Voces del Periodista Diario

EL VENENO DEL SAPO BUFO ALVARIUS, ¿LA CURA UNIVERSAL DE TODAS LAS ENFERMEDADES? COMO LO PLANTEA LA ALDEA NAWAKE

Por: José de Jesús Rivera Sánchez PhD.

Coordinador de Maestrías y Doctorados de la UNAM de la sede del Hospital General de México “Dr. Eduardo Liceaga”.

Número de Cédula como Médico: 4132933

Número de Cédula como Médico Internista: 6926229

Número de Cédula como Médico Geriatra: 6926230

La medicina “tradicional” siempre ha existido, no se podría usar el término estrictamente tradicional, porque no se circunscribe a una sola cultura, religión o región geográfica. Son los vestigios de la evolución del enfrentamiento de la humanidad con las enfermedades, y con la concepción de su persona y lo divino. En realidad, con las grandes limitaciones de comprender los fenómenos patológicos, darles una explicación y un potencial tratamiento. Las soluciones de la llamada medicina tradicional peregrinaron a lo largo de nuestra existencia como humanidad, como el intento de comprender la mayoría de las veces el origen de la enfermedad, que en común era el castigo de las deidades a una ofensa hacia ellos. Una falta hacia nosotros mismos o hacia los demás, y por ello se veían obligados a seguir una serie de rituales en donde plantas o sustancias de propiedades alucinógenas y bajo la guía de un ser preparado o “iluminado” era necesaria para poder alcanzar la cura o aceptar el funesto destino de la progresión de la enfermedad.

Esto ha ocurrido en la humanidad al menos durante los últimos 10,000 años que tengamos conocimiento. No es raro entonces que en la actualidad exista gente que se aproveche de la ignorancia, la marginación, la pobreza o simplemente la desesperación de un diagnostico fatal para cebarse y ofrecer algo “novedoso” que al menos tiene diez milenios de existencia.

Tal es el caso de la utilización de intervenciones como el temazcal o fumar las glándulas del sapo Alvarius, como medida de cura universal de las enfermedades que nos aquejan, como usted lo lee, estas personas ofrecen el fumar las glándulas de un sapo para “sanar todo tipo de enfermedades”, desde la diabetes al cáncer, del virus de inmunodeficiencia humana al popular COVID 19, pasando por la posibilidad de dejar las adicciones.

La promoción de fumar este veneno incluye el experimentar un fenómeno divino, único e irrepetible en donde se encuentre por fin la respuesta del sentido de la existencia misma… muy tentador, ¿no es así?

¿Qué es el veneno del sapo Alvarius?, ¿cómo funciona y en realidad qué hace?

Es en 1930 donde podemos encontrar el primer documento en donde se registran las primeras experiencias científicas con el veneno de este sapo. Esta se describe como una secreción lechosa que es expulsada como un rocío fino a través de las glándulas parótidas del sapo Bufo Alvarius. Sus efectos son dosis-dependiente y esto es en función del tamaño de la parótida y la capacidad del animal para lanzar la sustancia a diferentes distancias, y es durante estas observaciones que se determina la gran volatilidad del veneno. Durante éstas, se determina al veneno como un mecanismo defensivo invaluable, la vía habitual de ingreso al organismo es la mucosa oral. El modelo de experimentación fue un perro en el que se pudo observar la agitación, hipersalivación, desorientación y crisis convulsivas, siendo la acción reversible y sin aparentes secuelas para el animal.

El veneno del sapo consta de diversas moléculas con distintas actividades que explican las manifestaciones y efectos adversos del mismo. Molécula llamada bofotoxina, es la toxina primaria similar a los glucosidos cardiacos como la dogoxina, esta inhibe la bomba sodio-patasio ATPasa, aumentando el potasio intracelular y aumentando el intercambio sodio-calcio. Este es el mecanismo principal por el cual produce los efectos más severos, que son las arritmias que llegan a ser letales, y en casos severos se ha utilizado un anticuerpo especifico contra la digoxina en su fragmento Fab (fracción variable), también bloquea los canales de sodio en las mucosas, similar al mecanismo de acción de los anestésicos locales, lo que resulta en la falta de reconocimiento de los objetos en garganta y bosa, facilitando los mecanismos de broncoaspiración al vomitar. Las toxinas secundarias son las bufoteninas, que actúan sobre la serotonina y la 5 hidroxitroptofano, que son moléculas que tienen actividad similar a las catecolaminas que son excitadores nerviosos. El envenenamiento da alucinaciones, salivación, ansiedad y vomito, el lavado gástrico seria la opción inmediata de ser suministrado por vía oral, lo cual no es posible al fumarla.

Su atractivo radica en un efecto muy potente y de corta duración, de 7 minutos en promedio, y un máximo de 20 minutos. Produce alucinaciones mesiánicas, las catecolaminas aumentan la tensión arterial y la frecuencia cardiaca. La serotonina debería degradarse a nivel gástrico, pero al ser fumadas aumenta los niveles plasmáticos rápidamente de esta sustancia con los consecuentes de euforia y antidepresivos.

Los virus son partículas complejas compuestas por material genético ADN o ARN de una o dos cadenas, cubierto por azúcares, grasas y proteínas con distinta estructura tridimensional, distintos ciclos replicativos y medios de ingreso al cuerpo. Requieren la maquinaria de la célula del organismo al que ingresan para poder hacer más copias, es decir, el virus en realidad no está “vivo”, busca utilizar la maquinaria de replicación de la célula, ribosomas, aparto de Golgi etc., etc. para lograr hacer copias de sí mismo, y tiene dos salidas, el replicarse hasta literalmente reventar la célula, o salir poco a poco usando fragmentos de membrana, invadiendo así otras células hasta que el organismo monta una respuesta específica y lo erradica o el paciente muere.

En realidad, siempre existe en la población gente susceptible a morir ante las infecciones virales. Estas, al ser tradicionalmente de corta duración, actuaban en “oleadas” en la población dejando un numero normalmente pequeño de muertes en la misma, y un fenómeno de inmunización activa en el resto de la población. Esto cambió con el descubrimiento del virus de inmunodeficiencia humana que produce una infección de larga duración. A partir de ahí, se da la clasificación de “lentivirus”, es con esta pandemia, que la medicina dio un gran brinco en la identificación de infecciones virales crónicas como el virus del papiloma humano, así como el tratamiento curativo de otras infecciones agudas como la influenza grave y desde hace menos de 5 años la erradicación del virus de la hepatitis C.

El peregrinar de la medicina y la ciencia en el mundo de los virus ha sido extenuante. La complejidad de los mecanismos de propagación, contagio y replicación de los virus es un universo muy interesante y embriagador que no puede de ninguna manera reducirse a utilizar una molécula alucinatoria para erradicarlos.

El cáncer es la transformación de las células normales del organismo y un órgano especifico a células “fuera de control”, con formas anormales y capacidad de producir su propio ambiente para subsistir invadiendo otros espacios, transportándose y aumentando sus vasos sanguíneos para seguir nutriéndose. El cáncer es de los fenómenos biológicos más complejos, llevamos más de 100 años observándolo, estudiándolo y dándole manejo. Hasta hace una década, el tratamiento consistía exclusivamente en cortar el tumor y dar medicinas para lesionar las células de crecimiento más rápido que son las tumorales para frenar su crecimiento y así intentar su erradicación.

Actualmente sabemos que la transformación de estas células a “malignas” es todavía más compleja, no solo en un mismo tumor hay diferentes tipos de células malignas, estas montan mecanismos de defensa contra el sistema inmunológico venciéndolo antes de comenzar su invasión y más allá, tiene la capacidad de montar respuestas en sus células para expulsar las medicinas con las que pretendemos envenenarlo favoreciendo la refractariedad al tratamiento y la recidiva. La tecnología actual del DNA nos ha permitido desarrollar anticuerpos monoclonales que en la mayoría de los casos detienen la progresión de la enfermedad, logrando porcentajes de cura o arresto del crecimiento tumoral durante años, permitiendo así una mayor sobrevida con mejor calidad y con cirugías de menor extensión.

Imaginar que una neurotoxina pueda actuar, brincar, evitar y manipular todos los mecanismos celulares involucrados en todas las estirpes de tumores malignos no solo es imposible, el solo pesarlo resulta en algo más que absurdo.

Pero ¿Cómo un alucinógeno puede convertirse en la cura de todo? En realidad, es una mentira. No hay ninguna posibilidad de que uno de estos “facilitadores” del veneno del bufo Alvarius pudiera probar su dicho con rigor científico.  Un caso distinto es el de poder modificar la adicción de las personas, leyó bien, modificar, no erradicar, esto tiene que ver con las bases moleculares de la neurofarmacología y las características moleculares del veneno que ya comentamos.

Conforme nos adentramos en el tema, comprendemos que en realidad nos sumergimos en una dinámica de adicción, alucinación y manipulación de la percepción de la realidad. Es indudable que el veneno puede tener vivencias experienciales extremas y placenteras para los consumidores, que estas son “guiadas” por no decir manipuladas por las personas que presencian la intoxicación aguda con el veneno fumado del sapo y que al final los efectos eufóricos del mismo nos dejan una sensación prologada de placer y bienestar. Que es en lo que se sustenta la percepción de cura. Sin embargo, se dejará de sentir cuanto más tiempo trascurra desde la última exposición. Así, estaremos atados a utilizarlo para poder sentir este efecto. Desgraciadamente, existen grandes vacíos legales en cuanto a la utilización de estas sustancias y a sus efectos adversos. Las personas que los promueven han aprendido sobre estas limitaciones y a últimas fechas se presentan como acompañantes, adyuvantes o complementos al manejo farmacológico médico, de tal suerte que si existe un efecto adverso fatal en una persona se enfrentan a dos contextos, el primero: se trataba de una persona en estado terminal o muy enferma en cuyo caso iba a morir y no se le puede atribuir a la intervención misma el deceso. Numero dos: si solo consumía el remedio, éste es responsabilidad de quien lo utiliza y quien lo recomienda. Sin embargo, quien lo recomienda normalmente es un amigo o familiar del enfermo, en cuyo caso, el blindaje de la acción legal se completa.

Entiendo que este mercado se sustenta en fenómenos que no pueden ser modificados, la muerte, la enfermedad avanzada, las limitaciones de nuestra ciencia actual para curas, pero también hay elementos modificables, la difusión de la información, la difusión científica sencilla, amigable, digerible y algo muy importante, el fortalecimiento de la comunicación efectiva y empática en la relación médico-paciente, el abordaje humano de la muerte como un fenómeno que al no poder evitarse, debe llenarnos de vida a los que acompañan al enfermo y que este acompañamiento, aunque doloroso, nos permita encontrar esas respuestas tan añoradas del sentido de vivir, más allá de los efectos psicotrópicos que nos pudieran dar las glándulas de un pequeño animal que solo quería defenderse de ser devorado.

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