por otra parte, en EUA, el ingreso laboral a paridad de poder de compra (PPP) para el año 2019 fue de 65,836 USD, equivalente a 3.7 veces el mexicano

(https://data.oecd.org/earnwage/average-wages.htm#indicator-chart).

Para aquellos profesionistas con estudios superiores es más fácil conseguir un empleo en México que en EUA, por la escasez relativa de sus conocimientos aquí.
Sin embargo, fruto de la malas políticas públicas en gobiernos anteriores y de la rapacidad de algunos empresarios, no es raro ver a personas altamente calificadas que no encuentran empleo, que sus jefes tienen conocimientos o capacidades inferiores a los de ellos, que tienen pésimos salarios, o que de plano deben dedicarse a cosas diferentes a lo que han estudiado durante largos años.

¿Y las mujeres?.

México es el país con los peores salarios entre los miembros de la OCDE (https://netnoticias.mx/nacional/mexico-el-pais-con-los-peores-salarios-de-la-ocde/), y la desigualdad salarial entre mujeres y hombres es grande debido a la visión conservadora del neoliberalismo, en el trabajo formal las mujeres ganan aproximadamente 12 por ciento menos que los hombres

(https://www.jornada.com.mx/notas/2021/03/07/economia/las-mujeres-ganan-en-promedio-54-1-menos-que-los-hombres/), por lo que sorprende que algunas mujeres asalariadas apoyen ideologías conservadoras.

Es curioso, que quizás por ignorancia, o por engaño, cierto sector de la autodenominada clase media defienda los intereses neoliberales, de aquellos personajes que no les pagan un salario digno y no colaboran apropiadamente para sus seguridad social, ni tampoco procuran bienestar para ellos y su familia al evadir impuestos con los que podrían generarse diferentes proyectos de salud, seguridad, educación, vivienda, más empleos, etc.

El síndrome de Estocolmo y la “clase media”.

Parece que este sector de la clase media padece del síndrome de Estocolmo donde existe una vinculación afectiva entre rehenes y captores, sufren de amnesia, de masoquismo, o de un trasnochado y demente aspiracionismo.

Llevo años hablando sobre este aspiracionismo nefasto, pariente de la corrupción y de la impunidad improntado por generaciones neoliberales mediante anti valores solventando la tranza, la falta de ética, el narcisismo y la sociopatía en una sociedad enferma y no solidaria, egoísta y patológicamente infeliz, solitaria y competitiva, inmersa en una irrealidad consumista, manipulable.

Por lo que una actitud aspiracionista como el “triunfar a toda costa”, como diría nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, es moralmente condenable. No por el hecho de aspirar a la superación, lo cual es loable, sino porque el fin jamás justificará los medios, a pesar de la frase maquiavélica o napoleónica. A quien le quede el saco pertenece a este sector.

El aspiracionista cree que el “que no tranza no avanza”, y paradójicamente defiende a sus depredadores mientras sueña en llegar a ser como ellos, los admira porque se encuentra confundido y está convencido de que se “vale por lo que se tiene”, no por la calidad humana, por el esfuerzo real, por el conocimiento, talento o meritocracia. Es un sector que cree que por dejar que una bota le aplaste el cuello tiene con ello el derecho de oprimir a otros, valerse de ingenuos, robarles, y a tener un lugar en la aristocracia. Simplemente son sirvientes de su capataz mayor o de su patrón.

Estos aspiracionistas terminan pagando servicios privados que de otra manera, exigiendo derechos sociales legítimos y siendo solidarios, podrían resultarles gratuitos y de alta calidad en un ambiente público si fueran solidarios, tal como ocurre en países realmente avanzados en donde la esperanza de vida es mucho mayor que la nuestra.
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Este sector aspiracionista pareciera padecer, como diría López-Gatell de disonancia cognitiva, ya que padecen sensaciones incómodas ante una evidencia que se contrapone a sus creencias fuertemente arraigadas, entrando en una defensa irracional de ellas.

Por cierto, creo que tenemos que clasificar como aspiracionistas a los 23 mexicanos (hayan pertenecido alguna vez a la clase media o no) a quienes Andorra confiscó 48 mil millones de pesos, y de paso a quienes aspiran ser como esos granujas (https://aristeguinoticias.com/3001/mexico/andorra-confisca-48-mil-millones-de-pesos-a-23-mexicanos/).

Ídolos de barro.

El aspiracionista mexicano idolatra, hasta envidia a aquellos clasemedieros que se encuentran en las primeras filas de postración y de caravaneo ante los dueños de la riqueza mal habida y esparcidores de la enfermiza infodemia. Se arrastran tras las “eminencias” y “vacas sagradas por dedazo” del pasado, o de aquellas aún incrustadas en el sistema y que operan como fuego amigo, por ejemplo esa herencia privatizadora y criminal del Cártel de la Bata Blanca que dejó José Narro en Salud, o de aquellos pseudo científicos, periodistas, empresarios, o políticos que al ver amenazado su aspiracionismo y privilegios insultan a nuestro presidente llamándolo “pendejo y petulante”

(https://laoctava.com/nacional/2020/05/30/aguilar-camin-llama-pendejo-a-amlo-quiere-que-mexico-este-jodido).

Es una pena que la UNAM, la máxima casa de estudios, sitio insigne para quienes aspiran a tener un México mejor, no sólo de la clase media, albergue “profesores” y pseudo “investigadores” y políticos que insultan también al pueblo refiriéndose a quienes desean una consulta que lleve a juicio a ex presidentes como “perros de Pavlov”, y se atreven a llamar “linchamiento” a un acto de justicia social (https://www.eluniversal.com.mx/opinion/jose-woldenberg/los-perros-de-pavlov-y-la-consulta).

Esto se trata de una pura proyección psicológica, cuando si alguien ha sido condicionado durante décadas conductualmente hacia el egoísmo individualista e irracional del capitalismo salvaje anti natura neoliberal son los aspiracionistas. En fin, ni tan de extrañar de la UNAM, cuya rectoría fue tomada por el Cártel de la Bata Blanca para asaltar después a Salud y cumplir con los fines de las grandes corporaciones de FUNSALUD en sexenios anteriores.

Otras desigualdades que sufren aspiracionistas y no aspiracionistas.

De acuerdo con la OCDE el ingreso medio de la población mexicana son 7,128 pesos, también acorde con esta organización para pertenecer a la clase media se deben tener ingresos mensuales de entre 5,346 y 14,256 pesos, tener ingresos iguales o superiores a la cifra más alta coloca a una persona en la clase con mayores ingresos del país, a la que pertenece el 19% de la población (https://www.forbes.com.mx/cuanto-debes-ganar-en-mexico-para-pertenecer-a-la-clase-media-o-alta/), se considera que los ricos ganan 189,000 pesos o más al mes).

Sin embargo, esto no deja de ser una ilusión cuando sabemos que los verdaderos ricos manejan fortunas muy por encima de estos rubros.

En 2017 México se encontraba entre los primeros 15 países en los que más personas no podían alimentarse correctamente, mientras que el 1% acumulaba una tercera parte de la riqueza nacional (https://elpais.com/economia/2017/08/15/actualidad/1502761262_979449.html).

La desigualdad social en nuestro país es enorme: 5 personas en México tienen más riqueza que el 50% de la población (https://www.jornada.com.mx/ultimas/economia/2020/01/21/seis-mexicanos-con-mas-riqueza-que-50-de-la-poblacion-858.html), más de la mitad de nuestra población se encuentra en pobreza o pobreza extrema, así que pertenecer al 19% de la población con mayores ingresos (más de 14,256 pesos mensuales) no es ninguna garantía de no encontrarse en una posición de vulnerabilidad, y menos de pertenecer a una clase media o media alta, mucho menos de incluirse realmente en el sector socioeconómicamente alto en México, eso es ilusorio.

Por último, ¿y la pandemia?.

Antes de iniciar esta pandemia se pronosticaba ya una crisis económica mundial peor que aquella de la Gran Depresión del siglo XX dado el fracaso de la economía capitalista neoliberal, que se agrava con la pandemia, y lo estamos experimentando a nivel planetario (https://alternativaseconomicas.coop/blog/la-peor-crisis-desde-la-gran-depresion).

Por lo que es importante mencionar que en medio de la ruina y de la tragedia de muchos en esta pandemia ha aumentado la fortuna de millonarios, incluyendo por supuesto a los mexicanos, de tal manera que “la fortuna de las trece familias y personas de México incluidas en la lista de Forbes equivale al ingreso anual de 54.6 millones de mexicanos que ganen un salario mínimo” (https://www.informador.mx/ideas/En-pandemia-aumenta-fortuna-de-millonarios-mexicanos-20210410-0017.html9). 

Viri Ríos, analista política mexicana y doctora en Gobierno por la Universidad de Harvard opina que “las personas que ganan en promedio, entre 22 y 65 millones de pesos al mes pagan (en México) la misma tasa efectiva de impuestos que alguien que gana 23,000 pesos al mes” 

(https://www.nytimes.com/es/2021/04/05/espanol/opinion/impuestos-mas-ricos.html) eso, el monto de impuestos, en mi humilde opinión es lo único que tienen en común los aspiracionistas con el mundo fifi neoliberal, y eso todavía diferiría de los grandes corporativos, que ni esa suma llegan a pagar de impuestos, evasión que ocasiona la pérdida de ingresos de alrededor de 4 puntos del PIB

(https://www.americaeconomia.com/economia-mercados/la-evasion-de-impuestos-por-empresas-en-mexico-genera-perdidas-de-ingresos).

Por Rodolfo Ondarza*. Neurocirujano. Activista en defensa de derechos humanos. Presidente de la Comisión de Salud durante la VI Legislatura de la ALDF. @DrOndarza

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