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¿Es o no la mexicana una economía criminal?

Ruta México

Por Álvaro Aragón Ayala

Si usted observa la crisis por la que cruza el sector Salud y las tribulaciones financieras que enfrentan las instituciones de Educación Media y Superior, presionados por las limitaciones presupuestales, es obvio que la tolerancia pública a la simulación y la evasión fiscal, es un crimen de lesa Patria.

Los presupuestos etiquetados para esas políticas públicas federales en 2020 están por debajo de los 340 mil millones de pesos, respectivamente. La simulación para evadir el pago de impuestos, fue en los dos años recientes de 339 mil millones de pesos.

Menos de mil usufructuarios de la corrupción fiscal

En México, más de 63 millones de mexicanos viven privados de Seguridad Social. En los ciclos medio y superior de educación, sólo 3 millones 640 mil jóvenes en edad entre 18 y 22 años tienen acceso a ese beneficio. Únicamente 3 de cada 10 solicitantes de matrícula.

En la contraparte, sólo 977 personas físicas o inmorales -llamarles “morales” resulta un despropósito-, han usufructuado la oportunidad de evasión fiscal al través de membretes falsificadores de facturas, en muchos casos con empresas fantasma, por el monto antes subrayado. La peste está propagada por casi todo el territorio nacional. Los gobernadores de los estados no han sido ajenos a ese delincuencial fenómeno.

De acuerdo con nuestros registros, entre 2016 y 2017 organismos colegiados privados, abocados a la Contabilidad Pública, sonaron las alarmas sobre esas prácticas evasoras, que cargan sobre los contribuyentes cumplidos -los llamados cautivos– el peso fiscal federal. Ofrecieron documentación pormenorizada.

Las autoridades hacendarias de aquel periodo, lejos de reparar el entuerto, siguieron otorgando regímenes fiscales especiales, condonaciones y devoluciones a los grandes “contribuyentes”.

En realidad, aquellas instituciones privadas calcularon la evasión en más de un billón de pesos al año, equivalente a una cuarta parte de los presupuestos federales anuales de los ejercicios fiscales analizados.

Tanto peca el que mata la vaca, como el que le detiene la pata

A mayor abundamiento, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados, al hacer la revisión de las Cuentas Públicas, detectó y reportó oportunamente desvíos de las partidas destinadas a Salud y Educación, tanto en el gasto principal, como en el federalizado. Voces en el desierto.

Recientemente, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) cambió de titularidad. Es la nueva autoridad la que ha estado sacando a balcón el asunto de la evasión, ya sabida desde hace más de cuatro años.

Lo que nos deja esa narrativa, es que el problema del hoyo negro en el erario público, no era de desconocimiento. Ha sido de complicidad e impunidad.

De ellos se concluye que, como lo recuerda la conseja popular, tanto peca el que mata la vaca, como el que le detiene la pata: No hay corrupción sin corruptor; ni corruptor que no tenga su espejo en un funcionario corruptible. Éste es el gran desafío al que se enfrena la cuarta transformación.

Enrique Peña Nieto pretendía salirse por la tangente de ese problema, tratando de “justificar” la corrupción como un fenómeno cultural. No señor: La corrupción es el invulnerable cimiento de una deliberada y sólida construcción de la corrosiva economía criminal. Las cosas como son.

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