Voces del Periodista Diario

El valiente y el cobarde

Por Mouris Salloum George (*)

Una de sus grandes musas, la increíble y bella Maria Antonieta Pons, de origen cubano, fue asediada en los camerinos por ese hermano incómodo, modelo de los estultos y aspirante a dictador, Maximino Ávila Camacho, a la sazón secretario de Comunicaciones y  Transportes.

Verdaderas joyas del celuloide salieron de su magistral dirección. Las grandes vedettes del cine de oro fueron traídas por él a México e incluso contrajeron nupcias con este mexicano naturalizado, oriundo de El Ferrol gallego.

Juan Orol, considerado como el Rey del cine negro o de gangster mexicano, fue también el pionero del surrealismo cinematográfico.  Nadie supo más de la vida de las rumberas en los bajos fondos, y su relación con el hampa.

Maximino nunca imaginó que Juan Orol había acompañado a la esposa. Y al notar que la rumbera no salía del despacho del mequetrefe, sacó la pistola y entró decidido a lo que fuera.

En medio de la gandalla, Orol reclamó al misógino y cobarde su proceder, y Maximino no tuvo más que doblar las manos.

Orol demostró, tanto en la cinta de plata como en la vida real lo cierto del viejo adagio mexicano: el valiente dura hasta que el cobarde quiere.

El mamarracho la citó en su despacho, ubicado frente al Palacio de Minería, en Tacuba, confiado en que rodeado de sus ayudantes, la cubana no tendría salvación posible. 20 hombres armados del ejército regular no dejaban dudas sobre el éxito del acoso.

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